Nota bibliográfica
Gracián, Baltasar, El Héroe


Boletín de la Real Academia Española
[BRAE · Tomo XCVII · Cuaderno CCCXV · Enero-Junio de 2017]
http://revistas.rae.es/brae/article/view/181

 

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Gracián, Baltasar, El Héroe. Edición facsímil (Huesca, Juan Francisco de Larumbe, 1637), prólogo de Aurora Egido, Zaragoza, Gobierno de Aragón e Institución Fernando el Católico, 2016.

 

La primera obra de Baltasar Gracián, El Héroe, se imprimió como un librillo en tamaño veinticuatroavo a nombre del hermano del autor, Lorenzo Gracián, en Huesca, por el impresor Juan Francisco de Larumbe, en 1637. La impresión la amparaba Vincencio Juan de Lastanosa, a quien el autor dirige una de las dos dedicatorias que aparecen en la edición. La otra (que parece también escrita por Gracián) la rubrica el prócer oscense, que dedica la obra, a su vez, a Felipe IV. Siendo la primera obra impresa de Baltasar Gracián, aunque aparece como de su hermano Lorenzo para soslayar los permisos que nuestro autor precisaba de los jesuitas, ya pone de manifiesto no solo los intereses del autor aragonés en materia de instrucción de praxis moral, sino también en lo relativo a la forma y al estilo que se harían distintivos del autor.

Bajo la pretensión de formar un «varón gigante», «un varón máximo» por sus prendas y sus hechos, presenta una especie de espejo de príncipe en miniatura, con pocas reglas y destinado al hombre común; una guía no para gobernar a otros, sino para gobernarse a uno mismo. En cuanto al estilo, ya se manifiesta aquí seguidor del aticismo senequista lipsiano, concretado para los que escribían en latín por Henri van de Putte en su De laconismo syntagma (1609) y adaptado a la lengua vulgar por el boloñés Virgilio Malvezzi con obras que fueron leídas con pasión, traducidas e imitadas en español en la década de los años treinta del siglo xvii: Romulus, Il Tarquinio Superbo y Ritratto del privato politico cristiano. Con su primer libro impreso, Gracián ya manifiesta una postura a la vez política, retórica, filosófica, moral y artística que le acompañará en las obras posteriores.

Hasta hace muy poco tiempo, solo había especulaciones acerca de la primera edición de El Héroe de Gracián, habiéndose perdido todo vestigio de ella durante siglos. En el año 2013, la Biblioteca Nacional de España compró a Antonio Mateos el único ejemplar conocido (Huesca, por Iuan Francisco de Larumbe, 1637) y Aurora Egido, reputada especialista en el autor, que ya había publicado con estudio previo las ediciones facsimilares de las primeras ediciones de todos los libros de Gracián, se percató de la importancia de esa adquisición. A falta de la primera edición de El Héroe, Egido había publicado en 2001 la edición facsimilar del manuscrito autógrafo conservado en la BNE (Ms. 6643) y de la edición de Madrid de 1639, pero con esta tan deseada como inesperada aparición del ejemplar único de la primera edición se arroja luz importante sobre algunas cuestiones y se despejan algunas incógnitas planteadas hasta el momento.

La Institución Fernando el Católico de Zaragoza y el Gobierno de Aragón han realizado la edición facsimilar de este ejemplar hasta ahora único, acompañado de un prólogo sustancioso de Aurora Egido, que pone de manifiesto la importancia del hallazgo y apunta nuevas vías de investigación.

El prólogo de Egido aclara que, contrastado el texto del autógrafo con el de la editio princeps, las diferencias son notables, y se mantuvieron en la edición de 1639. Durante muchos años, a partir de referencias dadas por Vincencio Antonio de Lastanosa, hijo del mecenas de Gracián, se tenía noticia de que la princeps se había producido en Huesca, en 1637, pero él no aludía al impresor, y algunos testimonios tardíos, al referirse a los dos destinatarios de la obra, suscitaron la controversia sobre si eran una o dos las ediciones de 1637. A juicio de Egido, la edición hallada despeja esas dudas, pues en ella se incluyen las dos dedicatorias, y no hay por qué mantener ya la sospecha de que pudo haber dos ediciones oscenses de El Héroe en el mismo año. Tan solo queda una inseguridad relativa a la mención de Ustarroz de la edición de 1637, asociada al tamaño 16o , y no el 24o real. Pero dado que para alguien no especialista en imprenta era fácil confundir los plegados paralelos y los plegados combinados (binarios y ternarios), ese detalle parece poco relevante para mantener la hipótesis de una edición diferente. Se descarta, asimismo, la sospecha infundada de una edición madrileña de El Héroe en 1630.

El hallazgo de la princeps permite cotejarla con la edición madrileña de 1639, de lo cual se deduce que hubo intervención directa en la edición posterior por parte de Baltasar Gracián. Esa edición, impresa por Diego Díaz de la Carrera, lleva en portada escrito: «En esta Segunda Impression nueuamente corregido», algo que repite la edición de Barcelona de 1640, a costa de Andreu Roure, impresa por Sebastián y Iayme Matevad, que reproduce a plana y renglón la licencia dada en Madrid para la edición de 1639, a pesar de que en ella se especificaba que se daba «por una vez no más», lo que evidencia que la edición barcelonesa se imprimió al margen de los cauces legales, con solo una aprobación firmada por Domingo Balle el 10 de enero de 1640, que explicita que esa es la tercera edición (no la segunda, como indica en portada). También carece de tasa.

El hecho de publicar a nombre de su hermano la obra, para soslayar los permisos de sus superiores eclesiásticos impidió a Gracián adquirir un privilegio, lo cual franqueaba la intervención de libreros que buscaban una ganancia segura (indicio claro de que la obra tenía éxito). El que en el colofón de la princeps aparezca «Con licencia, y priuilegio» no parece sino un intento de evitar las inevitables ediciones fraudulentas. De haber adquirido un privilegio, se habría copiado, especificando el tiempo de su validez. Aunque en España existía por entonces mucha regulación legislativa sobre los libros impresos, no había el suficiente control administrativo, sobre todo si la venta se producía en reino distinto del que había otorgado la licencia original.

Estas y otras cuestiones, dignas de estudio detallado, son posibles ahora gracias al hallazgo del único ejemplar de la editio princeps y de su difusión en formato facsimilar con el interesante prólogo de Aurora Egido. El Héroe ha atraído menos interés que otras obras del autor, y va siendo hora de que se le dedique el tiempo que merece: a las circunstancias que rodearon la impresión de la obra, a las variantes, a la tradición impresa, al análisis de las dedicatorias y preliminares (o falta de ellos en distintas ediciones), a las interesantes tachaduras y correcciones a pluma en el ejemplar encontrado, a realizar una edición crítica, en definitiva.

Aurora Egido da gracias en su prólogo, además de a las instituciones que facilitaron la edición facsimilar, a «la diosa Fortuna, que “risueña con unos, esquiva con otros”, como se dice de ella en El Héroe, lo puso en nuestras manos mientras buscábamos nuevos gracianes». No creo que fuera la Fortuna, sino la Ocasión, quien se le presentó, pues como es sabido, esta divinidad es calva por detrás, y hay que estar esperándola activa y diligentemente para poder asirla por el cabello tan pronto se la atisba, como decía el epigrama de Posidipo a propósito del cabello de la diosa sobre los ojos: «–Asírmelo puede el que salga / a mi encuentro». La incesante y activa tarea de Aurora Egido propició el toparse con la desaparecida edición de El Héroe, y su diligencia hizo que todos la disfrutemos.

Sagrario López Poza

Universidade da Coruña