EL MÉTODO DE TRABAJO DE MENÉNDEZ PIDAL. LAS PAPELETAS LINGÜÍSTICAS DEL FONDO DE LA HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA (ARCHIVADOR 1, CAJONES 1 Y 2) *


Boletín de la Real Academia Española
[BRAE · Tomo XCIX · Cuaderno CCCXIX · Enero-Junio de 2019]
http://revistas.rae.es/brae/article/view/306

Resumen: El objetivo de este artículo es presentar el método de trabajo de Menéndez Pidal a través de la descripción de los dos primeros cajones del fondo de la Historia de la lengua española. Este fondo se compone de varios muebles que albergan miles de papeletas escritas por don Ramón con ayuda de sus colaboradores. Las fichas sirvieron para documentar la mayor parte de los trabajos lingüísticos de Pidal, pero especialmente para dar soporte a la obra que culminaría todos ellos, la Historia de la lengua española. El archivador 1 de ese fondo empieza por los cajones dedicados a los periodos que anteceden al nacimiento del castellano: los pueblos prerromanos y el sustrato indígena, por un lado, y la Hispania romana y el latín vulgar, por otro.

Palabras clave: Menéndez Pidal; Historia de la lengua española; fichas lingüísticas; pueblos prerromanos; latín vulgar; sustrato indígena.

THE WORKING METHOD OF MENÉNDEZ PIDAL. THE LINGUISTICS SHEETS OF THE HISTORY OF THE SPANISH LANGUAGE ARCHIVE (DRAWERS 1 & 2)

Abstract: The aim of this article is to present Menéndez Pidal’s working method through the description of the first two drawers of his History of the Spanish Language archive. This archive is made up of several cabinets that house thousands of records written by Menéndez Pidal with the help of his assistants. The records served to develop most of Pidal’s linguistic studies, but mainly to support the culminating study of Spanish language, the History of the Spanish Language. The first cabinet in the archive begins with drawers 1 & 2, dedicated to the periods prior to the birth of the Castilian language: the pre-Roman peoples and the indigenous substrate, on the one hand, and Roman Hispania and Vulgar Latin, on the other.

Keywords: Menéndez Pidal; History of the Spanish Language; linguistic sheets; pre-Roman peoples; Vulgar Latin; indigenous substrate.


El fondo de la Historia de la lengua española de Menéndez Pidal. Historia y legado

Lo que hoy en día conocemos como el fondo de la Historia de la lengua española de don Ramón Menéndez Pidal es el cómputo de todos los apuntes, borradores y materiales históricos y lingüísticos que él mismo elaboró y almacenó durante sus más de cuarenta años de investigación. La gran mayoría de estos materiales son pequeñas fichas de papel, de un tamaño algo menor al de las octavillas tradicionales. Estas papeletas están escritas por Menéndez Pidal o por colaboradores cercanos y se encuentran almacenadas en muebles-archivador con cajones hechos a medida.

Los ficheros aún pueden encontrarse en el despacho de trabajo de don Ramón, en su casa de la Cuesta del Zarzal n.º 5 –que hoy es la calle de Menéndez Pidal, sede de la Fundación Ramón Menéndez Pidal (FRMP)–. Ahí están dos archivadores de madera de 24 y 6 cajones respectivamente, donde se hallan miles de fichas1. Aparte de estos archivadores, hay tres cajones individuales con contenido lingüístico. Asimismo, se hallan más fichas (seguramente extraídas de los archivadores 1 y 2) en un tercer archivador y en otros cajones donde hoy se albergan los borradores redactados de la Historia de la lengua y otros materiales. Y finalmente, en un armario localizado fuera del despacho, se han localizado recientemente 25 cajas que contienen papeletas de vocabulario y que también forman parte del fondo2.

El contenido de estas octavillas es tan heterogéneo como lo fueron los trabajos e intereses académicos de Menéndez Pidal, con información de tipo histórico, antropológico, geográfico, artístico-literario y especialmente lingüístico. Estas papeletas se usaron como soporte para la redacción de gran parte de sus estudios, pero sobre todo, para planificar e iniciar la escritura de una de sus mayores empresas investigadoras: la Historia de la lengua española. Es bien sabido que don Ramón albergó desde muy joven el deseo de poder dar forma a un libro sobre la historia del español desde los orígenes hasta el siglo xx, pero lamentablemente este plan nunca llegó a ver la luz, pues se fue aplazando durante años a causa de proyectos más inmediatos. Finalmente fue su nieto, Diego Catalán, quien en 2005 editó una versión de la obra a partir de los borradores originales heredados de su abuelo3. No obstante, Menéndez Pidal siempre pensó que podría terminar este magno trabajo y nunca dejó de ampliar sus ficheros con nueva información y nuevas papeletas. Se refería a ellas como sus «fichas de la historia de la lengua».

El único momento en el que el fondo estuvo fuera de su lugar habitual (el apacible despacho de don Ramón) fue durante la guerra civil (1936-1939), fecha en la que tampoco Menéndez Pidal estuvo en Madrid. La contienda fue el motivo por el que tuvo que iniciar la redacción de la Historia de la lengua española sin tener a mano sus preciadas papeletas, pues se encontraba entonces exiliado en Estados Unidos. Los ficheros, por otra parte, habían sido depositados por el propio don Ramón en los sótanos de la embajada de México y desde allí trasladados a Valencia, por intervención de Tomás Navarra Tomás, movido por el deseo de preservarlos. Hubo momentos en que Menéndez Pidal perdió las esperanzas de recuperar las fichas, que ya casi daba por perdidas. Así lo declara en una de sus cartas a la familia, en las navidades de 1937, justo después de saber que los ficheros estaban a cargo del Ministerio de Instrucción Pública: «Nada me dicen de los papeles, pero claro es que el favor personal [de retornarlos a su dueño, que estaba en Nueva York] no lo hacen. He perdido pues, el trabajo de toda mi vida»4. No obstante, pese a las pocas esperanzas y a las vicisitudes del retorno, los materiales sí fueron recuperados y don Ramón pudo contar con ellos a partir del verano de 1939.

Tanto por el contenido de las papeletas que alberga como por su historia particular, el fondo de la Historia de la lengua española de Ramón Menéndez Pidal es un material necesario y fundamental para entender su método de trabajo. Es un bien preciado para las humanidades y, tras haber sido casi extraviado durante la Guerra Civil, siguió siendo empleado por su autor hasta su muerte. En este año 2018, en que se cumplen cincuenta del fallecimiento de su autor, algunas de estas papeletas lingüísticas empiezan a estar disponibles en formato digital y en libre consulta5. Actualmente ya está completa la catalogación y digitalización de los dos primeros cajones del primer archivador, que son los relativos a los orígenes más remotos del español, y a la descripción y análisis de los mismos están dedicados los epígrafes que siguen.

Método y clasificación de los ficheros

No se sabe con exactitud el momento concreto en el que Menéndez Pidal define y establece esta forma de organización, este particular método de trabajo «pidalino», basado en el almacenamiento en fichas. Debió de ser desde prácticamente los inicios de sus investigaciones, según algunos testimonios de discípulos. Así, por ejemplo, dice Rafael Lapesa al recordar al don Ramón profesor de las clases de doctorado:

Hablo según mis experiencias de los años 1927 al 30, cuando su cátedra era ya la de Filología Románica correspondiente al Doctorado: tuve la suerte de asistir a ella durante tres cursos consecutivos. Entonces el Doctorado sólo podía hacerse en la Universidad de Madrid, la Central, y el auditorio de don Ramón apenas rebasaba la veintena de alumnos, procedentes de toda España y del extranjero algunos. Nada menos espectacular que aquellas clases en que el profesor, provisto de abundantes papeletas, hablaba sin alzar la voz, imponiendo a su exposición oral el mismo sobrio rigor que a sus obras escritas6 .

Este plan concienzudo y bien determinado sirvió a Pidal para organizar sus ideas, contrastar fuentes, elaborar borradores de texto y, en definitiva, para preparar sus futuras obras lingüísticas de referencia, aquellas que lo convirtieron en el fundador indiscutible de los estudios filológicos españoles –tales como Manual elemental de gramática histórica (1904); El dialecto leonés (1906); u Orígenes del español. Estado lingüístico de la Península Ibérica hasta el siglo xi (1926)–.

Uno de los rasgos definitivos de todo el fondo es la heterogeneidad de su composición. Dentro de los cajones se pueden encontrar diferentes tipos de fichas, además de otra documentación diversa. La gran variedad de papeletas, de temas múltiples, están ordenadas por separadores, que son octavillas escritas en cartulina con colores que a veces pueden indicar jerarquía entre ellas7. A través de este sistema se establecen macro-temas y subtemas en el fichero, y se secuencian los contenidos. Los archivadores cuentan además con otros documentos que no son papeletas, sino fragmentos de textos impresos, recortes de periódico o capítulos de libros doblados y puestos en el separador pertinente8. Otro tipo de fichas están mecanografiadas o redactadas por otras manos, como cartas y postales de amigos y colegas de don Ramón9. Aparte de estos tipos, existen asimismo numerosos mapas. Además de esta variedad de materiales, hay fichas con datos histórico-biográficos que ofrecen la contextualización de época a las secciones del fichero y papeletas en donde Menéndez Pidal deja constancia de algunas discusiones teóricas en torno a temas predominantemente lingüísticos. En otras se consignan resúmenes de lecturas, cuadros cronológicos de etapas de la historia de la lengua, listas de vocabulario, topónimos, antropónimos, etc. En definitiva, se puede ver, por la variedad en la tipología de las papeletas, que estas forman un entramado de información muy bien organizado, el cual se plasmó en los borradores de la Historia de la lengua española.

Los dos primeros cajones: los antecedentes del español

El archivador 1 se inicia con los cajones 1 y 2. Como ya se ha indicado, el mueble tiene 24 cajones, en los cuales se hallan repartidas unas 60000 fichas aproximadamente. Casi todos los cajones conservan su tejuelo original, aunque algunos son casi ilegibles, por el deterioro del papel. La disposición es la que sigue:

Tabla 1: cajones del archivador 1

1

Protohistoria-Romanización

2

Imperio - Áreas germánicas

3

Nacimiento de los romances. arte de clerecía. siglo viii hasta 1230

4

1230-1380

5

1380-1474

6

1474-1555

7

1555-1585

8

1585-1617

9

[sin tejuelo]

10

1610-1713 (2.º)

11

1730-1823

12

1823-1895

13

Lexicografía. Semántica

14

Naturaleza

15

Dialectos

16

[Ilegible]

17

1895-1914

18

1914-1950

19

América

20

(9) Leyes fonéticas. Vocales. Acentos

21

(10) Vocales. Hiato

22

(11) Esporádico vocales. Consonantes iniciales. Mediales

23

(12) Consonantes agrupadas. Finales

24

[sin tejuelo]

Los cajones del 1 al 18 guardan una ordenación cronológica que responde a la de los periodos de la historia de la lengua, tal y como Menéndez Pidal los concebía, y que van desde la edad prehistórica hasta 1950. Los cajones 13 al 16 interrumpen sin embargo esta secuencia y en ellos se pueden encontrar fichas de temática variada en torno al lenguaje: lexicografía y semántica (13), la naturaleza del lenguaje (14), dialectos del español (15) y las lenguas de la península ibérica (16). El cajón 19 se centra en el español de América y los cajones del 20 al 24 a aspectos fonéticos relativos al vocalismo y el consonantismo10. El primer cajón se rotula «Protohistoria - Romanización» y el segundo «Imperio - Áreas germánicas». Pese a estos títulos, el contenido de los mismos no se corresponde de forma exacta con los contenidos. En el cajón 1 no hay información relativa a la época de la romanización de la Península, ya que esta se encuentra en las primeras partes del cajón 2, como se detallará.

cajones 1 y 2 del archivador 1.
Figura 1: cajones 1 y 2 del archivador 1.

Como ocurre con gran parte de las papeletas que conforman el fondo, no se puede saber la fecha exacta de redacción de las que están en el cajón 1 y 2, pues son el trabajo acumulado de más de cuarenta años de actividad investigadora. Presumiblemente, en estos cajones, como en los otros, se mezclan papeletas de distinta antigüedad11. Tampoco nos es posible conocer con seguridad el cómputo total de papeletas originalmente albergadas en los cajones, pues algunas se extrajeron de su localización inicial y se depositaron en otros lugares12 . Con todo, los dos primeros cajones tienen un volumen de fichas mayor a la media del archivador 1, y posiblemente esto se deba a que la horquilla temporal de la que se quiere informar es muy amplia (milenios en el primer cajón, siglos en el segundo), pero sin duda también a la gran cantidad de material bibliográfico, impreso, ilustrado, etc., que Menéndez Pidal recabó para documentarse sobre la prehistoria del idioma y la época latina de la península ibérica. El número total de fichas es de 2594 (cajón 1) y 2119 (cajón 2)13.

El cajón 1. Estructura y contenidos

En el cajón 1 («Protohistoria - Romanización»)14, los contenidos versan, como se anuncia en el título, sobre la presencia de pueblos prerromanos de la península ibérica y la relación de estos con otras tribus indoeuropeas y no indoeuropeas que poblaron el continente15. Se informa de estos pueblos a través de fichas muy variadas temáticamente, algunas de contenido histórico y otras de perfil antropológico, arqueológico o lingüístico16.

La primera particularidad de este cajón es que hay una doble organización interna. Hasta la mitad del mismo (ficha 771) la disposición de las papeletas sigue un orden generalmente cronológico –desde los asentamientos de tribus y pueblos más lejanos en el tiempo a los más cercanos– a la vez que los separadores establecen también una jerarquía desde lo general a lo particular, donde lo general es lo histórico, lo contextual, y lo particular, lo lingüístico. A partir de la ficha 772 esta secuenciación cambia y aparece una sección exclusivamente lingüística, o más específicamente morfológica, con información sobre las raíces y sufijos de los topónimos prerromanos, tal y como aparece en el esquema:

Tabala 2: división bipartita cajón 1

1.ª parte: la historia y la lengua de los pueblos prerromanos

fichas 3 a 771

(668 fichas) 25% aprox.

2.ª parte: estudio de la base (raíz) y terminación (sufijos) de los topónimos prerromanos

fichas 772 a 2593

(1821 fichas) 75% aprox.

No queda claro por qué el cajón 1 tiene este doble criterio de ordenación. Quizás pudo ser en inicio un cajón exclusivamente dedicado a la onomástica prerromana, para luego ser ordenado con criterio histórico. Puede ser que en el momento de preparar su Historia de la lengua española don Ramón decidiese una nueva ordenación, o a la inversa, las fichas de la segunda parte podrían corresponder a un añadido posterior a la primera17.

Los pueblos prerromanos que se mencionan en esta primera parte del cajón son los fenicios, griegos, iberos, vascones, astures (desde la ficha 3 hasta la 502), ligures-ilirios (de la ficha 503 hasta la 638) y celtas (desde la ficha 639 hasta la 771). Mediante la explicación de estos asentamientos, Menéndez Pidal va dando forma a sus tesis sobre el sustrato lingüístico y la España primitiva. El total de fichas-separador de esta parte del cajón suma 53, de jerarquía diferente. Las más generales son las que siguen18:

No todos los pueblos prerromanos que aparecen en el cajón reciben la misma atención ni el mismo volumen de fichas. Mientras que algunos contenidos están mejor y más extensamente documentados –por ejemplo, los separadores destinados a describir la lengua ibérica, que don Ramón prefería llamar «iberovasca»–, otros contenidos están menos representados. Es interesante observar que, si bien Menéndez Pidal solía guiarse por un pulcro método de investigación para sustentar sus tesis, basado en la recopilación de datos empíricos19, a veces también se dejaba llevar por sus intuiciones y sus filias más personales, incluso cuando la información con la que contaba era escasa o iba en contra de los «datos científicos». Esto da como un resultado una organización del fichero en la que se pueden ver apartados de extensión irregular. Por otro lado, no todos los separadores están claramente ordenados. El separador llamado «la lengua ibero-vasca» se ve interrumpido en la ficha 138, cuando aparece otro («lengua ibero-libia-bereber»), en el que se tratan las vinculaciones del «iberovasco» con las lenguas bereberes y con el canario. El separador de «la lengua ibero-vasca» no vuelve a reanudarse hasta la ficha 19420. A pesar de estas cuestiones, la organización de esta primera parte del cajón parece seguir, como se dijo, una secuenciación cronológica que aborda a su vez cuestiones más generales, históricas, y otras más específicas, lingüísticas. Las secciones temáticas más relevantes son:

  1. Los pueblos mediterráneos y el área de influencia lingüística panmediterránea (fichas 5 a 54). Menéndez Pidal reúne en esta sección toda la información relativa a lo que él sostuvo que fue la gran unidad lingüística pre-indoeuropea que abarcó la cuenca del Mediterráneo. Es decir, ciertos pueblos, entre los que don Ramón incluye a los iberos, que pudieron participar de una «mediterraneidad» cultural y lingüística, y cuyas semejanzas se dejan sentir en la toponimia común que comparten actualmente los países de la zona de influencia, como España o Italia21. Por ejemplo, la ficha 18 contiene referencias sobre voces que consideraba de procedencia mediterránea, como rosa, olivo, jacinto o amaranto22. Dentro de este apartado hay fichas que hacen alusión a fenómenos de vocalismo y consonantismo. Por ejemplo, la papeleta 36 y siguientes contienen información sobre la vacilación entre las consonantes iniciales sordas y sonoras, rasgo característico, según se indica, de las zonas mediterráneas23. Los referentes teóricos que más se repiten para sustentar la tesis de la unidad mediterránea son los trabajos de los lingüistas italianos Battisti (1927; 1932), Bertoldi (1931; 1939 y 1943), Bottiglione o Ribezzo entre otros24. Cabe destacar que ninguno de estos estudios son anteriores a la década de 1920, siendo el más moderno el de Bertoldi en 1943. Esto permite localizar el interés de don Ramón por este tema en estas dos décadas, por lo que la fabricación de estas fichas no puede ser anterior.

  2. Los pueblos pirenaicos (desde la ficha 55 hasta la 75). Pese al título del separador, las fichas que se encuentran aquí se refieren esencialmente al pueblo vasco y a su vinculación con los iberos, recogiendo tesis a favor y en contra del parentesco de etnias, de culturas o de lenguas. Cabe recordar que Menéndez Pidal consideraba que el pueblo de los vascos, aunque étnicamente no era el mismo que el de los iberos, sí había adaptado la lengua de estos últimos, por lo que el idioma vasco que hoy conocemos es una de las lenguas ibéricas hablada en el pasado por los vascones25. En las fichas de esta sección (por ejemplo, la ficha 75)26 hay apuntes históricos sobre los pueblos pirenaicos desde el paleolítico superior hasta el neolítico final, a partir de los trabajos etnográficos de Bosch Gimpera (1920; 1926) o el de Philippon27.

  3. La lengua «ibero-vasca» (desde la ficha 76 a la 502, con interrupción de la 138 a 194). Este separador es una continuación lógica de los dos anteriores y contiene papeletas relativas a las características de la lengua ibérica y vasca, que como ya se ha señalado, don Ramón consideraba como una. La tesis «vasco-iberista» ya había sido defendida por personalidades como Humboldt o Schuchardt, y en las fichas puede verse cómo se citan a estos autores y a otros que hacen referencia a este debate, como Pokorny, Schulten, Trombetti, etc. Julio Caro Baroja dijo, a propósito de esto, que Menéndez Pidal representaba el «canto del cisne del vasco-iberismo»28. También el propio Caro Baroja aparece citado entre las fichas de esta sección a propósito de sus trabajos sobre el vasco29.

    Del «vasco-ibero» se analizan en las papeletas aspectos fonéticos, morfológicos y léxicos, especialmente relacionados con la toponimia. Los separadores no parecen seguir un orden concreto, la sección se inicia con fichas sobre cuestiones de acento y fonética, pero luego vuelve a aparecer más adelante otro separador que alude a aspectos fonéticos («influencias fonéticas y morfológicas generales del vasco o ibero»). Tampoco los títulos de los separadores son completamente fiables para intuir el contenido de las fichas. Por ejemplo, aunque hay un separador específico para el vasco-iberismo, en todo este macro apartado se pueden encontrar papeletas que tratan sobre el debate de la filiación entre las dos lenguas, con ideas en contra y a favor. Algunas de las informaciones que tratan las octavillas versan sobre asuntos como: la extensión del vasco por la península en tiempos prehistóricos, según indican los sufijos en toponimia; información sobre la posible influencia del sustrato ibero-vasco en el castellano, especialmente en relación a la ausencia de los fonemas /v/ y /f/ que faltan en el gascón y en el vasco; información y ejemplos sobre la pérdida o aspiración de F- latina en el vasco; ejemplos de antropónimos ibéricos, etc.

    Las fuentes bibliográficas que don Ramón utiliza para documentar esa sección son muy variadas, pero una gran mayoría provienen de expertos vascólogos, etnógrafos e historiadores del vasco o del ibero, muchos de los cuales tenían relación y correspondencia directa con él. Así, se referencian autores como Azkue, Gavel (1921; 1929), Gómez Moreno o Schuchardt (1906; 1908), entre otros30. Asimismo, muchas de estas referencias están tomadas de la Revista Internacional de Estudios Vascos (RIEV), que había sido fundada en 1907 por Julio de Urquijo. Y precisamente entre las fichas de este separador también se pueden encontrar dos cartas mecanografiadas de Julio de Urquijo e Ibarra (fechadas en agosto y septiembre de 1930 respectivamente). En ellas informa a Menéndez Pidal del desconocimiento sobre el origen vasco de las voces orballo y orpin31.

  4. Los ambro-ligures-ilirios (de la ficha 503 a la 632). Menéndez Pidal dedica esta sección del cajón a la defensa de su tesis sobre la presencia del pueblo ligur en la península ibérica. La existencia ligur estaba confirmada, según creía, por cierta toponimia común entre las regiones de territorio ligur de Europa y las de España –si bien los trabajos arqueológicos desmentían esto, ya que no se habían encontrado restos de tales asentamientos en la Península32–. A pesar de que los datos empíricos (o la falta de ellos) eran un impedimento para sostener la hipótesis del sustrato ligur, don Ramón concedió todo el crédito a ciertas fuentes de la Antigüedad en las que aparecían referencias a los ligures (Eratóstenes, Polibio o Estrabón), siguiendo a otros estudiosos, como Pokorny o D’Arbois de Jubainville. Por otra parte, Pidal entendía que los ligures habían venido a la península ibérica desde sus territorios originales, aunque cuando lo hicieron ya estaban «indoeuropeizados» por el pueblo de los ilirios, que habían influido sobre aquellos. De modo que lo que Menéndez Pidal entendía como pueblo «ligur» se refería en realidad a una comunidad más amplia que la que tradicionalmente correspondía a la Liguria. Estos ligures, según sostuvo, se autodenominaban «ambrones», motivo por el cual a veces se refiere a ellos en sus artículos y fichas como «ligur-ilirios», o «ambro-ligures»33.

    Aunque el volumen de fichas dedicado a este debate es menor que otros apartados del cajón, Menéndez Pidal empeñó mucho esfuerzo y tiempo en las investigaciones sobre los ligures, sin duda alentado por un gusto muy personal hacia tal cuestión. Los ligures fueron incluso el objetivo de una discusión por correspondencia entre don Ramón y su discípulo Américo Castro. Este último no podía comprender que su maestro se dedicara a perder el tiempo con asuntos tan lejanos y que nada podían aclarar sobre el español, mientras seguía postergando la redacción de la Historia de la lengua española durante sus épocas más sublimes. Así, escribía don Ramón a Castro en diciembre de 1943:

    Estoy trabajando en la prehistoria del Español. Creo necesario conocer mejor los influjos de las lenguas de substrato, y aunque me abruma lo pesada que es la tarea, me anima el obtener algunos resultados que no esperaba34.

    Y Castro a Menéndez Pidal en marzo de 1944:

    Lamento que le distraiga tanto la prehistoria lingüística, y deje sin dar a la imprenta la Historia de la Lengua en los siglos de la literatura mayor. Es gran lástima. La prehistoria, en el mejor caso, carece de vida, y no afecta a la entraña de lo humano. Perdone esta franqueza, debida a mi interés en verle a V. dándonos lo que sólo V. puede hacer. Si V. no se pone y termina su Historia ¿qué va a ser de esa masa fabulosa de datos preciosos acumulados durante medio siglo?¿Qué vale junto a eso el que España tuviera, hace 3000 años, lígures o cualquiera otra cosa? [...]35.

    Entre las fichas de esta sección se encuentran informaciones sobre los ligures de Italia o Galia. Hay papeleteas en las que se definen las características de la tribu o la extensión de los territorios europeos donde supuestamente habitaron. En otras fichas se informa de la cultura de urnas en el sur de Francia y España, relacionada esta con los ilirios, y también hay ejemplos de topónimos de posible origen ligur (Bormujos, Bormate). Las fuentes bibliográficas que aparecen con más asiduidad en esta sección, ya sean favorables o contrarias a la tesis de la presencia ligur, son las de Bosch Gimpera, Berthelot, D’Arbois de Jubainville, Devoto, Pittioni o Pokorny, entre otros muchos36.

  5. Los celtas y su lengua (de la ficha 639 a la 771). Esta sección está dedicada a las oleadas de pueblos celtas que llegaron a la península ibérica y al estudio del sustrato en algunos fenómenos fonéticos de las zonas de influencia. Abundan además las papeletas con listas de voces de origen céltico. Para describir este apartado, Menéndez Pidal se guía de ciertas lecturas ya usuales en el cajón, como la de Bosch Gimpera y otras como Hubert37. Con el separador dedicado al «Portugal celta» finaliza esta 1.ª parte del cajón 1.

La segunda parte del cajón, como ya se anunció, está dedicada al estudio de la toponimia prerromana. En este nuevo apartado se abandona la separación histórico-lingüística y se sustituye por una organización que subdivide las papeletas en dos grandes grupos: a) la raíz de los topónimos –cuyo título en la catalogación es «primer elemento de los nombres prerromanos»– y b) los sufijos de los topónimos –llamado en la catalogación «terminación de los nombres prerromanos»–38. Los macro-separadores dedicados a las raíces (fichas 772-1723) y a los sufijos (fichas 1724-2594) contienen papeletas ordenadas alfabéticamente. Aparte de esto, hay un tercer criterio de división de los elementos prerromanos: el etimológico. Menéndez Pidal rotuló los separadores con colores, y cada color parece representar una etimología distinta: verde para los elementos de sustrato mediterráneo o específicamente ibérico, azul para el sustrato ligur o ilirio y naranja para el celta39. Esta segunda sección contiene más fichas que la primera: el separador dedicado a la raíz (a) se compone a su vez de 58 separadores inferiores, y el de los sufijos (b) consta de 7940.

El cajón 2. Estructura y contenidos

El cajón 2 tiene por título, según reza el tejuelo, «Imperio - Áreas germánicas», aunque este nombre ha sido modificado para la catalogación por el de «Romanización - Latín vulgar y literario - Época visigótica», que refleja mejor la información. Los contenidos de las papeletas versan sobre aspectos históricos, culturales y lingüísticos del periodo cronológico comprendido entre la romanización de la península ibérica y el reinado visigótico. En consecuencia, se aborda la historia de la lengua en lo referente a los antecedentes del español, concretamente el latín arcaico, el latín clásico y el latín vulgar (o «nuevo latín», según la terminología de Menéndez Pidal). En las fichas, don Ramón refleja cuestiones referidas a todos los territorios del Imperio, pero se centra más en los romances ibéricos. El cajón 3, al que ya no nos referimos aquí, se inicia con las invasiones árabes.

Este segundo cajón, a diferencia del primero, y más en la línea de los siguientes, tiene una organización principalmente cronológica, siguiendo un continuo temporal desde los hechos del siglo iii a.C. hasta justo antes del siglo viii. A su vez, se divide desde lo general, (con fichas que abordan aspectos histórico-culturales) hasta lo específico (lo lingüístico, atendiendo a aspectos gramaticales y estudios de léxico y onomástica). No hay en este cajón una parte exclusivamente reservada a la morfología de los topónimos, sino que cada separador está dedicado a una época y a los temas relacionados con ella, como se muestra en la tabla:

Tabla 3: contenidos del cajón 2

1. Romanización (siglos iii-i a.C.)

de la ficha 26 a la 123 (97 fichas)

4.5% aprox.

Colonización romana

Latín arcaico

2. Imperio romano (siglos i a v d.C.)

de la ficha 124 a la 1335 (1212 fichas)

57% aprox.

Latín clásico

Latín vulgar general

Latín vulgar hispano

Escritores hispanos

Fin de las lenguas indígenas

Latín literario

3. Época visigótica (siglos v-viii)

de la ficha 1336 a la 2119 (782 fichas)

36.9% aprox.

Desmembración de la Romania

Reino tolosano y toledano

San Isidoro de Sevilla

Latín vulgar

Dialectos latino-vulgares

Carácter de los principales romances

Los separadores principales son los siguientes41:

Aunque esta distribución nos ofrece una progresión temporal, se puede observar que, como también ocurría en el cajón 1, don Ramón no dedica igual espacio a todos los periodos. Así, por ejemplo, las papeletas dedicadas a la época imperial romana y al latín son las más numerosas en el cajón –aunque la época visigótica es muy amplia en proporción espacio tiempo, ya que abarca menos siglos–. También como ocurría con el cajón precedente, es imposible proponer una fecha única para la elaboración de las fichas. Es lógico pensar que muchas de estas papeletas sean bastante antiguas y que pudieron servir como soporte a trabajos tan esenciales como el Manual elemental de gramática histórica española y Orígenes del español, pues gran parte de las tesis de estos trabajos ya se encuentran en las papeletas. Las secciones temáticas más relevantes son:

  1. El nuevo latín o latín vulgar (de la ficha 124 a la 497). La sección va precedida por otros separadores importantes que ofrecen información sobre el proceso de romanización de la península ibérica (véase tabla 3). En estas fichas previas Menéndez Pidal habla del latín arcaico y del latín clásico pero las papeletas más abundantes versarán sobre el latín vulgar, sus características más generales y las particularidades del latín vulgar hispano. Este macro apartado se organiza como una gramática del nuevo latín, con sub-separadores para la fonética, la morfosintaxis, el léxico y para elementos de fraseología. Menéndez Pidal dedica bastantes papeletas a contrastar las características del latín clásico y el vulgar, así como a la definición de este último. Más adelante, en el separador titulado «Latín vulgar. Evolución hasta 414 d.C.», estudia de forma más específica la cronología de los cambios fonéticos, y es aquí donde establece su clasificación de los tipos de yod, entre otros asuntos42. Cabe destacar que entre los separadores dedicados al latín vulgar hispano hay uno sobre el fin de las lenguas indígenas en la península, con estudios dedicados al sustrato, los cuales complementan la información del cajón 1. También en relación con el latín vulgar hispano se hallan fichas dedicadas a la influencia sur-itálica en la articulación del latín peninsular, tesis sobre la que don Ramón ya había disertado en Orígenes del español.

    Los autores en los que Menéndez Pidal se basa para documentar esta sección son los más eminentes de la lingüística románica. Se repiten con asiduidad los trabajos de Bourciez, Carnoy, Diez, Grandgent, Hübner, Meillet, Meyer-Lübke (1890; 1909), Millardet, Mohl, Schuchardt y Vossler43. Para los datos históricos de la Hispania romana aparecen citados Albertini, Masdeu o Schulten44. Las referencias a estos trabajos sirven para sugerir una fecha aproximada de la elaboración de las fichas. Mientras que las lecturas del cajón 1 eran, en gran parte, de los años treinta y cuarenta, y por tanto las papeletas no podían ser de época anterior, las fichas de este cajón contienen información de estudios de finales del xix y principios del xx, de modo que pueden ser más antiguas.

  2. El latín literario y los cultismos (de la ficha 1094 a la 1335). Este apartado bien puede ser una muestra de que don Ramón tenía intención de hacer un estudio monográfico de la historia de los cultismos. Esto se sugiere por la cantidad de espacio que le dedica a la sección titulada «Latín literario» y lo bien organizada que está, lo cual podría indicar que Menéndez Pidal ya había previsto una estructura muy concreta para un futuro libro o artículo. Sin embargo, no consta que llegase a dar forma a este proyecto, si es que realmente fue tal, más allá de las alusiones al tema que se encuentran en algunos de sus trabajos45. Tampoco hay un texto bien conformado sobre los cultismos en los borradores de las versiones extensa y breve de su Historia de la lengua española. Por otro lado, en la primera ficha que aparece tras el separador, hay un recorte de texto impreso donde se puede leer: «no se ha escrito aún la historia de los cultismos en ningún romance»46. ¿Podría ser esta la intención de don Ramón? Lo cierto es que este apartado del cajón se dedica a revisar las causas posibles de la formación de los cultismos, su tipología y su evolución histórica. Algunas de las informaciones que se pueden encontrar versan sobre la influencia que el latín culto causó sobre el latín vulgar, sobre la comparación entre el árabe literario y el popular y el latín culto y vulgar, o sobre la importancia del estudio de las voces cultas, el cual sirve para establecer fechas fonéticas y para captar las ideas de los representantes eruditos de una sociedad. Asimismo, aparecen fichas dedicadas a voces cultas procedentes de distintas instituciones, como el léxico eclesiástico, que don Ramón ya había estudiado en su Manual elemental de gramática histórica española, o ejemplos de alteraciones vocálicas en voces semicultas, entre otras cuestiones.

  3. La fragmentación del Imperio romano y la Hispania visigótica (de la ficha 1336 a la 1885). Esta sección del cajón abarca el periodo comprendido entre los siglos v-viii d.C., desde la desmembración de la Romania hasta la llegada de los árabes a la península ibérica. Las fichas aportan información muy variada, con aspectos contextuales, mapas ilustrativos, contenido literario y lingüístico (especialmente sobre los cambios del latín vulgar en este periodo). Menéndez Pidal compara los dos reinos visigodos, el tolosano y el toledano, y también hace un recorrido por los escritores más prominentes, con especial atención a la obra de San Isidoro de Sevilla, San Ildefonso de Toledo o el obispo Hidacio. Algunas referencias bibliográficas que don Ramón toma para estudiar este periodo son los estudios de Gamillscheg sobre la Romania germánica, Pérez Pujol o los apuntes sobre las escuelas visigodas de Menéndez y Pelayo47. Para los estudios de onomástica germana, Meyer-Lübke o Leite de Vasconcellos son algunos de los autores citados48.

    Desde la ficha 1889 a la 1981 hay un subapartado muy interesante en esta sección en donde don Ramón recoge las teorías racistas o etnográficas de moda en su tiempo y las vincula con la creación de las lenguas o problematiza algunos de los conceptos. El separador que acoge estas fichas se llama «Causas de la diferenciación dialectal». A su vez, dentro de este separador se encuentra otro, «La raza y la lengua», que se presenta como la primera posible causa natural de la diferenciación dialectal y la creación de nuevos idiomas. Sin embargo, Menéndez Pidal especifica que el concepto de «raza» en sí mismo no puede ser usado para tal diferenciación. En una de las fichas (1901) explica las diferencias existentes entre las teorías raciales y las dialectales. Así, en España, los caracteres cranianos irían de este a oeste, pero los rasgos dialectales, de norte a sur. Con todo, sí que menciona que lo que él llama la «nacionalidad ibérica» es importante para entender la evolución del latín hispano, aunque esto tenga más que ver con un sentimiento histórico que con un origen racial común. En este subapartado recogerá ideas y estudios sobre los índices cefálicos que provienen de ciertas lecturas etnográficas, como las de Da Costa Ferreira (1904; 1913), De Hoyos Sainz y Olóriz49.

    Así pues, Menéndez Pidal no concede tanto crédito a las teorías racistas y sí a las «Circunstancias geográficas» de los pueblos (así se titula el siguiente separador a continuación del de «La raza y la lengua»), a las históricas y a las relaciones comerciales. De esta forma, las fronteras lingüísticas tendrían que ver con estas causas, más que con las étnicas, aunque a veces los límites pudieran coincidir. Esto entronca con la idea que él defiende, con Millardet, sobre que los términos diocesanos establecidos en época medieval se conformaron siguiendo los antiguos límites de las «civitates» romanas, y que esto repercutirá en los límites dialectales entre las regiones50.

  4. El carácter de los principales romances (de la ficha 1982 a la 2119). Con este apartado finaliza el cajón 2. Está dedicado a algunas de las lenguas románicas: el italiano, el español, el sardo, el rumano, el francés, el picardo y dentro de la península ibérica, el gallego, el catalán y el portugués. Se informa de que las lenguas literarias más conservadoras son el italiano y el español y sobre el carácter arcaico de la lengua sarda (según tesis de Meyer-Lübke, Mohl y Gröber). También hay papeletas sobre las peculiaridades que oponen al rumano al resto de las lenguas romances o sobre la influencia del español en el rumano, debida sobre todo a la conquista de la región por parte de las legiones españolas. Asimismo, hay información sobre los tipos de dialectalismos que se observan en Italia, Francia y España. Don Ramón compara la gran variedad dialectal de Italia con la más homogénea de Francia y de España, menciona que tiene sus límites dialectales en dirección norte-sur y que son más homogéneos y están marcados por la castellanización. Las referencias bibliográficas para estas informaciones dialectales son muy numerosas: por ejemplo, para informar sobre los límites geográficos entre el gallego y el portugués, se parte de los trabajos del ya citado Leite de Vasconcelos; para el estudio de la lengua rumana, de los estudiosos Bratianu, Densusianu, Pascu y Scholz; para el catalán, de Griera, Milá i Fontanals; de Morf para los límites dialectales en Francia; y de Kürschner o Maccarrone para el italiano51.

Las colaboraciones

El fondo de la Historia de la lengua española es un claro ejemplo de trabajo colectivo, como tantos otros proyectos que don Ramón emprendió en su vida. Para la elaboración de las fichas contó con la ayuda inestimable de colaboradores del Centro de Estudios Históricos, de discípulos y alumnos de la universidad y de colegas y amigos de profesión, que no dudaron en intentar resolver todas las dudas académicas de su maestro.

Estas colaboraciones son de diverso tipo. La gran mayoría se presentan en forma de fichas manuscritas que siguen el mismo método de trabajo de Menéndez Pidal (ideas escritas en papeletas u octavillas y organizadas por separadores). Muchas de estas fichas de los ayudantes contienen las traducciones de lecturas extranjeras (especialmente alemanas) resumidas. Los colaboradores elaboraron también algunas de las papeletas con mapas y otros se encargaron de recopilar largas listas de topónimos y léxico variado. Otro tipo de fichas no redactadas por Pidal son las cartas y postales que informan de temas lingüísticos, entre otros asuntos, generalmente en respuesta a alguna pregunta previa propuesta por don Ramón. Estas misivas suelen estar escritas a mano, salvo algunas que están mecanografiadas.

Si bien las cartas están firmadas, y no hay problema para identificar la autoría en la mayoría de ellas, no ocurre lo mismo con las papeletas que traducen libros. Tales resúmenes se pueden encontrar fraccionados y repartidos por distintas partes del cajón y no tienen la firma de la mano que las escribe. La única forma de averiguar la identidad de estos colaboradores es estudiando su caligrafía y comparándola con cartas del epistolario que se encuentra en la FRMP. A veces esta identificación se torna especialmente compleja porque los autores de estas fichas anónimas quizás no eran colaboradores oficiales o permanentes de don Ramón, sino conocidos que le escribían desinteresadamente con alguna información que pensasen relevante para sus investigaciones. Debido a estas dificultades aún no se han podido identificar todas las manos de escritura que aparecen en los cajones 1 y 2, aunque sí algunas de ellas, así como la gran mayoría de las firmas de cartas y postales.

Estas colaboraciones, por otro lado, no son esporádicas, sino que conforman un porcentaje de los ficheros nada desdeñable. En el cajón 1 se han detectado 6 cartas y 1 postal provenientes de 5 personas, aparte de las 497 fichas manuscritas que no están redactadas por Menéndez Pidal. Es decir, un 20% de las papeletas de este primer cajón (excluyendo aquellas fichas que son hojas de texto impreso, las fichas mecanografiadas y los mapas) provienen de los ayudantes, discípulos y amigos de don Ramón. En el cajón 2 hay un total de 7 cartas y 2 postales correspondientes a 7 personas distintas, así como 350 fichas escritas por colaboradores, un 19% de las papeletas manuscritas del cajón. En ambos cajones suelen aparecer los mismos ayudantes, y es previsible que estos también estén presentes en los cajones restantes del fondo.

Las cartas son muy interesantes porque ciertos datos, como el año de escritura y la firma de las mismas, son ciertamente útiles para situar a Menéndez Pidal en el estudio de determinados temas y, por consiguiente, en la escritura de algunas partes del fondo. En el cajón 1 se encuentran: 2 cartas mecanografiadas de Julio de Urquijo, director de la Revista Internacional de Estudios Vascos; 2 cartas del conde de Saint-Saud; 1 carta del filólogo francés Antoine Thomas André; 1 carta del filólogo italiano, Giuliano Bonfante; y 1 postal con las iniciales «J. Sainz» –la rúbrica no se lee bien– dirigida a Tomás Navarro Tomás.

El conde de Saint-Saud, cuyo nombre completo es Jean Marie Hippolyte Aymar d’Arlot, dirige dos cartas a don Ramón en los meses de agosto y septiembre de 1925. En ellas se da información sobre toponimia del área limítrofe entre el norte de la península y Francia, entre otros asuntos. Esta información provenía de sus conocimiento como cartógrafo y alpinista, actividad que le gustaba practicar. Esta es la única carta de su autor que se ha encontrado en casa de los Menéndez Pidal. Por otro lado, el medievalista y romanista francés Antoine Thomas André dirige una carta a don Ramón el 16 de febrero de 1919, informándole sobre el sustrato celta (aunque ya se carteaban desde 1917, según consta en el epistolario de la FRMP). Este documento es de los más antiguos del cajón y demuestra que Menéndez Pidal ya estaba recopilando material de las lenguas prerromanas en esta fecha y seguramente antes, puesto que en 1918 se fecha uno de sus primeros artículos en la materia52.

Es interesante analizar también la colaboración de Giuliano (o Julián, como solía firmar) Bonfante. Aparte de la carta encontrada (fechada el 15 de octubre de 1934), Bonfante escribe unas 10 fichas del cajón 1, y en el cajón 2 se halla otra carta suya y otras 13 fichas de su autoría –las cuales parecen pertenecer a su vez a una o varias cartas que han podido ser cuarteadas y repartidas entre los separadores–. Bonfante fue coordinador de la sección de los estudios clásicos del Centro de Estudios Históricos y desde el año 1932 o 1933 director de la revista Emérita53. En el cajón 1, ayuda a don Ramón con los contenidos sobre los ligures en Italia, si bien en el 2 refiere información sobre temas diversos: el latín hispano, el sustrato osco-umbro, resúmenes de lecturas italianas, etc.

Por su parte, en el cajón 2, hay: 1 carta del escritor y lingüista Aníbal Otero; 1 carta mecanografiada del vasco Luis de Eleizalde (16 de febrero de 1917); 1 carta mecanografiada en alemán (no se distingue el nombre por la firma); 3 cartas de Joan Corominas; 1 carta de Giuliano Bonfante; 1 postal de J. Jungfer; y 1 postal del filólogo italiano Mario Peláez. Por ejemplo, la carta de Otero está fechada el 9 de junio de 1941, y en ella se da información sobre las posibles zonas dialectales del gallego, razón por la cual se localiza en el separador, ya citado, «Carácter de los principales romances», y en el subseparador «Gallego y portugués»54.

Una de las colaboraciones más importantes de este cajón, y de todo el archivo, es la de Joan Corominas. Aunque la correspondencia que mantuvieron ambos filólogos está bien documentada55, las 3 cartas que han aparecido aquí, dirigidas a don Ramón, no habían sido catalogadas ni editadas hasta la fecha, dado que estaban fuera del archivo del epistolario de la FRMP. Es probable que el propio don Ramón las introdujera en el cajón por considerarlas relevantes por su contenido lingüístico. Una de ellas –con fecha de 9 de abril de 1939– contiene información sobre la forma amortá, registrada en el Valle de Arán, con sentido de ‘apagar’56. Se trata en realidad del vuelto de una carta más extensa que se ha encontrado en el cajón 357. Esta parte se localiza en el separador llamado «Voces latinas propias del latín hispano». En otra de las cartas (o fragmento de carta, sin fecha), Corominas se refiere a casos de sonorización de las oclusivas agrupadas registrados en el Valle de Arán, que don Ramón incluye en la sección del cajón dedicada a la articulación sur-itálica del latín hispano58. La tercera carta está fechada en época muy temprana (26 de junio de 1929, Corominas tenía entonces 24 años) y es la primera de la que se tiene constancia en la correspondencia entre maestro y discípulo59. En ella, escribe a don Ramón desde Zúrich para darle noticia de su año y medio en la universidad y de sus cursos de lenguas romances:

Sr. D. Ramón Menéndez Pidal

Respetado Maestro: Después de medio año de permanencia en Zürich creo ya tener una idea de lo que habrán sido mis estudios en esta universidad y de ellos me propongo dar cuenta a V. a quien debo la concesión de mi pensión y la idea del trabajo que con los conocimientos adquiridos pienso llevar a cabo [...]

La carta continúa dando información sobre el aprendizaje del gótico y el alto alemán y otros estudios de onomástica germana que el joven lexicógrafo estaba desarrollando en Zúrich, con la ayuda, según indica, del profesor Gröger y de Hubschmied. Hacia el final de la carta, Corominas expresa a don Ramón su interés por pasar el semestre de invierno, de noviembre a febrero, en París, para seguir completando sus investigaciones. Pide consejo a su maestro para que le recomiende qué hacer en los meses de verano. A propósito de esto, Corominas comparte con don Ramón algunas dudas personales sobre su futuro, y le confiesa que se siente inseguro y un poco avergonzado por no estar generando ingresos económicos a sus 25 años:

Le ruego pues que me aconseje sobre lo que debo hacer en estos cuatro meses sobrantes, ¿debo pasarlos en una universidad alemana? Meyer-Lübke ya no enseña en Bonn, está jubilado desde el pasado semestre [...] toda la lingüística parece hacer en Alemania un compás de espera. Si aun me quedase más tiempo libre podría dejar París para más tarde, pero mi padre quiere que a fines del año próximo pruebe de hacer unas oposiciones y yo también me avergüenzo de llegar a los 25 años sin ganar nada. Sin embargo me acuerdo de que en el plan que hicimos entraba una estancia en Alemania y yo desearía seguir las indicaciones de V.

Le ruego salude respetuosamente a su señora esposa a quien, sin conocerla personalmente debo el ser conocido de V, y cuente con la viva gratitud de su discípulo y s.s60.

Además de las cartas encontradas en los cajones, hay fichas escritas con el mismo método que Menéndez Pidal, y cuyas manos de escritura aún no se han identificado en todos los casos. Solo en los dos primeros cajones se han detectado al menos 10 de autor desconocido. Los colabores identificados son (aparte de los que firman las cartas): Ángel Rosenblat, Diego Catalán, Giuliano Bonfante, Georges Eugène Cirot y María Goyri.

La de Ángel Rosenblat es una de las más importantes colaboraciones de los dos cajones. Esto podría asombrar en un primer momento, dada su trayectoria académica, especializada en el español de América. No obstante, se sabe que trabajó en el Centro de Estudios Históricos entre los años de 1933 a 1936, por lo que es lógico pensar que colaborase con don Ramón. Por las memorias de la JAE (Junta de Ampliación de Estudios) sabemos que fue contratado como investigador en el área de estudios hispanoamericanos en el año 193361. Además, la correspondencia que mantuvieron ambos filólogos testimonian esta relación hasta al menos los años cincuenta, según las cartas conservadas en la FRMP.

Se calcula que Rosenblat es el autor de un total de 238 fichas del cajón 1 –un 47% del total de las manos que no son de Pidal y un 9.6% del material total del cajón– y 77 del 2. Su colaboración se deja sentir en todas las partes de los cajones, siendo de las únicas manos que se localizan prácticamente en casi todas las secciones. Muchas de las fichas son resúmenes de bibliografía variada sobre los estudios prehistóricos. Por ejemplo, algunas de las lecturas resumidas por él en el cajón 1, y que se repiten bastante entre los primeros separadores, son las del trabajo de Bosch Gimpera sobre la cultura del vaso campaniforme. o la del ya citado Battisti (op. cit.)62. Rosenblat, que trabajó en Berlín durante los años 1931 a 1933, por lo que debía de conocer el idioma, también resume sistemáticamente para don Ramón los trabajos del célebre arqueólogo y filólogo alemán Schulten 63. Aparte de esto, ayudó a su maestro en el estudio sobre los ligures, ilirios y los celtas, resumiendo para él trabajos como los de Barthelot y Pokorny (op. cit.). Hay una carta de él mismo en otro cajón del fondo en la que se confirma la colaboración con don Ramón64.

Otra ayuda visible y muy presente en los dos cajones es la de su mujer María Goyri. Se sabe que don Ramón contó en muchas ocasiones con la inestimable colaboración de su esposa, fiel compañera de estudio, pero no ha sido sino en época reciente cuando los investigadores han empezado a poner el foco de atención en la figura de María Goyri y en los trabajos que emprendió (pedagógicos y filológicos), además de otros proyectos que dejó inconclusos. Los estudios sobre el Romancero no pueden entenderse sin su ayuda, pero la presencia de Goyri abarca mucho más que este campo, incluido el fondo de Historia de la lengua española y la propia elaboración de la obra, pese a que don Ramón no llegase a finalizarla65. Diego Catalán refiere que fue su abuela quien más ayudó en la redacción de los que iban a ser los capítulos de los Siglos de Oro. Cuando Menéndez Pidal estaba exiliado en Nueva York, y después en París, le hizo llegar resúmenes de libros y otras informaciones sobre la lengua de este periodo. Hasta cierto punto esta colaboración parece lógica, pues doña María estaba especializada en la época áurea y en concreto en la figura de Lope de Vega. Sin embargo, es más sorprendente encontrar su mano en los cajones 1 y 2 del archivo, que se alejan de esos siglos, pero, de hecho, ocurre así, y de forma especialmente abundante en el cajón 1. Así pues, en estos cajones, María Goyri ayuda a su esposo en la colaboración de papeletas con listas de topónimos y antropónimos prerromanos. La mayoría de las fichas se localizan en la segunda parte del primer cajón, dedicado, como se indicó, a las raíces y sufijos de la toponimia primitiva. Con todo, se trata de una colaboración insustituible, en el caso del cajón 1 es la segunda mano más numerosa después de la Rosenblat –suyas son unas 107 fichas–, aunque en el cajón 2 su autoría se confirma en menor proporción66.

Otros materiales: mapas y estudios impresos

Además de las cartas y las fichas escritas por otras manos, en los ficheros de Menéndez Pidal pueden encontrarse otra clase de documentos. Algunos de los más usuales son los mapas y los recortes y fragmentos de artículos científicos y de capítulos de libros.

Don Ramón, como hombre de su época, estuvo muy influido por los estudios de geografía lingüística que empezaron a prosperar desde finales del siglo xix y las publicaciones de los atlas lingüísticos. Conocedor de estos monumentales trabajos, planeó para su Historia de la Lengua española que esta estuviera apoyada e ilustrada con diferentes mapas y de esta forma dar un soporte gráfico a sus teorías. Siguiendo este criterio, en los cajones 1 y 2 se hallan variados mapas con información muy diversa (en el cajón 1 hay 22 y en el cajón 2, 66). Algunos están copiados de famosos atlas lingüísticos y otros, aunque se basan en modelos de otros autores, están modificados, reformulados o ampliados con los estudios originales de don Ramón. Por ejemplo, en el cajón 1 se encuentra un mapa de los pueblos indoeuropeos tomado del volumen 6 del Reallexikon der Vorgeschichte: unter Mitwirkung zahlreicher Fachgelehrter de Ebert (1926). En el mismo cajón se hallan también dos mapas consecutivos de la península ibérica durante la Primera Edad del Hierro, a partir del estudio de Bosch Gimpera67, así como 3 mapas del norte y centro de Italia tomados del Atlas italo-suizo (AIS) de Karl Jaberg y Jakob Jud (1928-1940). Los dos primeros reflejan las zonas de extensión del fenómeno de sonorización de la consonante postónica y el tercero la sonorización de la consonante pretónica.

El cajón 2, por su parte, está formado por mapas que ilustran especialmente la Hispania romana, los territorios de la Romania antes de la fragmentación del Imperio o las diócesis visigodas posteriores, entre otros asuntos. En este cajón el número de mapas es sensiblemente mayor. Por ejemplo, sobre el desmembramiento de la Romania y consecuente creación de los grupos lingüísticos románicos, aparece un mapa en la ficha 1315 tomado de W. von Wartburg (1936)68. Un poco después hay otro mapa sobre el superestrato germánico y la formación de los romances nacionales, el cual está calcado del mapa n.º 19 del atlas histórico Droysen (1886), aunque modificado69. Se encuentran también aquí los mapas que ilustran los índices cefálicos de los pueblos primitivos, justo en el separador que daba información sobre la formación de los principales romances. Así, por ejemplo, aparecen dos mapas intercalados en el conjunto de fichas en donde se resume el trabajo de Da Costa Ferreria (op. cit.)70. Cuando se avanza hacia la sección dedicada a la caracterización de las lenguas románicas, justo casi en el final del cajón 2, aparecen también diferentes mapas dialectales de cada país, como Francia, Italia, Portugal, etc71.

En los ficheros también hay fragmentos de textos impresos que Menéndez Pidal guardó porque podían tener interés para sus investigaciones. Estos trabajos científicos pueden resultar muy útiles para estudiar qué tipo de fuentes utilizó don Ramón para nutrir sus propios trabajos. El cajón 1 cuenta con 91 hojas impresas, pertenecientes a textos tan variados como el de Álvarez Delgado, sobre las lenguas indígenas canarias, Gilbert, acerca del léxico vasco, o Hübner72.

En el cajón 2, igual que ocurría con los mapas, hay mayor cantidad de fragmentos impresos, entre los que se encuentran, el prólogo de La rebelión de las masas, de Ortega y Gasset (que le interesa a don Ramón en lo tocante a los párrafos dedicados al latín vulgar); el estudio de Riber sobre Marco Valerio Marcial (Un Celtíbero En Roma. Marco Valerio Marcial); el libro de Taine, The Philosophy of Art; y un fragmento de la Crítica efímera de Casares –concretamente el capítulo titulado «Un crítico filológico (don Antonio de Valbuena)», en donde Casares reflexiona sobre el posible origen germánico de la voz española cierne–, etc. Don Ramón incluye también trabajos suyos en el cajón, como la introducción a su libro Poesía juglaresca y juglares: aspectos de la historia literaria y cultural de España (lo hace en relación con la cronología de la voz juglar, del siglo vii)73. De todos estos trabajos, hay dos que aparecen de forma continuada, el primero en todo el cajón 2, y se trata de la traducción italiana que Maccarone hizo en 1914 sobre el manual de 1907 de Grandgent, Introduzione allo studio del latino volgare. El segundo libro aparece en ambos cajones, lo cual indica que fue una referencia básica para los estudios de don Ramón: es la conocida traducción que hizo Castro en 1914 del estudio de Meyer-Lübke, Introducción al estudio de la lingüística romance74.

Algunas conclusiones

En las páginas precedentes de este artículo hemos realizado la descripción individualizada de los dos primeros cajones del primer archivador de Historia de la lengua española de Ramón Menéndez Pidal y hemos propuesto un análisis de sus contenidos divididos en grandes secciones histórico-lingüísticas. Este acercamiento inicial a sus fichas nos permite advertir que don Ramón tenía previsto contar la historia del español desde los momentos previos a su nacimiento, cuando la Romania no se había fragmentado y en Hispania se hablaba el latín vulgar. Pero no se quedó aquí, sino que quiso remontarse a la prehistoria de la península ibérica y los pueblos prerromanos que la habitaron. Aunque algunos de sus fieles discípulos, como Américo Castro, intentaron convencerlo de lo lejano de estas influencias para con el español, Menéndez Pidal siempre tuvo una fascinación especial por los momentos primitivos del idioma, y defendía su importancia por la influencia del sustrato indígena y por el posible influjo que estas culturas pudieron tener en la formación de cierta idiosincrasia de los pueblos ibéricos.

La descripción de los cajones también nos revela datos sobre el método de trabajo de Menéndez Pidal. Sabemos que desde muy joven adoptó este sistema de organización de ideas y documentos en pequeñas fichas de papel, y que hizo que sus alumnos y discípulos del Centro de Estudios lo siguieran. Esta útil fórmula le permitió agrupar papeletas de temas distintos en separadores temáticos, y en el interior de estos podía acumular borradores de texto, cuadros cronológicos, mapas, fragmento de artículos, etc. Pidal recicló para sus ficheros todo aquello que encontró pertinente para mejorar sus investigaciones. Gracias a ello hemos descubierto cartas nunca vistas hasta la fecha y otros papeles personales que pueden servir para completar definitivamente las relaciones de Menéndez Pidal y su familia con la intelectualidad de la época.

Especialmente interesante resulta la comparación entre, por un lado, las papeletas lingüísticas y las secciones temáticas de los dos cajones, y por otro, los borradores y la edición póstuma de la Historia de la lengua española. Es evidente que el volumen de información es mayor si nos referimos a las papeletas lingüísticas, ya que en ellas se recogen lecturas, textos, mapas, etc., que luego don Ramón resumió y pulió para la redacción del libro. A su vez, Diego Catalán refundió las versiones extensa y breve de los capítulos redactados, como ya se dijo. Estos traspasos de información, de los cajones a los borradores, y de los borradores al texto editado, generan necesariamente algunas diferencias y semejanzas. La identificación más evidente es que en la edición de la Historia de la lengua española se respetan las divisiones por épocas del idioma tal y como don Ramón las estableció. Por ejemplo, los pueblos prerromanos aparecen citados en el libro en el mismo orden que el de los separadores del cajón 1: pueblos mediterráneos, fenicios, griegos, iberos, ligures o celtas. También se mantiene la nomenclatura y los conceptos claves tal y como se usan en las fichas: lengua «ibero-vasca», «nuevo latín», «ambro-ligures», etc. No obstante, se pueden observar algunas diferencias entre el libro y los cajones, al menos en lo que respecta a estas primera épocas. Algunas pueden deberse a una mejor organización de la información. Así, por ejemplo, en los capítulos de la Historia de la lengua los epígrafes dedicados a la gramática o la toponimia corresponderían a varias secciones de los cajones, en algunos casos equivalentes a separadores repetidos o a otros que no parecen estar ordenados. Por último, hay estudios a los que Menéndez Pidal les dedica tiempo y espacio entre las fichas del archivador, pero que sin embargo descarta para la redacción definitiva del texto, y que por tanto, no tienen tanta presencia en la versión finalmente editada, como el caso de la alusión a los cultismos y el latín literario.

En suma, los dos primeros cajones no son sino el inicio de este monumental fondo documental y sin embargo ya contienen una gran variedad de materiales que pueden servir para actualizar e iniciar nuevas vías de investigación en torno a Menéndez Pidal y sus trabajos.

Marta Puente

Universidad Complutense de Madrid / Fundación Ramón Menéndez Pidal

 

Anexo: cuadro general de los contenidos. Cajón 1 y 2
Cajón 1 Cajón 2
Total de fichas 2594 2119
No manuscritas 120 total 91 texto impreso
7 mecanografiadas
22 mapas
1 carta mecanografiada (Julio de Urquijo)
282 total 190 texto impreso
26 mecanografiadas
66 mapas
2 cartas mecanografiadas (Eleizalde/desconocida)
Manuscritas 2474 total M.Pidal 1977
Otros 497
1837 total M. Pidal 1487
Otros 350
Colaboradores G. Bonfante
D. Catalán
M. Goyri
A. Rosenblat
Conde Saint-Saud
J. Sainz [?]
A. Thomas André
J. de Urquijo
Descon.
10 aprox.
G. Bonfante
D. Catalán
C. Cirot
J. Corominas
L. de Eleizalde
María Goyri
J. Jungfer
A. Otero
M. Peláez
A. Rosenblat
Descon.
10 aprox.
Cartas y postales 2 cartas J. Urquijo
2 cartas conde de Saint-Saud
1 carta de A. Thomas André
1 carta de G. Bonfante
1 postal J. Sainz [?]
a T. Navarro Tomás
de A. Thomas André
1 carta A. Otero
Una carta mecanografiada de Eleizalde
1 carta mecanografiada (no identificada)
3 cartas Joan Corominas
1 carta Giuliano Bonfante
1 postal J. Jungfer
1 postal M. Peláez

* Este artículo se realiza en el marco del «Proyecto de Catalogación y Digitalización del Archivo de la Historia de la Lengua de Menéndez Pidal», financiado por la Universidad Autónoma de Madrid en convenio con la Fundación Ramón Menéndez Pidal, dirigido por Inés Fernández-Ordoñez. Véase Inés Fernández-Ordóñez, «El fondo de la Historia de la lengua española de Ramón Menéndez Pidal», en este volumen para una descripción general del fondo y de su historia. En el presente trabajo, se dará información exclusivamente sobre los dos primeros cajones del mencionado fondo.

  1. Se sabe que los archivadores fueron creados expresamente para guardar estas fichas, y que ya existían el 5 de julio de 1937, cuando Menéndez Pidal los describe en una carta a Tomás Navarro Tomás (cf. Ramón Menéndez Pidal, Historia de la lengua española, Diego Catalán (ed.), Madrid, Real Academia Española - Fundación Menéndez Pidal, 2005, vol. 2, pág. 105).

  2. Sobre dicho vocabulario, cf. Fernández-Ordoñez op. cit.

  3. Los borradores que Diego Catalán usó para editar la Historia de la lengua también se encuentran en la FRMP, están escritos en cuartillas y conforman dos versiones de la obra. Según las definió Catalán, había una versión extensa y una breve y ambas respondían a los intereses de su autor en momentos distintos de la escritura. Al parecer, Menéndez Pidal quiso en un momento determinado presentar una versión definitiva más ligera y con menos aparato crítico, pero en otras fases de la preparación del texto se decantaba por un estudio más extenso y especializado. La Historia de la Lengua española que finalmente editó su nieto es una conjugación, lo más coherente y fiel posible, de las dos versiones. De esta forma, Catalán eligió editar las informaciones que a su juicio estaban mejor redactadas y eran las más actualizadas –así lo hace constar en la introducción a la citada obra (op. cit., pág. 261)–.

  4. Carta del 23 de diciembre de 1937, apud. íbid., pág. 142. La historia del periplo de los ficheros durante la Guerra Civil está muy documentada por Diego Catalán en el volumen 2 de la Historia de la lengua española (íbid., pág. 109-146) y también en el libro que escribió sobre el archivo del Romancero (cf. Diego Catalán, El archivo del romancero, Patrimonio de la Humanidad: historia documentada de un siglo de historia, Madrid, Fundación Menéndez Pidal - Seminario Menéndez Pidal, Universidad Complutense, 2001, 2 vols.)

  5. La descripción del proyecto aludido en la nota 1, así como los primeros resultados de la digitalización y catalogación, ya pueden consultarse en esta dirección del repositorio de UAM: <https://repositorio.uam.es/handle/10486/681913>.

  6. Rafael Lapesa, «Menéndez Pidal, creador de escuela: el Centro de Estudios Históricos» [en línea], ¡Alça la voz, pregonero!: Homenaje a Don Ramón Menéndez Pidal, Madrid, Cátedra-Seminario Menéndez Pidal, 1979, pág. 45 [consultado en septiembre de 2018], disponible en <https://mdc.ulpgc.es/cdm/ref/collection/MDC/id/44041>. También Diego Catalán informa en la introducción a la Historia: «Desde antes de la creación del Centro de Estudios Históricos en 1910 Pidal había recurrido como soporte a lo que llamaba “papeletas”, clasificables mediante guías estructuradoras y almacenables en ficheros. Este sistema fue impuesto a sus alumnos de Doctorado y a los equipos de la sección filológica del Centro de Estudios Históricos (op. cit., pág. 105).

  7. Un ejemplo de separador está disponible en: <https://repositorio.uam.es/handle/10486/685131>

  8. Un ejemplo de texto impreso puede consultarse en: <https://repositorio.uam.es/handle/10486/681985>

  9. En la FRMP hay un gran fondo epistolar que recoge toda la correspondencia entre Menéndez Pidal y la intelectualidad de su época, muchos de ellos fieles colaboradores y discípulos. No obstante, en este epistolario (ya catalogado y digitalizado) no se encuentran referenciadas las cartas que están apareciendo entre las papeletas de los ficheros de la Historia de la lengua española. Estas cartas están aquí porque don Ramón estimó que, por su contenido, eran oportunas y reveladoras de ciertos aspectos lingüísticos sobre los que estaba escribiendo. El estudio de las mismas es muy útil, tanto para fechar las distintas secciones del cajón, y de algunas fichas, como para completar con datos académicos y personales las relaciones que Menéndez Pidal estableció con sus colegas de profesión.

  10. Estos últimos cajones podrían formar un conjunto más o menos uniforme con los del archivador 2, de contenido gramatical. Cf. Fernández-Ordoñez, op. cit.

  11. Es posible estipular una fecha de elaboración aproximada para muchas de las fichas a partir de la información contenida en ellas (por ejemplo, si aparecen reseñadas algunas referencias bibliográficas, con sus años). En otras ocasiones los datos biográficos, en general extraídos de las cartas personales, pueden ayudar a situar a don Ramón en algún momento concreto de la redacción de papeletas.

  12. A saber: algunas están entre los borradores de la Historia de la lengua española, otras en los cajones de vocabulario y otras en cajones de contenido específico de un tercer armario que hay en el despacho (en este mueble hay un cajón llamado «Historia de la lengua, partes 1.ª, 2.ª y 3.ª», otro con cuartillas, cartas y separatas que se llama «Lenguas prerromanas» y un tercero, «Onomástica romana»).

  13. Para la catalogación y el recuento se han considerado como «fichas», además de las papeletas tipo octavilla (recto y verso), el resto de materiales que no son tal, pero que se encuentran igualmente en los cajones. También se toman como fichas las cartulinas que sirven de separador de los contenidos. Muchos de estos separadores están incluso reutilizados y contienen información extensa. De momento, se han podido contabilizar las fichas de los cajones 1 a 10 y las cifras son las siguientes: (3) 2179; (4) 2205; (5) 1801; (6) 1944; (7)1737; (8) 1927; (9) 1942; (10) 2917.

  14. En la catalogación y subida al repositorio de la UAM el título ha sido modificado por el de «Protohistoria. Lenguas y pueblos prerromanos» que se ajustaba más al contenido del cajón, pues en él no se trata de la romanización.

  15. Las tres primeras fichas del cajón 1 recogen por escrito la voluntad de Menéndez Pidal sobre qué destino último debían tener los ficheros cuando él ya no estuviera. Son unas papeletas de gran valor, escritas casi a modo de testamento. Cf. Fernández-Ordoñez (op.cit.) para ver su transcripción. La primera de estas tres fichas está disponible en: <https://repositorio.uam.es/handle/10486/684260>

  16. Está bien documentado, especialmente por sus cartas, el gusto que don Ramón sintió siempre por la etapa primitiva de la historia de la lengua española, que él no consideraba accesoria, sino fundamental para entender el sistema lingüístico español posterior y la propia identidad nacional. De la importancia que concedió a estas cuestiones dan buena cuenta sus trabajos sobre el sustrato indígena publicados a lo largo de toda su vida, los cuales sin duda se nutrieron con la información de las fichas del cajón 1.

  17. Hay indicios de que la organización pudo haber sido distinta en el pasado. Por ejemplo, hay un separador que está vacío dentro de la 1.ª parte y se titula «Sufijos ligures» (es el vuelto de la ficha 576, que luego se usó para el recto, donde pone «Ilirios». ¿Quizás las fichas que estaban en su interior pasaron a la segunda parte, con el resto de sufijos?

  18. En esta representación general solamente se muestran los principales separadores de la primera parte, que corresponden a varios niveles de la jerarquía. Los títulos de los separadores a veces se han modificado levemente, con el fin de que representen mejor el contenido de las fichas a las que hacen referencia. Además se han establecido criterios de citación particular para escribir los nombres, lo cual era necesario para la correcta gestión de los metadatos (por ejemplo, la información lingüística se consiga ente comillas “ ”). En el repositorio digital de la UAM aparece la imagen de cada separador, de tal forma que siempre se puedan contrastar los títulos y cualquier otra información. Los 53 separadores, por orden de aparición, son: Lenguas y pueblos mediterráneos. Iberos; Área panmediterránea; Vocalismo mediter-ibero; Consonantismo mediter-ibero; Sonorización de consonante sorda agrupada; Prótesis vocálica ante “/r/”; Pueblos pirenaicos; Vascos; Lengua ibero-vasca; Lengua ibera; Ausencia de acento; Vocales abiertas; “/p/” y “/b/”; “/ʧ/” (“ch”) abundante; Lengua ibero-libia-bereber; Bereber (mapa); Toponímico ibero-bereber-canario; Voces iberas de gran extensión geográficas; Influencias fonéticas y morfológicas generales del vasco o ibero; “F- ”> “h-”; “h-”> “F-” /“F-”>“h-” dialectos itálicos; “F-” y “h-” en vasco; Voces ibéricas pasadas al latín; Influencias iberas y vascas en el romance español; Vocablos vascos o iberos en el español; El vasco antiguo y medieval. Su carácter; Latinismos en el vasco; Nombres ibéricos de persona; Vasco-iberismo; Toponímicos ibéricos de España extendidos fuera del País Vasco; Iberización de España y Aquitania; Dialectos ibéricos; Iberos de Valencia; Ligures; Ligures y pueblos afines del sur de Europa; Voces ligures; Área noroeste de España y ligur-ilírica; Ligures y pueblos afines venidos a Europa en muy diversas épocas; Ilirios; Ilirios [sic]; Primera Edad del Hierro; Los celtas; Mapas. Los celtas (siglos v y iii a.C.); Lengua céltica. Algún rasgo; Elemento celta; Voces célticas en el romance y fonética céltica; Fonética céltica. Sustrato; Celtas y lenguas célticas en España y en general. Historia y geografía; Toponimia céltica; Sonorización céltica; Sonorización de Italia; Portugal celta.

  19. Cf. para analizar este método, Diego Catalán, «El modelo de investigación pidalino cara al mañana» [en línea], ¡Alça la voz, pregonero!: Homenaje a Don Ramón Menéndez Pidal, Madrid, Cátedra-Seminario Menéndez Pidal, 1979, págs. 81-125 [consultado en septiembre de 2018], disponible en <https://mdc.ulpgc.es/cdm/ref/collection/MDC/id/44041>.

  20. Este «desorden» ha sido reflejado en la catalogación, mediante una nota en el campo «descripción».

  21. Cf. Ramón Menéndez Pidal, «Sobre el substrato mediterráneo occidental», Toponimia prerrománica hispana, Madrid, Gredos, 1968, pág. 71. Este artículo ya había sido publicado en 1939.

  22. Ficha disponible en: <https://repositorio.uam.es/handle/10486/684268>

  23. Ficha disponible en: <https://repositorio.uam.es/handle/10486/684285>

  24. Cf. Carlo Battisti, «Per lo studio dell’ elemento etrusco nella toponomastica italiana», Studi Etruschi, i, 1927, págs. 327-349; «Tarracina-Tarraco e alcuni toponimi del nuovo Lazio», Studi Etruschi, vi, 1932, págs. 287-338; Vittorio Bertoldi, «Prerogative culturali mediterranee nel lessico greco e latino», Archivio Glottologico Italiano, xxxi, 1931, págs. 91-92; «Problèmes de substrat», Bulletin de la Société de Linguistique de Paris, xxxii, 1939, págs. 93-184; «Sulle orme di Jakob Jud. Contibuto alla storia del lessico indigeno dell’Europa mediterranea» Romanica Helvetica, xx, 1943, págs. 230-245; Gino Bottiglione, Elementi prelatini nella toponomastica corsa, Pisa, Tipografia F. Simoncini, 1929; Francesco Ribezzo, «Carattere mediterraneo della più antica toponomastica italiana», Revista indo-greca-itálica, iv, 1920, págs. 62-78.

  25. Esta tesis de identificación absoluta entre la lengua vasca y la ibérica la defenderá sin reservas en las primeras décadas del siglo xx, aunque la matizará después en los años sesenta. Así lo declara en el artículo sobre el sustrato mediterráneo (op.cit., pág. 71).

  26. Ficha disponible en: <https://repositorio.uam.es/handle/10486/684315>

  27. Cf. Pedro Bosch Gimpera, «Ensayo de una reconstrucción de la Etnología prehistórica de la Península Ibérica» Boletín de la biblioteca Menéndez y Pelayo, iv, 1920, págs. 104-137; «La prehistoria de los iberos y la etnología vasca», Etnología de la península ibérica, San Sebastián, Eusko-Ikaskuntza - Sociedad de Estudios Vascos, 1926; Édouard-Paul-Lucien Philipon, Les peuples primitifs de l’ Europe méridionale, recherches d’histoire et de linguistique, París, Ernest Leroux, 1925.

  28. Apud. Jesús Antonio Cid, «Una cierta idea de los españoles. Caro Baroja y Menéndez Pidal ante la España primitiva y sus lenguas (y, en la otra orilla, Américo Castro)», Seminario conmemorativo del centenario de don Julio Caro Baroja, Madrid, Instituto del patrimonio cultural de España, 2018, págs. 169-184.

  29. Cf. Julio Caro Baroja, «Observaciones sobre la hipótesis del vascoiberismo considerada desde el punto de vista histórico», Emérita, xi, 1943, págs. 1-59.

  30. Cf. Resurrección María de Azkue, «Fonética vasca», Primer congreso de estudios vascos, Donostia-San Sebastián, 1919; Henri Gavel, «Eléments de phonetique basque» Revista Internacional de Estudios Vascos, xii, 1921; Grammaire basque, Bayona, Courrier, 1929; Hugo Schuchardt, Baskisch und Romanisch. Zu de Azkues baskischem Wörterbuch, Halle, Niemeyer, 1906; «La declinación ibérica», Revista Internacional de Estudios Vascos, i, 1908, págs. 553-564; Manuel Gómez Moreno, «Sobre los iberos y su lengua», Homenaje a Menéndez Pidal, iii, 1925, págs. 475-499.

  31. Las cartas están disponibles en: <https://repositorio.uam.es/handle/10486/684542>.

  32. A propósito de esto, escribe en una de las fichas: «si la arqueología no descubre ligures en España, lo sentimos/siento por la arqueología, es que no ha explorado bastante. No puede detenernos el que no se hayan encontrado en las pocas necrópolis exploradas un pedazo de ámbar o una hoz de cobre. Ya aparecerán. Todavía la trirreme prehistórica no está bien armada con sus tres órdenes de elementos literarios, lingüísticos y arqueológicos...» cf. ficha 523 (cajón 1).

  33. Para una explicación detallada de esta tesis, cf. Ramón Menéndez Pidal, «Lígures o ambroilirios en Portugal», Toponimia prerrománica hispana, Madrid, Gredos, 1968, pág. 159. Este artículo ya había sido publicado en 1943.

  34. Apud, Catalán, op. cit., pág. 225. Justo por estas fechas y aun desde antes (1942) don Ramón había vuelto a trabajar sobre los pueblos prerromanos, tema al que no retornaba desde el exilio francés, cuando había estado redactando el capítulo primero de la Historia de la lengua española y había asistido a un congreso internacional de Toponimia (1938). En 1942 había llegado a un acuerdo con Espasa-Calpe para escribir el prólogo a los dos volúmenes de la Prehistoria hispana de su Historia de España, y en eso estaba, aunque después abandonó este prólogo y lo sustituyó por el de «Los españoles en la historia».

  35. Carta fechada en marzo de 1944, apud, Catalán, op. cit., pág. 225. Hay más ejemplos de este intercambio de opiniones, el cual seguirá vivo hasta 1955, según hace constar Jesús Antonio Cid. Dirá Castro en una de las cartas, en 1952: «La verdad es que me ha parecido siempre muy mal el que ceda a la tentación de darle al zéjel, y a los Reyes Católicos, y a los ligures, etc. [...]» a lo que le contesta Menéndez Pidal unos meses más tarde: «Da Vd. por seguro que si yo me hubiera expatriado hubiera comprendido que el zéjel, los Reyes Católicos y los ligures eran niñerías que no vale la pena tratar. Alto ahí. Por todo paso menos por lo último, y no tendremos tranquilidad hasta que Vd. no me conceda que mis pobres ligures pueden tener tanta importancia en la constitución del pueblo español como los marranos». Apud. Cid, op.cit., págs. 179-180.

  36. Cf. Pedro Bosch Gimpera, Etnología de la península ibérica, Barcelona, Alpha, 1932; André Berthelot, «Les Ligures», Revue Archéologique, 1932, págs. 72-120; Henri D’Arbois de Jubainville, Les Premiers Habitants de l’Europe, d’après les écrivains de l’Antiquité et les travaux des linguistes, i, París, Thorin, 1889; Giacomo Devoto, «Illiri Tirreni Piceni», Studi Etruschi, xi, págs. 263-269; Richard Pittioni, «Die Urnenfelderkultur und ihre Bedeutung für die europäische Geschichte», Zeitschrift für celtische Philologie, xxi, 1938, págs. 167-204; Julius Pokorny, «Zur Urgeschichte der Kelten und Illyrier», Zeitschrift für celtische Philologie, xxi, 1938, págs. 55-166.

  37. Cf. Pedro Bosch Gimpera, «Los celtas. La civilización céltica en la península ibérica», Boletín de la sociedad española de excursiones, 1921; Henri Hubert, Les Celtes et l’ expansion celtique, París, La Renaissance du livre, 1932.

  38. Hay algunas fichas dedicadas a antropónimos, pero por lo general estas papeletas contienen información toponímica.

  39. Al menos esto es lo que parece indicar el hecho de que debajo de los títulos de los separadores estén escritas a lápiz las procedencias de las etimologías y estas suelen coincidir con los colores. La mano parece la de don Ramón, aunque no podemos saber si las anotaciones a lápiz fueron añadidas posteriormente.

  40. Algunos de los títulos de los separadores han sido levemente modificados en la catalogación con respecto de los originales, con el objetivo de reflejar mejor la información de las fichas que contenían. Todos los separadores de esta parte son, por orden de aparición en el cajón: Primer elemento de los nombres prerromanos; “Alba”, “Alesanco”, “Alcobendas”, etc; “Aliso”, “Alisantia”, “Elisontia”, “Ambra”, “Ambrones”, “Andorra”, etc; “ara-” “aranz-”, “are-” “arg-”, “arn-”, “arr-”; “Arte”, “Arta”, “Artana”, “Artiga”, “Astura”, “ata-”, “oca-”, “osa-”; “Badajoz”, “balma”, “balsa“; “Bance”, “Bayona”, “baet-”, “bait-”, “barc-”, “bard-”; “Barga”, “barn-”; “barr-” (“barro”, “barranco”); “Basa”, “Bayona”, “Bellugas”; “Bedón”, “Bedoya”, “Bedoña”; “Benasque”, “berna”, “bibester”, “belsa”, “bisca”; “berg-”; “Beyo” “desfiladero”; “Borivar”, “Bolivar”, “Bolugas”; “borm-”, “born-”, “borb-”; “Bouza”; “brig-”, “braca-”, “brion-es”; “bur-”, “burd-”, “burg-”, “bust-”; “cala-”, “cao-”, “canta-”, “camba-”, “cama-”; “carav-”; “cario-” “peña”; “carr-”, “carv-”; “cavia-”; “cea-”, “cend-”, “cerv-”; “Coruña”, “cogoll-”,“condado”, “cord-”, “corno-”, “coyanca”, “comba”; “cha-”, “chi-”, “deva-”; “dur-”, “Évora”, “Enneca”, “Eo”, “Hervés”, “Ésera”; “esguev-”, esquiv-”, “fala-”; “gav-”, “gabal-, “gabarr-”; “ganda-”; “Garai” = “Garrai”; “Garona”, “Garrafe”, “Gasca”, “Gatrefes”, “Gironda”, “Gobantes”, “gol-”; “gom-”, “gong-”, “gor-”, “gorri-”, “gov-”, “grava-”, “goya-”, “gui-”; “ib-”, “ibo-”, “iber-”, “ibarr-”; “Iliberris”, “inc-”, “ira-”, “iru-”, “is-”; “lam-”, “lang-”, “larr-”, “libi-”, “lora-”, “lupi-”, etc; “Maget-rit”> “Madrid”; “maga-”, “mena-”, “maña-”, “mara-”, “mazar-”, “mendi-”, “min-”, etc; “muño-” “colina”; “narb-”, “nerv-”; “nava-”; “nora-”, “nur-”; “ob-”; “ol-”, “om-”, “olb-”, “orb-”, “ord-”, “org-”, “orn-”, “oro-”; “pal-”, “pamp-”; “Páramo”, “Pelendones”, “Pisuerga”, “saga-”, “sal-”; “sald-”, “salm-”; “sang-”, “sarri-”, etc; “sapar-”/“sabar-”, “sava-”/“saba-”; “seg-”, “sag-”; “tag-”; “tal-”; “tama-”, “tavar-”; “tara-”, “tarrac-”, etc; “Tarracina”; “Toledo”, “Tolosa”; “Turia”, “Turgal”, “Turon”, etc; “ura-”, “urb-”, etc; “vega-”; “vega-”, “vel-”, “vind-”, etc; “Xufarros”, “zalam-”, “Zamora”, “Zayas”; “-ai”, “-ei” afro-sardo-ibérico; “-ain” en alto Aragón y Navarra; “-ao”; “-́abe”, “-ăva”; “-ăba”, “-ŏba”; “-́ŭba”, “-ōba”; “-ōba”, “-ēba”, “-ŏba” “-ŭba”; “avu/abu”, “avia/abia”; “-ava/aba”; “-oviu/obiu”, -ovia/obia”; “-berri”, “-barri”; “-briga”; “-ace”, “-ice”, “-oce”; “-ĭco”, sufijo céltico; “-aca”, “(-aga)” y “-aca” céltico femenino de “-acu”; “-acum”; “-ūco”, “-ūcco”; “-aecu”/“-aeccu”, “-aetao”; “-uǫca”, “-uŏcis”; “-ǫ́cco”; “-ecca”; “-acco”, “-acca”; “-ịccu”; “-di”, “-ude”, “-ide”; “-adia”; “-dunum”; “-́aga”, “-́iga”; “-agia”/“-adia”, “-egio”, “-ogio”; “-egia”, “-egia”, “-igi” ibero; “-gorri”; “-i” átona; “-ŏla”, “-ălo”; “-ella”; “-mo”, “-ma”; “-ă)ma”, “-ĭ)ma”, “-ŏma”; “-amo”, “-imo”; “-mbr”, “-mn”; “-ăna”; “-anes”; “-eno”, “-ena”; “-én”, “-án”; “-ina”, “-ino”; “-ona”, “-one”; “-ōn”, “-ōna”; “-ōnia”, “-ōnia”; “-inio”, “-enn”; “-anco”, “-onca”, “-inco”; “-anĭca”, “- onĭco”; “-anda”, “-ande”, “-andi”, “-enda”, “-endo”, “-endi”; “-ōnda”, “-ōndo”; “-ante[s] “-ont”, “-unt”; “-antia”, “-entia”, “-ontia”, “-antio”; “-óa”, “-oi” ligur africado; “-ŏra”, “-ăra”; “-ăra”, “-ăno”, “-ălo” mezclados; Sufijo átono; “-āra”, “-ūro”; “-orĭca”/“-arĭca”/ “-irĭca”; “-rd-”; “arno”, “-orno”; “-rite”, “-rĭtum”; “-arro”/“-erro”/“-orro”, “-rra”; “-usiu”; “-áse”/“-asse”, “-ese”/”-esse”, “-ise”/”-isse”; “-ŏsse”; “-asa”, “-esa”, “-̄isa” “-ués”, “-ussa”; “-sămŏ”, “-sămā”; “-asco”, “-osco”; “-́ita”; “-aetao”; “-ētum”, “-ētes”/“-ātes”; “-táno”; “-etio”; Terminación toponímica “-toi”; “-atte”, “-ittu”; “-́ua”, “-úa”; “-úy”; “-ex”, “-ix”, “-ox”; “-oya”; “-ez”, “-oz”, “-uz”, “-iz”.

  41. El número total de separadores es 163. Como en el cajón 1, algunas veces los títulos se han reformulado para una mejor comprensión. Por orden de aparición, son: Elemento púnico y fenicio; Romanización (siglos iii-i a.C.); Conquista y formación del Imperio. Conquista de España romana; Romania, su constitución y extensión; Consolidación del occidente imperial (60 a. C. [Galicia]-43 d.C. [Britania]). Desde César a Claudio; Conquista de la Romania. Mapas; Romanización de España. Mapas; Latín vulgar. El espíritu cristiano-bárbaro (siglos i-iv); Nuevo latín. Latín vulgar general; ¿Unidad del latín vulgar?; Fonética del latín vulgar; Morfología y sintaxis del latín vulgar; Formas analíticas en vez de otras sintéticas. Hipérbaton; Sufijos; Sufijos “-ano”, “-ana”. España; Sufijos “-tanus”, “-anus” (“-enus”, “-en”); Sufijos “-tania”, “-ania”; Sufijo “-icus” y otros y toponimia romana; Sufijos “-ino”, “-iego”, “-eño”, gentilicios; Vocabulario del latín vulgar; Fraseología del latín vulgar; Latín vulgar hispano; Romanización de España y general antes de CÉSAR, CAYO JULIO (60 a.C.); Romanización de España y general durante el Imperio; El siglo hispano de la literatura latina de Nerón a Trajano (50 a 100 d.C.); Emperadores hispanos y provinciales en general (siglo ii d.C.); Romanización (siglos iii-iv d.C.); Escritores hispanos (siglos iv-v d.C.); Fin de las lenguas indígenas; Vasco; Toponimia vasco-ibera. Traducción por los árabes y los godos; Sustratos; Tribus o gentes prerromanas; Sustratos indígenas o itálicos en el latín imperial; Fonética del latín hispano; Morfología y sintaxis del latín hispano; Vocabulario latín hispano; Voces ibéricas o célticas propias del latín hispano; Voces latinas propias del latín hispano. Formaciones peninsulares; “Oveja”. “Despertar”. “Apagar”. “Comprar”; Vocabulario náutico latino; Hispanismos en extranjero; Articulación del latín hispano en la Romania; Oriental y occidental (articulación imperial); Meridional y septentrional (articulación imperial); Articulación sur-itálica del latín hispano (osco y no osco); Colonización; Latín vulgar y osco y otros dialectos itálicos; Vocalismo; Asimilación de “MB”>“m”, “ND”>“n” , “LD”>“d”; Sonorización de oclusivas agrupadas con nasal o líquida (“N”, “L”, “R” + “P”, “T”, “K”); Palatalización de “-LL-” y “-NN-”; Acusativo con “a” y neutro pronominal; “Tener” auxiliar y pluscuamperfecto; Léxico; Área daco-hispana; Diptongo en sílaba trabada; Diminutivo “-ico”; Área vasco-aquitana-aragonesa; “Paniquesa”. “Lagarto”; España de Diocleciano. Diócesis visigodas; Latín vulgar. Evolución hasta 414 d.C.; Cronología; Palatalización de “LY”, “NY” antes del fin del Imperio; Palatalización de C’L, T’L; Palatalización de “C’L”; Palatalización de “LL”; Palatalización de “TY” o “SY” asibilado (siglos ii-iv d.C.); Palatalización de “GE”, “GI” (siglo iv d.C.); Palatalización de “KY” (siglo iii d.C.); Palatalización de “DY” (siglos iv-v d.C.); Africación de sonoras (siglo ii d.C.); Pérdida de “DY”, “GI”; Inflexión de vocal + yod; Diptongación; Pérdida de la consonante sonora que sigue a la vocal pretónica o postónica; “AU”, “AL” + consonante> “o”; Pérdida de vocal pretónica o postónica; Pérdida de “-e” final; Pérdida de consonante sonora postónica en paroxítonos; Orígenes latinos de “/ʧ/” (“ch”) y “/ʃ/” (“x”); Pérdida ocasional de “-o”, “-e” finales; Varia; Latín literario; Causas del cultismo; Instituciones latinizantes; Ideas inexistentes en el hablar popular; Ideas técnicas; Ideas abstractas; Matices especiales de ideas populares existentes; Mero ennoblecimiento de la expresión ya existente; Lucha de voz ennoblecida y de voz vulgar. Resultados varios; Forma del cultismo; Evolución fonética antigua; Evolución de vocales según norma latino vulgar; Sorda sonorizada, sonora perdida; Postónica y pretónica perdidas; Grupos cultos simplificados; Evolución fonética tardía; Vocales evolucionadas tardíamente en cultismo; Consonantes varias. Evolución tardía en cultismos; Grupos cultos simplificados en lo moderno; Adaptación analógica/morfológica antigua; Adaptación antigua de prefijos y sufijos tónicos; Adaptación analógica/morfológica tardía; Cultismo primitivo llega hasta Alfonso X (siglo xiii); Cultismo del Renacimiento cortesano (1430-1490); Cultismo gongorista; Elemento griego; Elemento germánico. Fonética y generalidades; Elemento germánico primitivo o latino; Fraccionamiento y disolución del Imperio. El reino visigodo (siglos v-viii d.C.); Los grandes grupos nacionales como última articulación de la Romania; Desmembración de la Romania. Superestratos; Época visigótica (414-711); Reino tolosano y toledano. Los escritores; Hidacio, Isidoro, Ildefonso. Aislamiento y demás condiciones políticas; San Isidoro (636) y escuela de etimologías (624-630); Gramática. Fonética y morfología; Evolución del idioma. Cambios más generales, románicos en gran parte; Innovaciones propias de toda España que la distinguen del resto de la Romania; Sonorización de sordas (siglos V-VI d.C.); Asibilación tras la palatalización de “KE”, “KI” (siglos v-vi d.C.); Vocalización de “K” en “KT”; Pérdida de conjugación “-ĔRE” posterior a pérdida de postónica; Vocabulario visigótico; Neologismos latinos; Grecismo visigótico; Elemento gótico; El superestrato germánico; Voces de presumible propagación en el reino tolosano; Voces de presumible propagación en el reino toledano; Prestamos germánicos, no góticos; Toponimia germánica; CAMPI GOTHORUM. Toponimia con raíz vinculada a “Godos, Romanos, Tercia”; Toponimia germánica acumulada al noroeste; Apelativos germánicos en toponimia; Nombres de persona; Los tres focos lingüísticos; Áreas centrales: toledano-legionense-cesaraugustanas; Vascones en Gascuña; Romanización de vascos; Toledo centro lingüístico; Causas de la diferenciación dialectal; La raza y la lengua; Circunstancias geográficas; Fecha de la romanización. Dialectos latino-vulgares; Diócesis y divisiones romanas. Causas de dialectos; Los reinos medievales; Grupos culturales, etnografía. Varios; Carácter de los principales romances; Condiciones especiales del español. La Reconquista. Uniformidad dialectal; Dialectos románicos. Mapas; Gallego y portugués; Catalán y provenzal; Picardo, francés, provenzal; Dialectos italianos; Dialectos en Francia: su vitalidad; Rumano. Escasez de dialectos.

  42. Un ejemplo es la ficha 965, disponible en: <https://repositorio.uam.es/handle/10486/683015>; o la 967: <https://repositorio.uam.es/handle/10486/683017>

  43. Cf. Édouard Bourdiez, Élements de linguistique romane, París, C.Klinck-sieck, 1910; Joseph Carnoy, Le latin d’Espagne d’après les inscriptions: étude linguistique; Friedrich Christian Diez, Grammatik der romanischen sprachen, Bonn, E. Weber, 1882; Charles Hall Grandgent, An introduction to vulgar Latin, Boston, Cornell University Library, 1907; Emil Hübner, Monumenta linguae ibericae, Berlín, Georg Reimer, 1893; Antoine Meillet, Esquisse d’une histoire de la langue latine, París, Hachette, 1928; Wilhelm Meyer-Lübke Grammaire des langues romaines, Paris, H. Welter, 1890; Einführung in das Studium der romanischen Sprachwissenschaft, Heidelberg, Winter, 1909; George Millardet, Linguistique et dialectologie romanes. Problèmes et méthodes, Montpellier, Soc. des Langues Romanes, 1923; Friedrich Georg Mohl, Introduction à la chronologie du latin vulgaire, Paris, Librarie Emile Bouillon, 1899; Hugo Schuchardt, Der Vokalismus des Vulgärlateins, Leipzig, Teubner, 1866; Karl Vossler, Geist und Kultur in der Sprache, Heidelberg, Carl Winter, 1925.

  44. Cf. Eugène Albertini, Les divisions administratives de L’Espagne romaine, París, E. de Boccard, 1923; Juan Francisco Masdeu, Historia crítica de España, Madrid, A. de Sancha, 1783; Adolf Schulten, Hispania, Barcelona, Tipografía la académica, 1920.

  45. Don Ramón era consciente de la carencia de estudios importantes sobre el cultismo, y así lo manifiesta en su Manual elemental de gramática histórica española: «las voces cultas, por la pobreza de su desarrollo, no ofrecen interés tan grande para la etimología, y no hablaremos de ellas sino por nota.–Mas por otra parte, en el estudio histórico-cultural del idioma los cultismos tienen una importancia principalísima, siendo lamentable que su conocimiento esté hoy tan atrasado» (Ramón Menéndez Pidal, Manual de gramática histórica española, Madrid, Espasa-Calpe, 1940, pág. 14.). La parte de la cita que se muestra entre guiones no aparece hasta la edición de 1925.

  46. Ficha 1095. Disponible en: <https://repositorio.uam.es/handle/10486/683182>.

  47. Cf. Ernst Gamillscheg, Romania Germanica: Sprach- und Siedlungsgeschichte der Germanen auf dem Boden des alten Römerreiches, Leipzig, Berlín, Die Burgunder. Schlußwort. W. de Gruyter & Co, 1934-1936, 3 vols; Eduardo Pérez Pujol, Historia de las instituciones sociales de la España Goda, Valencia, Estab. Tip. de F. Vives Mora, 1896; Marcelino Menéndez y Pelayo, Historia de las Ideas Estéticas en España, 2 vols. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1974.

  48. Cf. Wilhelm Meyer-Lübke Romanische Namenstudien. 1.Die Altportugiesischen Personennamen Germanischen Ursprungs, Viena, 1904; José Leite de Vasconcellos, Liçoes de Filologia Portuguesa, Lisboa, M.Texeira, 1911.

  49. Cf. Aurelio A. da Costa Ferreria, «Crânios Portugueses», aula de anthropologia da universidade de coimbra, Coímbra, Universidad de Coímbra, 1904; A Galiza e as províncias portuguesas do Minho e Trás-os-Montes: contribuição para o estudo das relaçoes antropológicas entre Portugal e Espanha, Coímbra, Universidad de Coímbra, 1913; Luis de Hoyos Sainz, Técnica antropológica y antropología física, Madrid, Asilo de Huérfanos del S.C. de Jesús, 1899; Federico Olóriz, Distribución geográfica del índice cefálico en España deducida del examen de 8368 varones adultos: memoria presentada al Congreso Geográfico Hispano-Portugués-Americano en sesión de 19 de octubre de 1892, Madrid, Memorial de Ingenieros, 1894.

  50. George Millardet, op. cit.

  51. Cf. José Leite de Vasconcellos, Estudios de philologia mirandesa, Lisboa, Imprenta Nacional, 1900, y Esquisse d’une dialectologie portugaise, Paris, Aillaud & cie, 1901; Gheorghe I. Bratianu, Un enigma e un miracolo storico: il popolo romeno, Bucarest, 1942; Ovid Densusianu, Histoire de la langue roumaine, Paris, Leroux, 1901-1938; Giorge Pascu, Sufixele Romanesti, Bucarest, Socec, C. Sfetea, P. Suru, 1916; Günther Scholz, Rumänisch und Spanisch Leipzig, A. Edelmann, 1929; Antoni Griera, La frontera catalano-aragonesa, Barcelona, Institut d’Estudis Catalans, 1914; Milá i Fontanals, Obras completas, Barcelona, Librería de Álvaro Verdaguer, 1890; Heinrich Morf, Zur sprachlichen gliederung frankreichs Berlín, editorial de la Real Academia de Ciencias, 1911; Federico Kürschner, L’ italiano parlato, Leipzig, O.R. Reisland, 1898; Nunzio Maccarrone, La vita del latino in Sicilia fino all’ età Normanna, Florencia, B Seebu, 1915.

  52. Cf. Ramón Menéndez Pidal, «Sobre las vocales ibéricas e y o en los nombres toponímicos» Revista de Filología Española, v, Madrid, 1918, págs. 225-255.

  53. Lapesa, op. cit., pág. 73.

  54. La carta de Aníbal Otero está disponible en: <https://repositorio.uam.es/handle/10486/684031>

  55. Cf. Epistolario Joan Coromines & Ramón Menéndez Pidal, José Antonio Pascual y José Ignacio Pérez Pascual (ed.), Barcelona, Curial, 2006; y sobre esta edición, José Polo, «La edición (2006) de la correspondencia “Corominas/Menéndez Pidal”: (ecdótica, bibliografía, umbral historiográfico)» [en línea], Analecta malacitana. Revista de la Sección de Filología de la Facultad de Filosofía y Letras, xxxviii, 2015, págs. 293-336. [consulado en septiembre de 2018] disponible en < http://www.revistas.uma.es/index.php/analecta/article/view/4357>.

  56. Disponible en<https://repositorio.uam.es/handle/10486/682545>

  57. Esta carta no está referida en el Epistolario editado por Pascual y Pérez Pascual (íbid.). Vendría a ocupar el espacio entre una carta enviada por don Ramón, en marzo de 1939 y la siguiente de Corominas, el 21 de abril del mismo año.

  58. Disponible en <https://repositorio.uam.es/handle/10486/682862>

  59. En el Epistolario (íbid.) se transcribe esta carta y se dice que es la primera. No obstante, los editores indican que el texto que toman de base es un borrador, por no contar con la misiva original enviada. La del cajón es, por tanto, la carta original que finalmente mandó Corominas, la cual no se había localizado hasta el momento. Se pueden observar diferencias entre ambos textos que demuestran que esta es la versión terminada.

  60. Disponible en <https://repositorio.uam.es/xmlui/handle/10486/683364>

  61. Las Memorias pueden consultarse aquí: <http://www.edaddeplata.org/tierrafirme_jae/memoriasJAE/index.html>

  62. Cf. Pedro Bosch Gimpera, «Glockenbecherkultur», Reallexikon der Vorgeschichte, Max Ebert (ed.) iv, Berlin, Walter Gruyter & Co. 1926.

  63. Cf. Adolf Schulten, Numantia- Ergebniss der Ausgrabungen, I. Die Keltiber und ihre Krige mit Rom, Múnich, Bruckmann, 1914 y Geschichte von Numantia, Múnich, Piloty u. Loehle, 1933.

  64. En una carta de 1939, Rosenblat escribe a don Ramón, que estaba en París: «le mando a usted algunas papeletas, en parte para recordar tiempos pasados».

  65. Los investigadores que actualmente conforman el equipo de trabajo de la FRMP llevan ya un tiempo estudiando activamente la vida y obra de María Goyri, reivindicando la importancia de esta mujer adelantada a su tiempo, intelectual y filóloga. Se pueden consultar los aspectos esenciales de su biografía y trayectoria en la web de la FRMP (<http://www.fundacionramonmenendezpidal.org/mariagoyri/>). Asimismo, Jesús Antonio Cid, presidente de la Fundación, publicó una muy útil bibliografía. Cf. Jesús Antonio Cid, «Bibliografía de María Goyri (versión preliminar)» Litterae Vasconicae: euskeraren iker atalak, xiv, 2014, págs. 51-63.

  66. Mucho más podría decirse sobre el resto de colaboraciones de los dos cajones, pero su estudio detenido se realizará en futuros trabajos, cuando todas las manos de escritura estén identificadas.

  67. Cf. Pedro Bosch Gimpera, «Ensayo de una reconstrucción de la Etnología prehistórica de la Península Ibérica», Boletín de la Biblioteca Menéndez y Pelayo, iv, 1922, págs. 104-137 y 227-281.

  68. El mapa está disponible en: <https://repositorio.uam.es/handle/10486/683466>.

  69. El mapa está disponible en: <https://repositorio.uam.es/handle/10486/683458>.

  70. Los dos mapas están disponibles en: <https://repositorio.uam.es/xmlui/handle/10486/683903>.

  71. Varios mapas sobre los límites dialectales de Francia están disponibles en: <https://repositorio.uam.es/handle/10486/684059>; y sobre los de Italia: <https://repositorio.uam.es/handle/10486/684071>.

  72. Cf. Juan Álvarez Delgado, Miscelania Guanche, La Laguna, Instituto de Estudios Canarios de la Universidad de La Laguna, 1942; Salvador del M. Gilbert, Los Sports. Pelota Vasca, Barcelona, Sintes, 1915; Emil Hübner, «Nuevos estudios sobre el antiguo idioma ibérico», Revista de archivos, bibliotecas y museos, i, 1897, págs. 241-246.

  73. Cf. José Ortega y Gasset, La rebelión de las masas, Madrid, Revista de Occidente, 1929; Lorenzo Riber, Un Celtíbero En Roma. Marco Valerio Marcial, Madrid, Espasa Calpe, 1941; Hippolyte Taine, The Philosophy of Art , New York, Holt & Williams, 1873; Julio Casares, Crítica efímera, Madrid, Saturnino Calleja, 1918; Ramón Menéndez Pidal, Poesía juglaresca y juglares: aspectos de la historia literaria y cultural de España, Madrid, Centro de estudios históricos, 1924.

  74. Cf. Nuncio Maccarrone, Introduzione allo studio del latino volgare / C.H. Grandgent, Milán, U. Hoepli, 1914; Américo Castro, Introducción al estudio de la lingüística romance/ W. Meyer-Lübke, Madrid, Revista de Archivos, 1914.