SOBRE LA TILDE EN SOLO
Y EN LOS DEMOSTRATIVOS *


Boletín de la Real Academia Española
[BRAE · Tomo XCVI · Cuaderno CCCXIV · Julio-Septiembre de 2016]
http://revistas.rae.es/brae/article/view/159

Resumen: La tilde diacrítica se creó para diferenciar palabras tónicas de palabras átonas que son idénticas en la escritura (dé/de, sé/se, él/el). La tilde introducida para distinguir los pronombres de los adjetivos demostrativos (RAE: 1870) y el adverbio del adjetivo solo (RAE: 1880) no se ajusta a esta regla, pues opone dos palabras tónicas. La Academia ha mantenido el uso de la tilde en estos dos casos como máximo en situaciones de posible ambigüedad. En este trabajo se propone restringir su uso para diferenciar únicamente palabras tónicas de palabras átonas. Por un lado, las situaciones de real anfibología son escasas. Por el otro, la aplicación del criterio de posible ambigüedad nos llevaría a multiplicar los casos de tilde diacrítica de forma incontrolada.

Palabras clave: Ortografía; acento; tilde diacrítica; demostrativos; solo; ambigüedad.

ABOUT THE TILDE IN SOLO AND THE DEMONSTRATIVES

Abstract: The diacritical tilde was created to differentiate stressed from unstressed words that are identical in writing (de / de, sé / se, él / el). The tilde introduced to distinguish pronouns from demonstrative adjectives (RAE: 1870) and the adverb from the adjective solo (RAE: 1880) does not follow this rule, since it opposes two stressed words. The Spanish Royal Academy has maintained the use of the tilde in these two cases at most in situations of possible ambiguity. In this paper it is proposed to restrict the diacritical tilde use to differentiate only stressed words from unstressed words. On the one hand, real amphibology situations are scarce. On the other hand, applying the criterion of possible ambiguity would lead us to multiply cases of diacritical tilde in an uncontrolled way.

Keywords: Ortography; stress; diacritical tilde; demonstrative; solo; ambiguity.


Presentación

En 1925, el mejor fonetista hispánico de todos los tiempos, maestro de filólogos y de dialectólogos, don Tomás Navarro Tomás, se expresaba de forma contundente sobre la acentuación gráfica de solo:

Debería suprimirse, en beneficio de la claridad y sencillez de la ortografía, el uso, contrario a la pronunciación, de escribir solo, adverbio, con acento y solo, adjetivo, sin él1.

Su posición era igualmente clara sobre la norma de diferenciar mediante tilde los pronombres demostrativos frente a sus homógrafos adjetivos:

La Academia, Gram., 1917, pág. 491, se funda asimismo en razones fonéticas al explicar la costumbre establecida de escribir dichas formas sin acento como adjetivos y con acento como pronombres. Los resultados de mis observaciones no justifican dicha enseñanza. Los demostrativos, adjetivos o pronombres, aparecen normalmente como formas acentuadas []. En la pronunciación corriente, ni afectada ni enfática, ninguna diferencia prosódica se manifiesta entre unas y otras formas2.

Hoy, noventa años más tarde, admiramos tanto la transparencia de su postura como la modernidad de su tesis. Nos sorprende también que elemento tan ingrávido como una simple tilde continúe provocando tanta polémica, a veces tan alejada de la objetividad. La ortografía es, sin duda, la dimensión más interiorizada de la lengua. La hemos aprendido con esfuerzo continuado durante años, la hemos asimilado como un conocimiento inamovible, la percibimos como un dogma tridentino y la sentimos como una verdad absoluta. Cualquier propuesta de cambio nos genera zozobra y sentimiento de inestabilidad. Reaccionamos más con actitudes que con razones. Y, sin embargo, el filólogo ha de obrar con la serenidad de la razón, buscar coherencia y sencillez en las normas, porque este es el medio para conseguir una ortografía estable que beneficie a la lengua y a las generaciones futuras. Muchas modificaciones que fueron criticadas en su momento hoy se ven como normas incontestables y evidentes. En este trabajo pretendemos abordar el problema de la tilde en solo y en los demostrativos, tratando de seguir el camino de los argumentos. Defenderemos las siguientes conclusiones:

  1. El sistema de la acentuación ortográfica surge para resolver el problema de determinar en la lectura (especialmente la lectura en voz alta) y en la escritura la posición exacta de la sílaba tónica en el interior de la palabra (función prosódica). Para tal fin se diseñan las reglas generales de la acentuación.

  2. Las reglas de la tilde diacrítica se crean para resolver asimismo un problema de lectura, el que planteaban algunos pares de palabras homógrafas que se diferenciaban en la pronunciación por ser una tónica y otra átona. Las reglas generales de la acentuación no nos permitían saber si los monosílabos y los polisílabos que no llevan tilde son palabras tónicas o átonas. Aplicando únicamente las reglas generales de la acentuación, no se diferenciaría en la escritura la doble pronunciación de la secuencia No se acuerda de mi mamá. La aplicación de la tilde diacrítica permite solucionar la doble lectura: No se acuerda de mí mamá / No se acuerda de mi mamá. Por consiguiente, las normas de la tilde diacrítica tienen por función básica distinguir en la escritura (y, sobre todo, en la lectura) palabras homógrafas que se diferencian en la pronunciación por ser tónicas o átonas.

  3. Dado que las palabras tónicas y las palabras átonas pertenecen en español a diferentes categorías gramaticales, la exigencia de aplicar la tilde diacrítica para diferenciar voces tónicas de voces átonas implica que han de pertenecer a diferentes categorías. Este es un criterio derivado.

  4. Las normas de la tilde diacrítica constituyen un complemento de las reglas generales de la acentuación, por lo que deben aplicarse con prudencia y solo en los casos en que puedan solucionar problemas de lectura en voz alta.

  5. La tilde diacrítica no tiene por misión resolver posibles anfibologías léxicas, aun cuando cada significado se halle en relación con una categoría diferente. Hay, al menos, dos sentidos posibles asociados a dos categorías distintas en la secuencia Vino de Cariñena (vino, verbo, y vino, sustantivo) y no se distinguen por medio de la tilde diacrítica.

En este trabajo mostraremos los vaivenes por los que ha pasado el sistema de la tilde diacrítica, así como la confusión y la mezcla de criterios que han enmarañado el propósito inicial. Defenderemos la conveniencia de atenerse a la simplicidad del criterio primitivo. Se intentará demostrar que si se tomara la ambigüedad semántica como criterio de aplicación, los casos de tilde diacrítica se multiplicarían de forma incontrolada.

La acentuación y la lectura

Acento libre y acentuación

El español es una lengua de acento libre. Eso significa que la sílaba tónica puede situarse en diferentes posiciones dentro de la palabra: en la última sílaba (palabras agudas: café, religión), en la penúltima (llanas: domingo, enfermo), en la antepenúltima (esdrújulas: súbito, cántico) o incluso en sílaba anterior a la antepenúltima (sobresdrújulas: dígaselo). Uno de los propósitos de la ortografía española desde sus inicios fue establecer unas reglas de acentuación gráfica que permitieran determinar en la lectura y en la escritura la posición exacta de la sílaba tónica, incluso en palabras que no se hubieran visto con anterioridad3. Estas reglas deberían solucionar los problemas causados por la indeterminación gráfica4. Además, dada la distintividad de la posición del acento en algunas palabras, la necesidad de diferenciarlas mediante el recurso de la tilde era urgente para evitar casos de ambigüedad gráfica5: mino / terno / termi, culo / callo / calcu, bito / hato / habi, nimo / amo/ ani, pito / palto /palpi, imo / ulmo / ulti, sito / tranto / transi

Las reglas generales de acentuación y la lectura

Fue, pues, necesario crear un nuevo ámbito normativo dentro de la ortografía, el sistema de las reglas de acentuación. Este sistema se fue moldeando poco a poco a partir de los primeros ortógrafos del castellano y fue decantando en las sucesivas publicaciones ortográficas académicas. El hecho de no ser heredado del latín y no verse sometido a las presiones etimológicas (como sucedió con las letras), permitió crear un sistema muy trabado y casi sin fisuras en el cumplimiento de las funciones que se le asignaron.

Conviene destacar desde el principio que la finalidad esencial del sistema de la tilde es facilitar la lectura (más concretamente la lectura en voz alta, que es la que se practicaba en la docencia) y el aprendizaje del léxico. Así lo dice expresamente Juan de Valdés en el Diálogo de la lengua:

M. ¿Y querríades que todos usassen este señalar de acentos en el escrivir?

V. Sí querría, a lo menos los que scriven libros de importancia y los que scriven cartas familiares a personas que no son naturales de Castilla, porque a poca costa les enseñarían cómo an de leer lo que les escriven [Subrayado nuestro]6.

De igual forma se manifestaba el Prontuario de gramática castellana de 18707:

P. ¿Son absolutamente precisas todas esas reglas de los acentos?

R. Antes no se usaban, ó se usaban poco; y sin embargo, se entienden los manuscritos é impresos antiguos; pero los acentos facilitan la lectura [subrayado nuestro] dando desde luego á conocer el sentido y valor de lo que se lee; y parece natural que palabras escritas con unas letras mismas, y que tienen no obstante alguna diferencia de sonido, se distingan algo en la escritura. Por eso conviene escribir (por ejemplo) andén, batán, Bailén, César, cortés, marques, picaron. (RAE, Prontuario, 1870, pág. 28).

Huecos en las reglas de acentuación

Las reglas generales de la acentuación gráfica permitían ubicar con exactitud la posición de la sílaba tónica dentro de la palabra, pero no diferenciar entre voces homógrafas cuando una era tónica y otra era átona8. Se producían huecos que generaban dudas e incertidumbre en la lectura. Dado que algunas voces tónicas no llevan tilde (especialmente los monosílabos) y que las palabras átonas no la portan nunca, surgía un foco de errores o de dobles lecturas como las que se representan en los ejemplos siguientes (se marcan con negrita las que llevan intensidad):

‒Ante el peligro de todos sus ahorros. ‒Ante el peligro de todos sus ahorros.
Se despierta en la zozobra. ‒Se despierta en la zozobra.
Si lo sabe, lo dirá. ‒Si lo sabe, lo dirá.
‒Creo que si lo firmó, hay constancia. ‒Creo que si lo firmó, hay constancia.
El vino de Cariñena. ‒El vino de Cariñena.
‒Se lo trajo para el enfermo. ‒Se lo trajo para el enfermo.
‒Habla de mi Alberto. ‒Habla de mi Alberto.
‒Lo hizo para mi mamá. ‒Lo hizo para mi mamá.

Una excepción a las reglas generales de acentuación: la tilde diacrítica

Primeras tildes diacríticas

Los huecos o zonas de sombra de las reglas de acentuación se producían, sobre todo, entre los monosílabos. Con el fin de evitar ambigüedades gráficas que provocaban confusiones en la lectura, intuyeron pronto los ortógrafos la necesidad de introducir una tilde en algunos monosílabos tónicos con el fin de distinguirlos de formas homógrafas átonas. Ya encontramos una propuesta en Gonzalo Correas9. La Academia decidió desde muy pronto que algunos monosílabos tónicos debían llevar tilde para ser diferenciados de sus homógrafos átonos. En la segunda edición (1754) propone tildar tres monosílabos10:

TÓNICO (verbo) (verbo) (pronombre y adverbio)
ÁTONOde (preposición)se (pronombre)si (conjunción)

En la Ortografía de 1763, nueve años más tarde, se aplica el mismo principio para distinguir gráficamente otros dos binomios11:

TÓNICOél (pronombre) (pronombre)
ÁTONOel (artículo) mi (posesivo)

La incorporación de los relativos e interrogativos

Así continuaron las cosas durante ochenta años, hasta el Prontuario de ortografía castellana de 1844, que aportó novedades:

  1. Añadió a la lista la oposición entre el personal tónico y el posesivo átono tu.
  2. Aplicó la tilde diacrítica para diferenciar los interrogativos y exclamativos (siempre tónicos) de sus relativos correspondientes (átonos)12:
  3. Tónico Átono
    qué que
    quién quien
    dónde donde
    cuándo cuando
    cómo como13
    cuánto cuanto
    cuál cual14

    Con esta inclusión, ya no solo se marca la diferencia tónico/átono en monosílabos, sino también en pares de bisílabos cuya forma tónica no llevaría tilde en aplicación de las reglas generales de acentuación (donde, cuando, como, cuanto)15.

    La tilde diacrítica en las gramáticas académicas de finales del xix

    La Gramática de la lengua castellana de 1870

    Por primera vez, la Gramática16 de la RAE incorpora una parte dedicada a la Ortografía17. Aunque esta obra es conocida por sus excesos en la acentuación18, plantea de forma clara los principios de la tilde diacrítica y luego los aplica con coherencia. Parte de una formulación general, tanto para monosílabos como para bisílabos, en la que el criterio determinante es la oposición tónico /átono. Así dice para referirse a los primeros:

    Regla 2.ª

    Los monosílabos de más de una letra, y de una sola pronunciación, no llevan acento, como va, ve, di, fin, sol, Dios, dar, bien, luz, dos, tres, mil.

    Regla 3.ª

    Los monosílabos de más de una letra, y de doble pronunciacion, llevan acento cuando ésta es fuerte ó larga, y se omite cuando es breve ó débil19.

    En aplicación coherente de esta norma, se incluyen en la lista de los monosílabos afectados por la tilde diacrítica los siguientes: ál (‘otra cosa’) frente a al (a + el); (nota musical) frente a la (artículo y pronombre átono); 20 y 21 (notas musicales) frente a mi (posesivo) y si (conjunción); nós (pronombre tónico: ‘nosotros’) frente a nos (pronombre átono); (sustantivo) frente a te (pronombre átono); áun (antes del verbo) frente a aún (después del verbo); cuán (tónico) frente a cuan (átono).

    En lo que se refiere a las palabras bisílabas que poseen doble forma (tónica/átona) relacionada con doble sentido y no son discriminadas por las reglas generales de la acentuación, propone el mismo criterio. Se tildan las tónicas y no las átonas:

    Regla 12.

    Entre las palabras de más de una sílaba, las hay tambien de más de una pronunciacion. Se acentúan ó no por la misma regla que los monosílabos, ya expresada: sí, cuando suenan más; no, cuando suenan ménos; como las siguientes ó cualesquiera otras en casos iguales22.

    Basada en este criterio, la Gramática de 1870 aporta novedades respecto al Prontuario de 1844. La más importante es la inclusión de los dobletes de demostrativos. Se parte de un error de análisis no consciente (considerar que los adjetivos o determinantes demostrativos son átonos), pero la aplicación del criterio es correcta:

    I. Aquel, aquella, ese, esa, este, esta y sus plurales, tal vez necesitan acento cuando aparecen en la oración separados de las voces á que se refieren, como aquí se verá: Llegaron á Madrid el Conde y el Duque, declarado éste (ya se ve que se habla del Duque) competidor con el otro. Era llamado aquél (el Conde) hombre justo por excelencia. –No es ése Ramiro (no es Ramiro ese sujeto que me señalas), es el que está sentado23.

    Coherente es asimismo la inclusión entre las distinciones diacríticas de los dobletes luégo (adverbio)/luego (conjunción ilativa), éntre (de entrar)/entre (preposición), pára (verbo)/para (preposición), sóbre (verbo24)/sobre (preposición), cúyo (interrogativo)/cuyo (relativo). En resumen, la Gramática de 1870:

    La Gramática de la lengua castellana de 1880

    Correcciones

    Diez años más tarde, la Gramática de la lengua castellana de 1880 corrige parcialmente las innovaciones de su predecesora25:

    1. Se revoca la norma de colocar tilde en las notas musicales sí, mí, lá (>si, mi, la).
    2. Se elimina la diferencia gráfica entre los dobletes áun/aún, luégo/luego, éntre/entre, pára/para, sóbre/sobre.

    Los demostrativos

    La Gramática de 1880 prescribe asimismo el uso obligatorio de la tilde en los pronombres demostrativos masculinos y femeninos frente a sus correlatos adjetivos. En su justificación queda patente la creencia de que cumplen la condición de ser formas tónicas que se oponen prosódicamente a las formas átonas. Los dos conjuntos de demostrativos (tónicos y átonos) serían paralelos a los formados por los interrogativos y exclamativos (tónicos) frente a los relativos (átonos):

    La mayor acentuación prosódica que en la cláusula toman determinadas voces, cuando se emplean ya separadas de aquellas á quienes se refieren, ya con énfasis, ya en tono interrogativo ó admirativo, pide acento ortográfico también, innecesario por regla general en las mismas palabras. Tales son: este, esta, ese, esa, aquel, aquella, cual, cuyo, cuya, quien, cuanto, cuanta, y sus plurales; que, como cuando, cuan, cuanto, donde26.

    La extensión de la tilde a solo

    Esta Gramática tomará una decisión muy problemática en el sistema de la tilde diacrítica: diferenciar el adverbio solo frente al adjetivo solo (sólo/solo). Esta decisión causa extrañeza por dos razones:

    El Informe de Julio Casares

    Presentación

    Las decisiones ortográficas adoptadas por la RAE en 187028 se vinieron repitiendo de forma literal en las publicaciones sucesivas de la institución. Aunque en algunas ocasiones la Academia había manifestado la necesidad de poner al día sus normas ortográficas, la tarea no se aborda hasta mediados de siglo. El 8 de noviembre de 1951, Julio Casares presenta al pleno de la RAE un extenso informe titulado Problemas de prosodia y ortografía en el «Diccionario» y en la «Gramática»29 que va a servir de base para las discusiones y resoluciones tomadas por la RAE en las Nuevas normas de 1952. En este texto, Casares defiende el criterio de tonicidad: a la tilde diacrítica se le asigna la función de diferenciar una palabra fuerte y otra débil que tienen la misma forma sin más diferencia que la intensidad30, es decir, que se oponen como tónica y átona. Por ello, se encuentra con el problema que supone para esta esta teoría la aplicación de la tilde diacrítica a los demostrativos y a solo.

    Los demostrativos

    En lo que respecta a la diferenciación diacrítica de los demostrativos, advierte tres hechos que desaconsejan la aplicación de la tilde a esta clase de palabras:

    1. Basados en el mismo criterio, muchos gramáticos proponen extender la distinción por medio de la acentuación diacrítica a otras voces paralelas: aqueste, aquese, otro, esotro, unos, algunos, pocos, muchos… Casares considera que esta propuesta es coherente y que no puede rechazarse de plano, puesto que «se usan, en efecto, unas veces con valor adjetivo y otras con carácter pronominal»31. Por lo que, con el fin de no caer en el exceso, propone no aplicar la tilde diacrítica a los demostrativos:

      Creemos que la misma abundancia de las parejas que pedirían la tilde diacrítica, más de un centenar por nuestro cálculo, es ya suficiente motivo para no concederla32.

    2. Los gramáticos y los correctores de imprenta no se ponen de acuerdo a la hora de dilucidar en determinados casos concretos si un demostrativo determinado es pronombre o adjetivo. El comentario que adjunta es de gran sentido común:

      …lo significativo del caso es que sea posible tal discrepancia entre especialistas acerca de un precepto cuya aplicación se supone asequible a los profanos33.

    3. La idea de que las dos series de demostrativos (pronombres y determinantes) se diferenciaban por su tonicidad venía repitiéndose desde 1870 en las sucesivas gramáticas académicas34. Casares advierte que en este caso no se cumple tal condición prosódica:

      Esto aparte, conviene poner de relieve que al régimen actual le falta el fundamento prosódico en que pretende apoyarse, porque no está probado que los demostrativos en función adjetiva sean palabras débiles. La observación más bien demuestra lo contrario35.

      Como consecuencia, propone eliminar esta tilde:

      En vista de lo expuesto, nuestra opinión se inclina a resolver las dificultades advertidas suprimiendo el problema, es decir, prescindiendo del uso de la tilde en los demostrativos36.

    La voz solo

    La posibilidad de colocar tilde en el adverbio solo (para diferenciarlo del adjetivo homógrafo) había sido incluida por primera vez en la Gramática castellana de la RAE de 1880. Sin embargo, su inclusión carecía de valor normativo:

    Por otra parte, no se ajustaba a la condición prosódica exigida tradicionalmente por la RAE para aplicar la tilde diacrítica: la existencia de un par de palabras homógrafas diferenciadas por los rasgos ‘tónico’ / ‘átono’. Tanto la forma adverbial solo como la adjetiva son tónicas. No existía, por lo tanto, peligro de que se produjera error en la lectura37. Los dos sentidos38 de Fumé solo un cigarrillo se corresponden con una única articulación fónica y se reflejan en una sola transcripción: /fumé sólo un θigarríllo/. La ambigüedad es gramatical y sintáctica: se origina en la doble categoría, doble función y doble significado de la voz solo.

    Casares es consciente de que el binomio solo no satisface la condición prosódica. Sin embargo, se deja guiar por los casos de posible anfibología para admitir su uso.

    «Es cierto que solo, nombre o adjetivo, y sólo, adverbio, son voces igualmente fuertes. Lo que sucede aquí es que las ocasiones de anfibología son tan notorias y frecuentes que consideramos aconsejable trocar lo consuetudinario en preceptivo. Un ejemplo bastará para demostrarlo. Leemos, suprimida la tilde, “Pedro estuvo solo en el café una hora” y esto tanto puede entenderse en el sentido de que estuvo una hora “sin compañía” como en este otro sentido: Pedro estuvo “no más” de una hora en el café; puesta en cambio, la tilde, no cabe más interpretación que esta última»39.

    Las Nuevas normas de prosodia y ortografía (1952)

    Presentación

    En ese año la RAE publica unas «Nuevas normas de prosodia y ortografía»40, inspiradas parcialmente en el Informe de Julio Casares. Se reducen a unas 44 reglas que deberían ser engastadas en el capítulo Ortografía de la próxima Gramática, y tomadas en consideración por la nueva edición del Diccionario. Dichas normas entran en vigor el 1.º de septiembre de 1952, pero sin valor prescriptivo. Así lo expresa la Regla 44.ª:

    Las precedentes normas de prosodia y ortografía entrarán en vigor en la fecha que acuerde la Academia; pero su aplicación será potestativa hasta tanto que dichas normas se articulen en la nueva edición reformada de la Gramática41.

    Demostrativos

    El tratamiento que aplican a los demostrativos las Nuevas normas no siguen las propuestas del Informe de Julio Casares, que aconsejaba retirar la tilde en los pronombres y no ampliar su extensión a casos paralelos (otro, algunos, pocos, muchos…). Así dice la Regla 26.ª:

    El uso del acento ortográfico en este, ese, aquel, con sus femeninos y plurales cuando tienen carácter de pronombres, podrá extenderse a otros vocablos que, a semejanza de los demostrativos, pueden tener, a más de función adjetiva, otra pronominal: otro, algunos, pocos, muchos, etc. Será lícito prescindir de la tilde cuando de ello no resulte anfibología42.

    Solo

    En este apartado sí sigue la Academia el consejo de Casares, quien recomendaba «trocar lo consuetudinario en preceptivo». Así reza la regla 28.ª:

    En la regla c, núm. 540 se suprimirán las palabras «Por costumbre», a fin de que sea preceptivo acentuar gráficamente el adverbio sólo43.

    Las Nuevas normas de prosodia y ortografía de 1959

    Las Nuevas normas de prosodia y ortografía (1952), aunque sin valor prescriptivo, tuvieron una gran repercusión, especialmente en Hispanoamérica44. Hubo numerosas reseñas y discusiones, en las que intervino el mismo Julio Casares. Son objeto de estudio en el Segundo Congreso de Academias de la Lengua Española (Madrid, 22 de abril de 1956). Se realizó posteriormente una consulta a las academias y, basándose en las respuestas45, la RAE propone cambios en las normas de acentuación diacrítica de 1952. Así, aprueba y publica las Nuevas normas de prosodia y ortografía declaradas de aplicación preceptiva desde 1.º de enero de 1959. Trata las cuestiones de la tilde diacrítica en las reglas 16.ª y 18.ª:

    16.ª Los pronombres éste, ése, aquél, con sus femeninos y plurales, llevarán normalmente tilde, pero será lícito prescindir de ella cuando no exista riesgo de anfibología.

    18.ª La palabra solo, en función adverbial, podrá llevar acento ortográfico si con ello se ha de evitar una anfibología.

    En el cuadernillo Ortografía de 1969, la RAE incorpora las Nuevas normas al resto de la preceptiva ortográfica de la Gramática. Mantiene literalmente la formulación de 1959, añadiendo ejemplos:

    c) La palabra solo, en función adverbial, podrá llevar acento ortográfico si con ello se ha de evitar una anfibología: le encontrarás solo en casa (en soledad, sin compañía); le encontrarás sólo en casa (solamente, únicamente).

    d) Los pronombres éste, ése, aquél, con sus femeninos y plurales, llevarán normalmente tilde, pero será lícito prescindir de ella cuando no exista riesgo de anfibología. Existiría este riesgo en la oración siguiente: Los niños eligieron a su gusto, éstos pasteles, aquéllos bombones. Con tilde, éstos y aquéllos representan niños; sin tilde, estos y aquellos son determinativos de pasteles y bombones, respectivamente46.

    Se ha de destacar una decisión de facto tomada por la RAE poco después de las Nuevas normas de 1959: en las publicaciones que firma como autora no marca con tilde ni el adverbio solo ni los pronombres demostrativos. En el primer caso estaba apoyada por su misma norma. En los demostrativos se hacía una interpretación benigna: los casos de ambigüedad son prácticamente nulos. Así lo expresaba Manuel Seco47:

    En realidad, la ambigüedad no tiene por qué presentarse nunca, porque el contexto la resuelve en cada caso, de la misma manera que resuelve ambigüedades posibles del habla. Por consiguiente, al ser potestativo el uso de la tilde en el adverbio solo, lo más recomendable es atenerse a la norma general de no ponerla48.

    El Esbozo de una nueva gramática de la lengua española de 1973

    En 1973 la Real Academia Española publica una obra que, aunque de gran importancia en sus aportaciones, es considerada por la institución como una reunión y ordenación de materiales llamados a constituir la base de la futura Gramática de la lengua española. En la Advertencia inicial se esfuerza en dejar claro, incluso con realce tipográfico, que la obra no tiene valor prescriptivo:

    Por su carácter, pues, de simple proyecto, el presente Esbozo carece de toda validez normativa49.

    Dada la repercusión de la obra, aun teniendo en cuenta esta Advertencia, nos detenemos en una observación incluida en nota en la que dice seguir las prescripciones de las Nuevas normas de 1959:

    El uso de la tilde es potestativo en los dos casos (éste, ése, etc., y sólo). Es lícito prescindir de ella cuando no existe riesgo de anfibología (reglas 16.ª y 18.ª de las Nuevas normas de Prosodia y Ortografía, que entraron en vigor el 1.º de enero de 1959)50.

    El Esbozo, que dice seguir las Nuevas normas de 1959, deforma y desvirtúa sustancialmente el contenido de la regla que afectaba a solo. Recordemos que allí solo no se tildaba en casos normales y era potestativo únicamente en los casos de anfibología. Al intentar una solución común para los demostrativos y para solo, lo que hace el Esbozo es una deformación de las Nuevas normas a las que apela.

    Un año más tarde se publica la ORAE74 que, en el caso de los demostrativos y de solo sigue puntualmente (en teoría y en ejemplos) lo publicado por la ORAE69. Esta será la doctrina oficial hasta la aparición de la Ortografía de 1999, obra que adoptará la posición del Esbozo.

    La Ortografía de la lengua española de 1999

    Al igual que el Esbozo, esta obra51 ofrece un tratamiento unitario sobre la acentuación gráfica de los pronombres demostrativos y el adverbio solo. No se hace referencia al hecho de que tanto los pronombres como los adjetivos son tónicos. Prima el criterio de la duplicidad de sentido, por lo que obliga a utilizar la tilde únicamente cuando «exista» (caso de los demostrativos) o «quien escribe perciba» (caso de solo) riesgo de ambigüedad:

    1. Demostrativos: «Solamente cuando se utilicen como pronombres y exista riesgo de ambigüedad se acentuarán obligatoriamente para evitarla:

      Dijo que ésta mañana vendrá

      Dijo que esta mañana vendrá»52.

    2. Solo: «Cuando quien escribe perciba riesgo de ambigüedad, llevará acento ortográfico en su uso adverbial. Ejemplos:

      Pasaré solo este verano aquí (‘en soledad, sin compañía’).

      Pasaré sólo este verano aquí (‘solamente, únicamente’)»53.

    El Diccionario panhispánico de dudas de 2005

    Definición

    Este diccionario54 de elaboración y de vocación panhispánica nace con la voluntad de constituirse en un compendio lexicográfico de la norma existente. Ofrece una de las primeras definiciones explícitas de la tilde diacrítica:

    Se llama tilde diacrítica al acento gráfico que permite distinguir palabras con idéntica forma, pero que pertenecen a categorías gramaticales diferentes. En general, llevan tilde diacrítica las formas tónicas (las que se pronuncian con acento prosódico o de intensidad) y no la llevan las formas átonas (las que carecen de acento prosódico o de intensidad dentro de la cadena hablada)55.

    En esta definición, se señalan dos condiciones que han de cumplir las formas homógrafas para que puedan ser diferenciadas por medio de la tilde: pertenecer a diferente categoría56 y oponerse como forma tónica (la que lleva la tilde) y forma átona. No se alude en la definición al criterio de anfibología que, siguiendo a la OLE99, en el caso de los demostrativos y de solo, se va a imponer al criterio prosódico (‘tónico’ / ‘átono’).

    Demostrativos

    El Diccionario panhispánico de dudas (DPD) señala explícitamente que las palabras de esta clase pueden ser pronombres o adjetivos y que «sea cual sea la función que desempeñen, los demostrativos siempre son tónicos y pertenecen, por su forma, al grupo de palabras que deben escribirse sin tilde según las reglas de acentuación» (DPD, pág. 637). No cumplen la condición prosódica (‘tónico’/’átono’), por lo que se acude al criterio semántico (posible anfibología)57. Aunque con otra redacción, su posición prescriptiva no difiere de la expresada por las Nuevas normas de 1959 y de la OLE99:

    Por lo tanto, solo cuando en una oración exista riesgo de ambigüedad porque el demostrativo pueda interpretarse en una u otra de las funciones antes señaladas, el demostrativo llevará obligatoriamente tilde en su uso pronominal. Así, en una oración como la del ejemplo siguiente, únicamente la presencia o ausencia de la tilde en el demostrativo permite interpretar correctamente el enunciado: ¿Por qué compraron aquéllos libros usados? (aquéllos es el sujeto de la oración); ¿Por qué compraron aquellos libros usados? (el sujeto de esta oración no está expreso, y aquellos acompaña al sustantivo libros)58.

    Solo

    Los dos usos de esta voz satisfacen la condición gramatical (pertenecen a dos categorías: adverbio/adjetivo) y la condición ortográfica de base (no llevar acento según las reglas generales de acentuación). No se dice que incumplen la condición prosódica (los dos valores de solo son tónicos). La decisión prescriptiva es aquí muchísimo más dura que en las Nuevas normas (1959), sin duda por influencia del Esbozo y la OLE99, y también por buscar una norma uniforme con la que afectaba a los demostrativos:

    Ahora bien, cuando esta palabra pueda interpretarse en un mismo enunciado como adverbio o como adjetivo, se utilizará obligatoriamente la tilde en el uso adverbial para evitar ambigüedades: Estaré solo un mes (al no llevar tilde, solo se interpreta como adjetivo: ‘en soledad, sin compañía’); Estaré sólo un mes (al llevar tilde, sólo se interpreta como adverbio: ‘solamente, únicamente’); también puede deshacerse la ambigüedad sustituyendo el adverbio solo por los sinónimos solamente o únicamente59.

    La Ortografía de la lengua española de 2010

    Génesis

    Tras la presentación de la Ortografía de la lengua española de 1999, las academias de ASALE aprueban el proyecto de construir una nueva Ortografía, de gestación panhispánica, que estuviera a la altura de la lengua y de los tiempos. Todas las Academias participaron directamente en el proceso. Revisaron, estudiaron y formularon observaciones, críticas y propuestas a los sucesivos borradores. El texto básico fue sometido al estudio, discusión y modificaciones acordadas por la Comisión Interacadémica. El texto definitivo se aprueba el 28 de noviembre de 2010 en Guadalajara (México). El resultado fue una obra60 extensa, minuciosa, congruente en sus normas, exhaustiva para dejar el mínimo de espacios abiertos a la incertidumbre, bien fundamentada y clara en su argumentación.

    La tilde diacrítica

    Tras la descripción detallada del sistema de la representación gráfica del acento (capítulo ii), la obra realiza un análisis detenido de las características, principios y condiciones de aplicación de la llamada tilde diacrítica. En el párrafo inicial del apartado, se condensan algunas de sus características más relevantes:

    Al margen del uso de la tilde con función prosódica, regulado por las normas que se acaban de exponer, este signo también se ha utilizado tradicionalmente en español con función diacrítica (v. § 3.3.2), a fin de diferenciar en la escritura ciertas palabras de igual forma, pero distinto significado, que se oponen entre sí por ser una de ellas tónica y la otra átona, hecho que normalmente se asocia con su pertenencia a categorías gramaticales diversas (v. § 2.3.1). Esta tilde, que distingue algunas palabras tónicas de otras átonas formalmente idénticas, recibe el nombre de tilde diacrítica61.

    He aquí, enumerados en lista, los principios que rigen su uso, según el texto citado. La tilde diacrítica diferencia en la escritura:

    1. Palabras62 que no deberían llevar tilde según las reglas generales de acentuación.
    2. Palabras de igual forma escrita («diferenciar en la escritura ciertas palabras de igual forma»63, «formalmente idénticas»).
    3. Palabras «que se oponen entre sí por ser una tónica y la otra átona»64.
    4. Palabras a las que «normalmente se asocia con su pertenencia a categorías gramaticales diversas»65.
    5. Palabras de «distinto significado».

    A lo largo de la exposición se enumeran sus objetivos. La tilde diacrítica tiene por fin:

    1. Asegurar la lectura correcta: «facilitar su identificación rápida, la correcta lectura de los enunciados en los que aparecen»66.
    2. Evitar posibles ambigüedades67.

    Se exponen asimismo algunos consejos y normas de aplicación:

    1. Se ha de aplicar a palabras de empleo frecuente68.
    2. Se ha de utilizar con criterio restrictivo69.

    Demostrativos y solo

    La OLE10 admite que los conocidos binomios de los demostrativos y de solo satisfacen algunos de los rasgos que caracterizan a los términos discriminados por medio de la tilde diacrítica:

    1. Pertenecer a diferente categoría gramatical.
    2. Evitar posibles anfibologías. Era la razón en la que se basaban las ortografías desde los años cincuenta para proponer el uso de la tilde diacrítica70:

      –Trabaja sólo los domingos/Trabaja solo los domingos

      –¿Por qué compraron aquéllos libros usados?/¿Por qué compraron aquellos libros usados?

    No obstante, estos usos de la tilde no satisfacían la condición esencial de este recurso gráfico, pues las formas opuestas no cumplen el rasgo de ser tónicas, en un caso, y átonas, en el otro:

    … ese empleo tradicional de la tilde diacrítica no opone en estos casos formas tónicas a otras formas átonas formalmente idénticas (requisito prosódico que justifica el empleo de la tilde diacrítica) ya que tanto el adjetivo solo como los determinantes demostrativos son palabras tónicas, lo mismo que el adverbio solo y los pronombres demostrativos…71.

    Por otra parte, su papel en la resolución de posibles ambigüedades es muy limitado en el discurso:

    Las posibles ambigüedades son resueltas casi siempre por el propio contexto comunicativo (lingüístico o extralingüístico), en función del cual solo suele ser admisible una de las dos opciones interpretativas. Los casos reales en los que se produce una ambigüedad que el contexto comunicativo no es capaz de despejar son raros y rebuscados, y siempre pueden resolverse por otros medios, como el empleo de sinónimos (solamente o únicamente, en el caso del adverbio solo), una puntuación adecuada, la inclusión de algún elemento que impida el doble sentido o un cambio en el orden de palabras que fuerce una sola de las interpretaciones. En todo caso estas posibles ambigüedades nunca son superiores en número ni más graves que las que producen los numerosísimos casos de homonimia y polisemia léxica que hay en la lengua72.

    Constatada la rareza de los casos de posible doble interpretación, la Ortografía opta por eliminar la obligatoriedad de acentuación incluso en los casos de posible anfibología:

    Dado que tales casos son muy poco frecuentes y que son fácilmente resueltos por el contexto, a partir de ahora se podrá prescindir de la tilde en el adverbio solo y los pronombres demostrativos incluso en los casos de posible ambigüedad73.

    … a partir de ahora se podrá prescindir de la tilde en estas formas incluso en casos de doble interpretación74.

    La última edición del Diccionario de la lengua española de la RAE y ASALE (2014) se hace eco de la posibilidad de prescindir de la tilde en solo incluso en casos de posible ambigüedad. Curiosamente, la redacción es prácticamente la misma que la de las Nuevas normas de 195975:

    solo2. (Cuando hay riesgo de ambigüedad con el adj. solo, puede escribirse sólo). adv. Únicamente, solamente.

    La polémica sobre la tilde diacrítica

    Hasta dónde alcanza la norma

    La ortografía es el ámbito de la lengua que se halla más fuertemente ligado a la sensibilidad de los hablantes. Por un lado, es un código que ha sido aprendido con esfuerzo y continuidad a lo largo de toda la vida y, por otro, es un criterio de selección social, laboral y cultural. No es extraño que cualquier intento de modificación de una norma genere reacciones abundantes e incluso apasionadas76.

    La Ortografía académica de 2010 ha sido innovadora en la explicitud, en la exhaustividad e incluso en la simplicidad de sus descripciones y explicaciones. Pero no introduce modificaciones radicales. Sin embargo, sí ha generado agitación en las redes sociales. Y, como suele ocurrir, la pasión bloquea la perspectiva, hace olvidar cuál era la norma previa y, por otro, no atiende a las razones en las que la OLE10 fundamenta sus normas y recomendaciones. Pedro Álvarez de Miranda, refiriéndose a esta situación, apuntaba con gran claridad:

    A raíz de la publicación en 2010 de la última edición de la Ortografía de la lengua española de la Academia se ha extendido la idea de que entre las (muy pocas) palabras que ahora ya no llevan tilde y antes sí la llevaban se encuentran el adverbio solo y los demostrativos esteeseaquel, y sus femeninos y plurales, cuando funcionan como pronombres. Es increíble la capacidad de la gente para manejar la brocha gorda, para no enterarse bien de las cosas en cuanto estas presentan alguna complejidad, para prescindir de los matices. Pues es completamente inexacto que esas palabras tuvieran obligatoriamente que llevar tilde antes de 201077.

    Se podría añadir para completar el panorama: «Y asimismo es completamente inexacto que tengamos el deber de escribir esas palabras sin tilde ahora». En consecuencia: Ni antes era obligatorio poner siempre tilde a los pronombres demostrativos y al adverbio solo, ni ahora es preceptivo quitársela.

    Ortografía, tilde diacrítica y enseñanza

    ¿Cuáles son las causas de esta confusión sobre el alcance de las normas modificadas? ¿Por qué ese apasionado encastillamiento numantino en lo conocido? Sorprende escuchar que es necesario imponer la obligatoriedad de la tilde en todos los usos del adverbio solo y de los pronombres demostrativos masculinos y femeninos. Esto significa regresar a un estadio que nunca ha existido, como señalaba P. Álvarez de Miranda. ¿Por qué se solicita imponer una norma que nunca tuvo vigencia? Porque sí la tuvo, al menos en la enseñanza:

    1. En la infancia y en la juventud se nos enseñó a tildar de forma obligatoria el adverbio solo y los pronombres demostrativos masculinos y femeninos. Hacer lo contrario era considerado como falta ortográfica.
    2. Las enciclopedias escolares, los manuales de texto de enseñanza primaria, de enseñanza secundaria y de bachillerato, así como los escasos manuales de gramática que introducían un apartado ortográfico78, evitaban los matices en la definición79 y simplificaban la norma con reglas generales que no se atenían a la variable filigrana de doctrina académica. Las normas que se proponían eran de carácter universal:
      Se acentúan
      Éste, ése, aquél Cuando son pronombres.
      Sólo… Cuando es adverbio.
      No se acentúan
      Este, ese, aquel… Cuando son adjetivos.
      Solo Cuando es adjetivo o sustantivo.80
    3. La Real Academia Española, más atenta a la discusión minuciosa de los problemas, vivió durante algún tiempo ajena al principio de simplicidad que impera en la docencia. El sistema de la tilde diacrítica, mientras se apoyó en la tonicidad, fue claro, diáfano, sencillo y fácil de aprender incluso por alumnos y personas no expertas en gramática. En cuanto se introdujeron en el sistema los demostrativos y los usos de solo, se complicó la teoría y se dificultó la práctica. Se presuponían conocimientos gramaticales y cobraba importancia un criterio tan vago como el de la ambigüedad. ¿Cómo saber –se preguntan el estudiante y el usuario medio– si una secuencia es anfibológica? ¿Cómo saber si son pronombres o adjetivos los demostrativos presentes en las secuencias Este otro; Aquel que no asista; Ese libro y aquel estaban en esta mesa y en aquella81? La finalidad de la ortografía no es enseñar gramática, sino proponer normas tan claras que puedan ser seguidas con pulcritud y sin dificultad incluso por los que no comprenden los entresijos de la lengua. Aunque la institución haya buscado en cada caso la formulación más precisa, lo cierto es que los continuos cambios (especialmente los que complicaban la aplicación de la norma) no fueron seguidos en la enseñanza, que se guía por los principios de lo sencillo, de lo comprensible y de lo práctico. En la siguiente tabla se pueden observar los continuos cambios normativos que experimentó la teoría de la tilde diacrítica en los demostrativos y en la voz solo. Servirá no solo para reconstruir los pasos seguidos, sino también para comprender las dificultades de su implantación en la enseñanza:

      Pronombres demostrativosAdverbio solo
      Gramática y Prontuario (1870) Se acentúan por norma82. (No se contempla).
      Gramática (1880) Se acentúan por norma. Se acentúa «por costumbre»83, no por norma.
      J. Casares (1951)84 «Problemas…» Plantea serias dudas sobre la conveniencia de esta distinción85. Propone prescindir de ella86. Tanto el adverbio como el adjetivo son palabras fuertes, pero los acasos de anfibología son tan frecuentes que considera aconsejable «trocar lo consuetudinario en preceptivo»87.
      Nuevas normas (1952) Casos normales: Optativa88.
      Casos de anfibología: Obligatoria.
      Casos normales: Obligatoria89.
      Casos de anfibología: Obligatoria.
      Nuevas normas (1959) Casos normales: Optativa90.
      Casos de anfibología: Obligatoria.
      Casos normales: No se tilda.
      Casos de anfibología: Optativa91.
      Ortografía (1969) Casos normales: Optativa92.
      Casos de anfibología: Obligatoria.
      Casos normales: No se tilda.
      Casos de anfibología: Optativa93.
      Publicaciones RAE desde (1959) Casos normales: No se tilda.
      Casos de anfibología: No se tilda94.
      Casos normales: No se tilda.
      Casos de anfibología: No se tilda.
      Esbozo (1973) Casos normales: No obligatoria.
      Casos de anfibología: Obligatoria.
      Casos normales: Optativa.
      Casos de anfibología: Obligatoria.
      Ortografía (1974) Casos normales: Optativa95.
      Casos de anfibología: Obligatoria.
      Casos normales: No se tilda.
      Casos de anfibología: Optativa.
      OLE99 Casos normales: Optativa.
      Casos de anfibología: Obligatoria.
      Casos normales: Optativa.
      Casos de anfibología: Obligatoria.
      DPD Casos normales: Optativa96.
      Casos de anfibología: Obligatoria.
      Casos normales: Optativa97.
      Casos de anfibología: Obligatoria.
      OLE10 Casos normales: Prescindible.
      Casos de anfibología: Prescindible.
      Casos normales: Prescindible.
      Casos de anfibología: Prescindible.

    Dado que la ortografía ocupa un amplio espacio en tiempo y en importancia durante los años de escolarización obligatoria, dado asimismo que posee amplia trascendencia social y laboral para personas de toda clase, nuestra disciplina tiene la obligación de proponer normas sencillas, coherentes, comprensibles y estables. Las reglas generales de la acentuación gráfica lo son. Las reglas de la tilde diacrítica lo eran hasta la incursión de los demostrativos y de solo, que alteraron la coherencia y han sido, como se acaba de comprobar, causa de continua inestabilidad. Si, por otra parte, la inclusión de los demostrativos y de solo justificaría la incorporación de muchos otros binomios al sistema diacrítico (como se verá más adelante), resulta más coherente (para la teoría) y más claro (para la enseñanza) abandonar su acentuación gráfica de manera definitiva. Esta propuesta coincide con la intención (aunque no totalmente en la forma de la redacción final) de lo propuesto por la OLE10.

    Dos sistemas, dos posiciones

    Si recapitulamos la evolución de la tilde diacrítica a partir de los principios sobre los que se asienta el sistema, es fácil diferenciar dos períodos:

    Época clásica

    Resumimos las condiciones y los criterios de aplicación de la tilde diacrítica desde sus inicios hasta finales del siglo xix en los siguientes grados:

    1. Las reglas generales de la acentuación prescribían no tildar los monosílabos ni las palabras llanas terminadas en vocal. De la aplicación de tales reglas se derivan problemas y errores en la lectura.
    2. La tilde diacrítica nace para resolver tales problemas, es decir, para diferenciar en dobletes de palabras homógrafas cuáles son las formas tónicas y cuáles son sus correspondientes átonas.
    3. Por ello, la primera condición para aplicar la tilde diacrítica será que existan dos palabras homógrafas que se diferencien por ser una tónica y una átona y que puedan causar problemas de lectura.
    4. Como las palabras tónicas y las palabras átonas se adscriben a categorías diferentes, surge un criterio derivado: los pares de voces a las que se aplica la distinción de la tilde diacrítica han de pertenecer a distintas categorías, a clases de palabras diferentes. El acento gráfico se coloca sobre la palabra tónica.
    5. Dado que las voces átonas pertenecen en su mayoría a las clases de palabras gramaticales, nace el criterio (también derivado) de que uno de los términos que se diferencian ha de hallarse incluido en una clase gramatical (preposición, pronombre átono, artículo, posesivo).
    6. Una consecuencia de pertenecer a diferentes clases gramaticales es que las voces que se oponen tengan diferente significado. Si no se estableciera una diferencia diacrítica, se generarían secuencias ambiguas: No se olvida de mi papá; Un policía para la manifestación; Me dijo que si lo sabía…

    Época moderna

    Incorporación de los demostrativos y de solo

    Esta nueva época se inicia en la Gramática de 1870 y en la de 1880, que incorporan al sistema de la tilde diacrítica dobletes de voces homógrafas que son ambas tónicas: los demostrativos y solo. Esta decisión provocó una crisis de principios. Si se admite la posibilidad de incluir dentro de la teoría de la tilde diacrítica dobletes del tipo sólo/solo, éste/este… (incluso en la circunstancia de que únicamente se propusiera su aplicación en los casos de posible anfibología), se produce una alteración muy importante en el sistema, una modificación profunda de las condiciones y de la jerarquía de los criterios:

    1. En primer lugar, los binomios de demostrativos y de solo no se adecuan a la oposición voces tónicas / voces átonas.
    2. Tales binomios no crean problemas de lectura: el doble sentido de Se queda solo esta tarde y de Viene esta tarde no se corresponde con una doble realización fónica. Cada frase admite una sola transcripción fonológica: /se kéda sólo ésta tarde/ y /biéne ésta tarde/.
    3. Al incorporar a la tilde diacrítica pares de voces tónicas, el criterio de ambigüedad de sentido pasa a ocupar el primer lugar.

    La integración de los demostrativos y de la voz solo en el sistema de la tilde diacrítica ha roto la coherencia de las condiciones y de los principios sobre los que se asentaba. Se produjo un desajuste de criterios que crea problemas a la hora de definir qué es la tilde diacrítica y de ordenar los principios en los que se apoya. En realidad, la propuesta clásica y la moderna son dos sistemas diferentes que coinciden solo en el hecho de diferenciar palabras homógrafas por medio de una tilde.

    Dos posiciones

    En la actualidad, el sistema clásico de la tilde diacrítica no presenta problemas de aceptación ni entre los hablantes ni entre los teóricos. Sin embargo, la conveniencia o no de diferenciar mediante la tilde las dos clases de demostrativos y dos valores de solo sigue provocando división de opiniones.

    El criterio de la ambigüedad

    Quienes defienden mantener estos dobletes tónicos en el sistema de la tilde diacrítica se apoyan en el criterio de la ambigüedad semántica, por lo que ponen especial énfasis en la voz solo98. La tilde en el adverbio permitiría evitar ambigüedades de enunciados homónimos como los que siguen99:

    El mito de la ambigüedad

    Situados en el lado opuesto, se hallan quienes consideran no solo innecesaria, sino también inconveniente la inclusión de los demostrativos y de solo en el sistema de la tilde diacrítica. Rechazan la fuerza del criterio de ambigüedad, sobredimensionado por la gramática tradicional tanto en explicaciones sincrónicas como diacrónicas.

    Es un hecho empírico que la mayor parte de las posibles anfibologías se despejan en el contexto y no producen ambigüedad en el discurso, y que el hablante, cuando percibe tal posibilidad, tiene en sus manos muchos recursos para evitarla. A este hecho se suma la gran aportación de la teoría de la relevancia sobre la interpretación de las secuencias anfibológicas100. Contra lo que tradicionalmente se creía, una secuencia potencialmente ambigua en contadas ocasiones se produce de hecho una ambigüedad, ya que el receptor siempre elige una opción. ¿Cuál? La más relevante, la que proporcione un mayor número de informaciones contextuales (no codificadas) y menos le cueste procesar.

    La tesis que propone excluir a los demostrativos y a solo del sistema de la tilde diacrítica se apoya, además, en otros criterios:

    1. Coherencia. Los demostrativos y solo no se atienen a las condiciones y criterios que definen el sistema de la tilde diacrítica. Constituyen un extraño y reducido conjunto que choca con los demás casos, como se puede observar en el anejo I.
    2. Claridad. Su aplicación exige a veces conocimientos gramaticales que no son accesibles al común de los usuarios de una lengua. Con frecuencia, escritores y personas cultas se encuentran con dificultades y cometen errores en su escritura101. La finalidad de la tilde no es en ningún caso que los hablantes aprendan o practiquen la gramática.
    3. Seguridad. En la evolución normativa de los demostrativos y de solo se asiste a una constante indecisión y cambio de criterios: ya se tildan por obligación, ya por costumbre; unas veces se acentúan en todas las circunstancias, otras, solo en situaciones de anfibología. Y, en este último caso, ya de forma obligatoria, ya de manera opcional.
    4. Finitud. La aplicación del criterio de ambigüedad conduciría a extender el sistema de la tilde diacrítica a un número ingobernable de casos.

    Aunque todas son razones de peso, desde una perspectiva práctica, cobra especial interés el criterio de finitud. Si se diera entrada a los demostrativos y al adverbio solo en el sistema por la sencilla razón de que sirven para desambiguar voces homógrafas con diferente significado, la lista de casos se multiplicaría sin límite. En los siguientes apartados nos detenemos a presentar casos de posibles ambigüedades entre palabras homógrafas que poseen diferente significado y casi siempre pertenecen a diferente categoría gramatical.

    Otras homonimias basadas en la oposición de tónicos y átonos

    Antes de aplicar la diferenciación mediante la tilde diacrítica a dos términos tónicos, se tendría que extender a aquellos casos en los que formas homógrafas tónicas y átonas causen ambigüedades. La Gramática castellana de 1870 propuso, de forma coherente con sus criterios, algunos casos que solo tuvieron vigencia normativa durante diez años. Veamos algunos:

    Luego

    El adverbio temporal tónico luego (‘después’) coincide en la forma con la conjunción ilativa átona luego (‘conque’). No son raros los casos de posible ambigüedad que pueden provocar dificultades en la lectura y en la interpretación (se marcan con negrita las sílabas tónicas)102.

    –Suena la señal. Luego vendrá. –Suena la señal. Luego vendrá.
    –Se aleja la crisis. Luego invertiremos. –Se aleja la crisis. Luego invertiremos.
    –Se levanta el telón. Luego cantará. –Se levanta el telón. Luego cantará.
    –Luis está de acuerdo. Luego firmará. –Luis está de acuerdo. Luego firmará.

    Para, entre, sobre

    Estas voces tienen dos expresiones: las tónicas se corresponden con formas verbales (de parar, entrar y sobrar), mientras que las átonas son preposiciones. También pueden generar secuencias anfibológicas. No son muy frecuentes, es cierto; pero son tan comunes como las generadas por los demostrativos:

    –Un nuevo medicamento para la epidemia (‘detiene la epidemia’). –Un nuevo medicamento para la epidemia.
    –Solo faltaría que lo coloque aquí y sobre la mesa. –Solo faltaría que lo coloquen aquí y sobre la mesa.
    –Imagina que estás aquí, entre la multitud y tengas que irte. –Imagina que estás aquí, entre la multitud y tengas que irte.

    Bajo

    Esta voz polisémica puede funcionar como preposición y como adjetivo. Aunque no con mucha profusión, estos dos valores pueden generar secuencias anfibológicas:

    –Vuela bajo ese avión. –Vuela bajo ese avión.
    –Vuelan bajo esos aviones. –Vuelan bajos esos aviones.

    Las notas musicales

    Los nombres de algunas notas musicales coinciden en su secuencia de fonemas con otros signos (artículos, pronombres, adverbios o incluso otros sustantivos). Han dado lugar a algún hermoso calambur103 y a juegos de palabras. Las notas musicales la, mi, si son sustantivos que pueden formar secuencias anfibológicas con el artículo la, con el posesivo mi y con la conjunción si (y el adverbio ):

    Nota musical Artículo, conjunción Pronombre o nombre
    (nombre) (átono) (tónico)
    –Lo ensayaron en la menor. –Lo ensayaron en la menor. –Ø
    –Comienza con la mayor. –Comienza con la mayor. –Ø
    –Acordes en la mayor. –Acordes en la mayor. –Ø
    –La música en mi menor. –La música en mi menor. –La música en menor.
    –Un sol sostenido brillante. –Ø –Un sol sostenido brillante.
    –En mi, seguido por si acaso. –En , seguido por si acaso… –En , seguido por acaso.

    Dobletes tónicos

    Aplicar la tilde diacrítica a los dobletes tónicos de los demostrativos y de los dos valores de solo, aparte de significar una ruptura de criterio, implica ampliar de forma incontrolable el número de casos. A continuación, se irán apuntando ejemplos de formas que requerirían ser discriminados con tilde diacrítica, en estricta aplicación del principio de coherencia con lo que se hace con solo y con los demostrativos.

    Casos paralelos a los demostrativos

    Algunos, muchos, pocos, demasiados, otros, ciertos, tantos

    Paralelo al uso de los demostrativos se halla el de algunos indefinidos en plural. Generan secuencias ambiguas entre su valor como pronombres y sus usos como determinantes (o adjetivos determinativos, en la terminología tradicional). ¿Deberíamos diferenciar estos valores también con tilde diacrítica104?

    PronombreDeterminante
    –¿Llegaron algunos borrachos?
    (=¿Algunos llegaron borrachos?)
    –¿Llegaron algunos borrachos?
    (≠¿Algunos llegaron borrachos?)
    –¿Tienen ya muchos libros de cocina? –¿Tienen ya muchos libros de cocina?
    –No hay demasiados partidarios. –No hay demasiados partidarios.
    –¿Encontraron otros indicios de delito? –¿Encontraron otros indicios de delito?
    –¿Tienen algunos motivos de queja? –¿Tienen algunos motivos de queja?
    –¿Encontraron a tantos locos? –¿Encontraron a tantos locos?

    Algo, nada

    Los cuantificadores algo y nada tienen usos como pronombres y como adverbios. En el primer caso, actúan como núcleo pronominal. En el segundo caso, preceden y modifican a un adjetivo o a otro adverbio. El significado cambia:

    PronombreDeterminante
    –Esto es algo aburrido (‘una cosa’). –Esto es algo aburrido (‘un tanto aburrido’).
    –Aquel sonido era algo extraño (‘una cosa’). –Aquel sonido era algo extraño (‘un poco’).
    –Se les ocurrió algo tarde (‘una cosa’). –Se les ocurrió algo tarde (‘un poco’).
    –Ese negocio no es nada raro (‘ninguna…’). –Ese negocio no es nada raro (‘muy poco’).
    –Su interés no es nada extraño (‘ninguna cosa’). –Su interés no es nada extraño (‘muy poco’).
    –No queda nada lejos (‘ninguna cosa’). –No queda nada lejos (‘muy poco’).

    Esta ambigüedad no se presenta con mucho y poco. En su función de modificador mucho se abrevia en muy, mientras que la forma pronominal de poco es un poco.

    Bien, mal

    Estos términos, siempre tónicos, pueden ser adverbios de modo o sustantivos. Los casos de posible anfibología no son menos abundantes que los que presentan los demostrativos105:

    AdverbioSustantivo
    –Anunció un seguro bien. –Anunció un seguro bien.
    Anunció unos seguros bien. Anunció unos seguros bienes.
    –Hablan del nuevo mal. –Hablan del nuevo mal.
    Hablan de los nuevos mal. Hablan de los nuevos males.

    Cerca

    Tiene igualmente dos valores: adverbio de lugar y sustantivo (equivalente a valla):

    AdverbioSustantivo
    –Se encontró con una cerca. –Se encontró con una cerca.
    Se encontró con unas cerca. Se encontró con unas cercas.

    Medio

    Conoce asimismo usos adverbiales y nominales. Como adverbio, modifica a segmentos de naturaleza adjetiva, adverbial e incluso nominal (medio hermano):

    AdverbioSustantivo
    –Lo ayudó un medio protector. –Lo ayudó un medio protector.
    Lo ayudaron unos medio protectores. Lo ayudaron unos medios protectores.
    –Lo avisó a través de un medio conocido. –Lo avisó a través de un medio conocido.
    Lo avisó a través de unos medio conocidos. Lo avisó a través de unos medios conocidos.

    Casos semejantes a solo

    Primero, limpio, sucio, justo, rápido, lindo, mejor, peor, igual

    El ordinal primero tiene usos adverbiales y adjetivos que también generan en singular secuencias homónimas, susceptibles de provocar problemas de interpretación. Como en el caso de solo, esto ocurre únicamente en singular. En estricta coherencia con la decisión asumida en solo, deberían ser diferenciados colocando la tilde en sus usos adverbiales:

    AdverbioAdjetivo
    –Luis compró un piso primero. –Luis compró un piso primero.
    Luis compró dos pisos primero. Luis compró dos pisos primeros.

    Las voces limpio y sucio también comparten estas dos categorías: adverbio (‘limpiamente’, ‘suciamente’) y adjetivo (‘aseado’, ‘manchado’). Provocan secuencias ambiguas:

    AdverbioAdjetivo
    –El defensa juega limpio (‘limpiamente’). –El defensa juega limpio (‘aseado’).
    Los defensas juegan limpio. Los defensas juegan limpios.
    –El político actuó sucio en el debate. –El político actuó sucio en el debate.
    Los políticos actuaron sucio en el debate. Los políticos actuaron sucios en el debate.

    Semejantes son las posibles combinaciones de justo: como adverbio significa ‘exactamente’ y aparece modificando a expresiones adverbiales. Como adjetivo, puede ser complemento nominal o atributo:

    AdverbioAdjetivo
    –Un proceso justo al principio (‘justamente’). –Un proceso justo al principio (‘sujeto a ley’).
    Unos procesos justo al principio. Unos procesos justos al principio.
    –Ese castigo fue justo aquí. –Ese castigo fue justo aquí.
    Esos castigos fueron justo aquí. Esos castigos fueron justos aquí.

    También hallamos con doble función a algunos adjetivos que se han adverbializado inmovilizando sus marcas de género y de número; por ejemplo, rápido y pronto:

    AdverbioAdjetivo
    –Lo consideran rápido. –Lo consideran rápido.
    Los consideran rápido. Los consideran rápidos.
    –Lo ven pronto en las respuestas. –Lo ven pronto en las respuestas.
    Los ven pronto en las respuestas. Los ven prontos en las respuestas.

    De igual modo, nos encontramos con usos adverbiales y adjetivos de lindo, más frecuente en Hispanoamérica:

    AdverbioAdjetivo
    –Tocaba un acordeón lindo. –Tocaba un acordeón lindo.
    Tocaban unos acordeones lindo. Tocaban unos acordeones lindos.

    Las formas comparativas sintéticas de bueno y de malo se insertan asimismo en las categorías de los adverbios y de los adjetivos. Cuando es adverbio afecta al predicado; cuando es adjetivo funciona como predicativo:

    AdverbioAdjetivo
    –Ese maestro lo hace mejor. –Ese maestro lo hace mejor.
    Ese maestro los hace mejor. Ese maestro los hace mejores.
    –Mamá lo encuentra peor. –Mamá lo encuentra peor.
    Mamá los encuentra peor. Mamá los encuentra peores.

    Del mismo modo, el vocablo igual conoce valores adverbiales y adjetivales, que generan secuencias con doble sentido:

    AdverbioAdjetivo
    –Lo pintó igual que cuando era joven. –Lo pintó igual que cuando era joven.
    Los pintó igual que cuando eran jóvenes. Los pintó iguales que cuando eran jóvenes.

    Claro, seguro, cierto, exacto, extraño, raro, estupendo

    Al igual que solo, estos signos son adverbios (invariables) o adjetivos (con variación de género y número). En su forma más neutra (masculino singular), pueden generar secuencias ambiguas como las siguientes:

    AdverbioAdjetivo
    –¡Claro que lo veo! (= ‘es claro que lo veo’). –¡Claro que lo veo! (= ‘lo veo claro’).
    –¡Seguro que estaba! (= ‘es seguro que estaba’). –¡Seguro que estaba! (= ‘estaba seguro’).
    –¡Cierto que lo creía! (= ‘es cierto que lo creía’). –¡Cierto que lo creía! (= ‘lo creía cierto’).

    En las secuencias de la columna izquierda claro, seguro y cierto son adverbios y funcionan como atributos o predicativos de una construcción bimembre en la que la base está representada por una oración sustantiva. En las secuencias de la columna de la derecha tenemos adjetivos predicativos antepuestos por focalización. Se deberían tildar los usos adverbiales.

    El doble valor de estas mismas voces puede generar otras construcciones homónimas: en la columna de la izquierda son adverbios (‘con seguridad’, ‘ciertamente’), mientras que en la derecha son adjetivos en posición explicativa que concuerdan con el sujeto:

    AdverbioAdjetivo
    Seguro106, el niño superó la prueba. Seguro, el niño superó la prueba.
    Seguro, los niños superaron la prueba. Seguros, los niños superaron la prueba.
    –El rumor, cierto, rompió la familia. –El rumor, cierto, rompió la familia
    –Los rumores, cierto, rompieron la familia. –Los rumores, ciertos, rompieron la familia.
    Exacto, el carillón anunció el ángelus. Exacto, el carillón anunció el ángelus.
    Exacto, los carillones anunciaron el ángelus. Exactos, los carillones anunciaron el ángelus.
    Estupendo, Claudio nos recibirá Estupendo, Claudio nos recibirá
    Estupendo, Claudia nos recibirá Estupenda, Claudia nos recibirá
    –Juan, extraño, no respondió a la llamada –Juan, extraño, no respondió a la llamada
    –María, extraño, no respondió a la llamada –María, extraña, no respondió a la llamada

    La verdad, evidente

    La secuencia la verdad puede ser asignada a la clase de los sustantivos o, cuando es invariable, a la clase adverbial (‘verdaderamente’). Lo mismo ocurre con la voz evidente. También generan secuencias ambiguas:

    AdverbioAdjetivo
    –Logrará triunfar la honradez, la verdad –Logrará triunfar la honradez, la verdad.
    –Ahora lo ves claro, evidente. –Ahora lo ves claro, evidente.
    Ahora los ves claros, evidente. Ahora los ves claros, evidentes.

    De nuevo, por cierto

    La expresión de nuevo tiene dos valores: uno como adverbio (‘nuevamente’) y otro como una expresión que funciona como atributo predicativo preposicional (en concordancia con un nombre). Los contextos en que puede darse anfibología no son rebuscados:

    AdverbioAdjetivo
    –Eso le ocurrió de nuevo (‘nuevamente’). –Eso le ocurrió de nuevo (‘cuando era nuevo’).
    –Eso les ocurrió de nuevo. –Eso les ocurrió de nuevos.

    Otros casos

    Tanto…como, lo mismo…que, igual… que

    Las formas tanto…como, lo mismo…que e igual…que. Las tres pueden aparecer en comparativas de igualdad, en las que el primer elemento es un adverbio de intensidad y las tres pueden comportarse como conjunciones copulativas correlativas. En algunas distribuciones pueden generar secuencias ambiguas, como se puede observar en los ejemplos que siguen. Si nos atuviéramos al criterio de ambigüedad, deberíamos marcar con tilde los usos adverbiales con sentido comparativo:

    Adverbio comparativoLocución conjuntiva
    –Anima tanto a Luis como a Pedro.
    (= con la misma intensidad) (tanto = adv.).
    –Anima tanto a Luis como a Pedro.
    (= a uno y a otro) (tanto… como = conj.).
    –Llueve lo mismo en León que en Burgos.
    (= tanta cantidad) (lo mismo = adv.).
    –Llueve lo mismo en León que en Burgos.
    (= en los dos sitios) (lo mismo… que = conj.).
    –Trabaja igual los lunes que los martes.
    (= la misma cantidad) (igual = adv.).
    –Trabaja igual los lunes que los martes.
    (= los dos días) (igual… que = conj.).

    Encima, entonces

    Los adverbios encima y entonces pueden funcionar como adverbios y como marcadores de discurso. Como consecuencia, también generan secuencias homónimas:

    Marcador de discursoAdverbio
    Encima, tenía un reloj de oro (= ‘además’). Encima, tenía un reloj de oro (‘sobre sí’).
    Entonces, no lo hagas (‘en consecuencia’). Entonces, no lo hagas (‘en ese momento’).

    Por supuesto, por cierto

    Estas secuencias tienen dos valores posibles. Por un lado, se comportan como marcadores de discurso, y, por otro, son la secuencia de la preposición por seguida de los adjetivos supuesto y cierto. Los marcadores de discurso van en inciso, por lo que normalmente no tendría que producirse ambigüedad. Ahora bien, si aparece un vocativo o cualquier otro elemento incidental, la ambigüedad es posible:

    Marcador de discursoAdjetivo
    –Eso lo doy, señor, por supuesto. –Eso lo doy, señor, por supuesto.
    Esa la doy, señor, por supuesto. Esa la doy, señor, por supuesta.
    Por cierto, hijo mío, no tengas nunca ninguna cosa. Por cierto, hijo mío, no tengas nunca ninguna cosa.
    Por cierto, hijo mío, no tengas ninguna cosa. Por cierta, hijo mío, no tengas ninguna cosa.

    Al fin, con todo, sobre todo

    Estas secuencias pueden funcionar como expresiones adverbiales o como sustantivos con preposición. Ambos valores coinciden en los dos últimos elementos cuando van en inciso:

    Expresión adverbialSustantivo
    –Los escaladores llegaron al fin. –Los escaladores llegaron al fin.
    Con todo, no llegaríamos hasta el martes. Con todo, no llegaríamos hasta el martes.
    Sobre todo, atendió a su familia. Sobre todo, atendió a su familia.

    Mañana y tarde

    Estos vocablos tienen usos nominales y adverbiales. Tal circunstancia puede ocasionar secuencias homónimas, tan susceptibles como otras de crear ambigüedades en el discurso:

    SustantivoAdverbio
    – Otra vez llega la estúpida tarde.107–Otra vez llega la estúpida tarde.
    –Te inspirará una hechicera mañana.–Te inspirará una hechicera mañana.

    Sal, vino

    En relación con los casos anteriores se encuentran construcciones ambiguas que se apoyan en usos homónimos de sustantivos y de verbos. Son casos como los siguientes:

    VerboSustantivo
    –Sal de la tierra –Sal de la tierra
    –Sal de Cabezón –Sal de Cabezón
    –Vino blanco –Vino blanco

    Fui (ser) / fui (ir)

    La forma monosílaba fui, común al verbo ser y al verbo ir, así como el resto de las personas de este tiempo (fuiste, fue, fuimos, fuisteis, fueron), pueden generar secuencias ambiguas cuando se construyen con algunos adjetivos o con algunos participios (en este último caso, el perfecto correspondiente al verbo ser forma una construcción pasiva). Nada tiene de extraño que, a pesar de tratarse de dos formas tónicas, se haya pensado en alguna ocasión que pudieran estar diferenciados por la tilde diacrítica:

    Verbo irVerbo ser
    Fui velozFui veloz
    Fui tranquilo/-aFui tranquilo/-a
    Fui nervioso/-aFui nervioso/-a
    Fui invitado/-aFui invitado/-a
    Fui perseguido/-aFui perseguido/-a
    Fui afeitado/-aFui afeitado/-a

    Di (de decir) / di (de dar)

    Ambas formas son monosílabos tónicos. No dan lugar a problemas en la lectura, no han de ser candidatos a diferenciarse mediante una tilde diacrítica, pero pueden dar lugar a secuencias potencialmente ambiguas108:

    Verbo darVerbo decir
    Di esta noticia a la agencia. Di esta noticia a la agencia.
    Di este poema al profesor. Di este poema al profesor.

    Son

    Esta voz se registra como una forma del verbo ser y como sustantivo (son musical). No son imposibles las secuencias anfibológicas:

    Verbo serSustantivo
    –Uno y otro son de Cuba. –Uno y otro son de Cuba.
    –Unos y otros son de Cuba. –Unos y otros sones de Cuba.

    Don

    El sustantivo don (‘regalo’) es homógrafo del determinante de tratamiento de cortesía don. Producen alguna secuencia anfibológica109:

    DeterminanteSustantivo
    –Se acuerda de su don Luis. –Se acuerda de su don Luis.
    Se acuerda de su don Luis y de su doña Ana. Se acuerdan de sus dones Luis y Ana.
    –Se imagina un nuevo don Pablo. –Se imagina un nuevo don Pablo.
    Se imagina un nuevo don Pablo y… Se imagina unos nuevos dones Pablo.

    La casa, la ama, la libra

    Si consideramos las posibilidades de homonimia que aparecen entre verbos y sustantivos, encontraríamos una generosa siembra de tildes diacríticas por doquier. Veamos algunos ejemplos:

    VerboSustantivo
    –La casa en la montaña (de casar). –La casa en la montaña (nombre).
    –La cura de su enfermedad. –La cura de su enfermedad.
    –La ama durante toda la vida (de amar). –La ama durante toda la vida.
    –La libra (de librar). –La libra.
    –La siega durante el verano (de segar). –La siega durante el verano.
    –La recompensa generosa (de recompensar). –La recompensa generosa.

    Conclusiones

    En este trabajo se ha realizado un recorrido por las publicaciones ortográficas académicas para abordar la noción de tilde diacrítica desde todas las dimensiones que intervienen en su naturaleza y aplicación: las causas, las condiciones, las características, los criterios, así como el espectro de casos a los que se aplica y el grado de normatividad que rige su uso. Resumimos las conclusiones:

    1. El español es una lengua de acento libre, lo que implica que, desde el punto de vista prosódico, las palabras tónicas pueden ser agudas, llanas, esdrújulas y sobresdrújulas.

    2. Dado que el funcionamiento del rasgo suprasegmental acento posee un valor diferente del latino (incluso del de otras lenguas románicas como el francés), su sistema de transcripción gráfica no se ve influido por el peso de la etimología. Es concebido ex novo y con la pretensión de conseguir un alto grado de coherencia, de exhaustividad y de simplicidad.

    3. El sistema de la acentuación gráfica tiene por objeto determinar con precisión la posición de la sílaba tónica en el interior de la palabra (función prosódica de la tilde) con el fin de que cualquier persona que conozca sus reglas (sea hablante o no del español) sea capaz de determinar cuál es la sílaba tónica de cualquier palabra incluso aunque nunca la haya oído.

    4. Sin embargo, los casos de homografía entre una voz tónica y otra átona que no debían llevar tilde según las reglas de la acentuación gráfica (caso de los monosílabos y de algunos polisílabos llanos) creaban incertidumbre en la lectura: el usuario de la lengua carecía de criterio para saber cuándo tenía que articular cada una de esas palabras como tónica o como átona. Con el fin de solventar este vacío, se crearon unas normas excepcionales, pues se trata de complementos a las reglas generales de la acentuación gráfica. Son las reglas de la tilde diacrítica.

    5. Se llama tilde diacrítica al acento gráfico que permite distinguir en la escritura y, especialmente, en la lectura, dos palabras idénticas en la forma escrita (homógrafas) que se diferencian entre sí por el hecho de ser una tónica y otra átona.

    6. Dado que las palabras tónicas y las palabras átonas pertenecen en español a diferentes categorías gramaticales (o partes de la oración), la exigencia de aplicar la tilde diacrítica para diferenciar voces tónicas de voces átonas implica que han de pertenecer a diferentes categorías. Este es un criterio derivado.

    7. La tilde diacrítica soluciona ambigüedades gráficas. Hay ambigüedad gráfica cuando una secuencia escrita tiene dos lecturas fónicas (cuando admite dos transcripciones fonológicas). Caso de que no existiera tilde diacrítica, la secuencia Si lo saben, lo dirán tendría dos interpretaciones fónicas. Gracias a esta tilde se disipan: Sí lo saben, lo dirán; Si lo saben, lo dirán.

    8. La tilde diacrítica no tiene por misión resolver ambigüedades sintácticas (Tengo dos libros nuevos; Traigo la camisa roja), ni ambigüedades de combinatoria semántica (La crítica de Chomsky), ni ambigüedades léxicas entre palabras tónicas (El marinero se encontró con un banco), aun cuando puedan pertenecer a diferente categoría. La razón es que tales ambigüedades no se corresponden con dos articulaciones fónicas diferentes.

    9. La tilde diacrítica no tiene por misión resolver posibles anfibologías léxicas, aun cuando los sentidos del término polisémico se correspondan con diferente categoría. Hay, al menos, dos sentidos posibles asociados a dos categorías distintas en la secuencia Vino de Burdeos (vino, verbo, y vino, sustantivo) y no se resuelven por medio de la tilde diacrítica. Lo mismo ocurre en otros muchos ejemplos: Mi abuelo era sereno; Ramón fue criado en el palacio. Los casos de posible ambigüedad se multiplican cuando la causa es una duplicidad o multiplicidad de sentidos asociados a una voz polisémica que no cambia de categoría. Así, tanto en El marino se encontró con un banco como en Fue un bote magnífico encontramos tres posibles interpretaciones. Basándose en esta anfibología, a nadie se le ocurriría la idea peregrina de diferenciar las distintas interpretaciones acudiendo a diferentes tipos de tilde. Existen en la lengua suficientes recursos para resolver la comprensión de este mensaje.

    10. La forma tónica se señala con tilde y la forma átona queda marcada con su ausencia.

    11. La característica de que las voces diferenciadas por la tilde diacrítica hayan de pertenecer a dos categorías gramaticales diferentes es una consecuencia derivada de la primera condición (oponerse por los rasgos ‘tónico’/‘átono’). Ello se debe a que las palabras tónicas pertenecen a categorías diferentes a las de las palabras átonas.

    12. A lo largo de la historia de la tilde diacrítica, las ortografías de los primeros tiempos respetaron escrupulosamente el criterio de la tonicidad. Si se incluyen en este ámbito los demostrativos en la Gramática de 1870 es porque esta obra y las que la continúan consideran que forman una serie de elementos diferenciados por el rasgo ‘tónico’/‘átono’, serie paralela a la que opone interrogativos y exclamativos, por un lado, y relativos, por el otro. Este error se vino repitiendo en las distintas ediciones de la Gramática y del Prontuario hasta 1952110.

    13. El caso de solo es aún más extraño. A pesar de que sus dos acepciones son tónicas, entra en la Gramática de 1880, pero sin carácter normativo: «Por costumbre se acentúa…». Así se mantiene hasta las Nuevas normas de 1959, en las que se permite su uso únicamente en el caso de posible anfibología. Esta norma fue tergiversada por el Esbozo (1973), obra que, a pesar de carecer de carácter normativo, condicionó la postura del la OLE99 y del DPD (2005): su uso pasa a ser optativo en los casos normales y se convierte en obligatorio en los de posible ambigüedad.

    14. La OLE10 analiza la función, las características y los casos a los que es aplicable la tilde diacrítica. Define como condición esencial la existencia de dos voces idénticas en la forma gráfica, pero opuestas por ser una tónica y otra átona. Por ello, esta obra sitúa fuera del sistema de la tilde diacrítica a los demostrativos y a la voz solo. Permite prescindir de su uso incluso en los casos de anfibología.

    15. Tras la aparición de la OLE10 se ha generado cierta confusión. Muchos consideran que la OLE10 condena el uso de la tilde en los demostrativos y en solo (lo que no es cierto). A la vez, opinan que se debe volver al estado previo, cuando era preceptivo poner tilde a los pronombres y al adverbio solo (lo que tampoco es cierto).

    16. La existencia de anfibología semántica, amén de no constituir una dificultad para la lectura, rarísimas veces representa un escollo en la interpretación. Normalmente, todos los ejemplos que se aducen de posibles dobles interpretaciones no se convierten en ambigüedades en el discurso. Tanto el contexto lingüístico como el extralingüístico, guiados por la capacidad inferencial del receptor, contribuyen a conjurar el peligro.

    17. El deseo expreso de convertir en obligatoria la tilde en los pronombres demostrativos y en el adverbio solo (aunque únicamente sea en los casos de ambigüedad) implicaría, por pura coherencia teórica, extender el uso de la tilde diacrítica a una cantidad desorbitada de usos. Es lo que se ha intentado mostrar en la última parte de este trabajo.

    18. Las contradicciones teóricas y las constantes revisiones de las reglas que afectaban a la tilde diacrítica aplicada a los demostrativos y a solo fue causa de que los ámbitos educativos propusieran normas no coincidentes con las propuestas académicas, pero muy simples en su formulación. Normas del tipo: Sólo se acentúa cuando es adverbio; solo no lleva tilde cuando es adjetivo o sustantivo.

    19. Un examen científico de la tilde diacrítica exige eliminar del sistema los elementos como los demostrativos y solo, ya que contradicen sus principios de base, introducen vaivenes normativos y causan incertidumbre en el uso (por apoyarse en conceptos de difícil acceso para hablantes alfabetizados, pero de formación básica).

    20. Cualquier decisión coherente en el sistema de la tilde diacrítica pasa por retornar a la simplicidad inicial, tomando como criterio básico la oposición ‘tónico’/‘átono’ entre formas homógrafas y eliminando por norma la posibilidad de poner tilde en los pronombres demostrativos y en el adverbio solo. Justamente lo que exigía Tomás Navarro Tomás hace noventa años.

    Salvador Gutiérrez Ordóñez

    Real Academia Española
    Universidad de León


    ANEJO I. Cuadro resumen de la evolución de formas con tilde diacrítica

    Ortogr.Ortogr.Pront.Gram.Gram.Gram.NuevasOrtogr.DPDOrtogr.
    TÓNICOÁTONO1754176318441870188019111959199920052010
    de ++++++++++
    se ++++++++++
    (pron., adv.) si ++++++++++
    (nota mus.) +
    él el +++++++++
    ál (a + él) al +
    mi +++++++++
    (nota mus.) +
    tu ++++++++
    nós nos +
    qué que ++++++++
    quién quien ++++++++
    cuándo cuando ++++++++
    cómo como ++++++++
    cuál cual ++++++++
    cuán cuan +++++++
    dónde donde ++++++++
    cuánto cuanto ++++++++
    cúyo cuyo +++++++
    más mas +++++++
    (nota mus.) la +
    te + i +++
    áun (ante verbo) / aún (tras verbo) +
    aún aun ++++++
    luégo luego +
    éntre (verbo) entre +
    pára (verbo) para +
    sóbre (verbo) ii sobre +
    TÓNICO TÓNICO
    éste, ése, aquél… (pron.) este, ese, aquel (adj.) iii + + + (+Amb.) iv + (+Amb.) + (+Amb.) + (± Amb.) ±
    (-Amb.) ± (-Amb.) ± (-Amb.) ±
    sólo (adv.) solo (adj., nom.) Por cost. Por cost. + + + (+Amb.) ± (+Amb.) + (+Amb.) + (± Amb.) ±
    (-Amb.) ± (-Amb.) ± (-Amb.) ±

    1. A pesar de haber desaparecido de la relación de palabras afectadas por la tilde diacrítica en las publicaciones ortográficas entre 1880 y 1999, el DRAE registra con tilde ininterrumpidamente desde 1925. La historia de la tilde de esta palabra en el DRAE es la siguiente: con tilde, desde Autoridades (1739) hasta 1822; con tilde, entre 1832 y 1869 (un año después, en la Gramática de 1870, se incluye entre los casos citados de tilde diacrítica, para desaparecer en la Gramática de 1880); sin tilde, entre 1899 y 1914; con tilde, desde 1925 hasta hoy.
    2. En cambio, cuando la palabra sobre designa el envoltorio de la carta, el texto indica que «no suele ir acentuada».
    3. Cuando la Academia introduce los demostrativos entre las palabras afectadas por la tilde diacrítica, lo hace asignando erróneamente una acentuación prosódica diferenciada a estas palabras cuando funcionan como pronombres (más fuerte) y cuando lo hacen como adjetivos, de manera que, en realidad, para la RAE y hasta 1959 (donde deja de darse dicha justificación prosódica), estas palabras no se consideran igualmente tónicas y la tilde se justifica por su contraste acentual.

    4. El rótulo (+Amb.) representa «por ambigüedad, es decir, porque puede producir ambigüedad» y se representa con color verde claro.


    * Deseo agradecer vivamente a José Antonio Pascual y a Elena Hernández la atenta lectura y las atinadas observaciones que aportaron a este trabajo.

    1. Tomás Navarro Tomás, 1925: «Palabras sin acento», RFE xii, Cuaderno 4, pág. 371, nota 2. El hecho de que lo considere «contrario a la pronunciación» es porque parte del principio de que la tilde diacrítica ha de oponer una palabra tónica a una voz átona, mientras que las dos formas de solo son tónicas.

    2. Id., pág. 363.

    3. Dos testimonios de autoridad que avalan la prioridad de esta función de la tilde, uno de Julio Casares y otro de la Real Academia Española:
      ‒ «La tilde sirve, en primer término, para indicar, con su presencia o con su ausencia, en qué sonido de una voz polisílaba carga el esfuerzo intensivo de la voz, o sea el “acento prosódico”: cántara, cantara, cantará. Esta es su función primordial, la tilde da a nuestra escritura una ventaja que le envidian otras lenguas modernas. El que aprende italiano, por ejemplo, ha de tener en la memoria que las palabras visita, anticipo, disputa, sigaro (‘cigarro’) se han de pronunciar como esdrújulas, puesto que la escritura no se ha preocupado de indicarlo» (Julio Casares, 1951: «Problemas de Prosodia y Ortografía en el “Diccionario” y en la “Gramática”», BRAE, 31, 1951; y Julio Casares, 1952: Informe, BRAE, 32, 1952, págs. 78-79).
      ‒ «Por otra parte, en un gran número de voces tónicas, en especial las pertenecientes a las categorías gramaticales no verbales, como nombres, adjetivos y adverbios, la posición del acento prosódico en una u otra de sus sílabas no es previsible; por esa razón, las reglas ortográficas de acentuación tienen una indudable utilidad, pues permiten saber cómo se pronuncia cualquier palabra española sin necesidad de haberla oído antes, o viceversa, reflejar por escrito la acentuación prosódica de una palabra sin que sea preciso haberla visto escrita previamente, lo que no ocurre en otras lenguas de acento libre que no cuentan con sistemas de acentuación gráfica, como el inglés, o en las que este es muy limitado, como el italiano. Se trata, por ello, de un sistema útil y eficaz, que conviene conocer y aplicar con propiedad» (RAE-ASALE, 2010: Ortografía de la lengua española, Madrid, Espasa, págs. 212-213) (en adelante se citará OLE10).

    4. Existiría indeterminación gráfica cuando, ante una palabra, el sistema de acentuación no permitiera al usuario de la lengua determinar con exactitud la posición de la sílaba tónica. Si no tuviéramos estas reglas y nunca hubiéramos escuchado la palabra nenufares, careceríamos de criterios para decidir qué sílaba está marcada por la intensidad. Es lo que nos ocurre muchas veces ante rótulos toponímicos escritos con letras mayúsculas sin tildes. Es asimismo la causa de los frecuentes errores que cometen los locutores de televisión cuando van leyendo las noticias en letras mayúsculas no tildadas por el teleprompter.

    5. «El valor distintivo del acento se pone de manifiesto en numerosos grupos de palabras que se diferencian únicamente por este rasgo prosódico, en unos casos al oponer palabras tónicas cuyo acento recae en sílabas distintas (remo/re, mite/limite/limi, lebre/celebre/celebré, blico/publico/publi, etc.)» (OLE10, pág. 212).

    6. Juan de Valdés, 1533: Diálogo de la lengua, ed. de Cristina Barbolani (1982), Madrid, Cátedra, págs. 152-153.

    7. La misma conclusión se obtiene de esta otra cita:

      P. Escrita una palabra con las letras que le correspondan ¿podrá leerse bien con las reglas que van ya dadas?
      R. Segun, porque hay palabras que se escriben con las mismas letras, y se pronuncian con diferencia de sonido.
      P. ¿Quiere decir V. algunas?
      R. Amo y amó, aman y Amán, amen y amén. Solamente las diferencia en lo escrito el acento ortográfico.
      (RAE, 1870: Prontuario de ortografía de la lengua castellana, pág. 22).

    8. Evitaban lecturas erróneas por cambio de posición del acento. Si no existieran tildes, quien no conociera bien la lengua (un muchacho, un extranjero…) podría resaltar las sílabas de manera equivocada, por ejemplo, en los versos de Rubén Darío:

      Inclitas razas uberrimas,
      sangre de Hispania fecunda

      Por otra parte, si no existiera el sistema de reglas de acentuación gráfica, no podríamos evitar ambigüedades gráficas como la que se presentaría en el siguiente ejemplo (se resalta en negrita la sílaba tónica):

      ‒Nadie sabe si ya termino la carrera. ‒Nadie sabe si ya termino la carrera.
    9. «Con respecto a la acentuación de los monosílabos propone algunas excepciones, motivadas por la necesidad de diferenciar en lo escrito voces homógrafas muy usuales tales como él, pronombre, frente a el, artículo, , presente del verbo saber, frente a se, pronombre, , forma opuesta a de, preposición, etc.» (Abraham Esteve Serrano, 1982: Estudios de teoría ortográfica del español, Murcia, Universidad de Murcia, pág. 428).

    10. En realidad, se formula una regla aplicable a más binomios de los que se contemplan. Se distinguirán por medio de la tilde los monosílabos «quando admiten variedad en la pronunciación, y en el sentido: en cuyo caso para notar esta diferencia, se pondrá el acento en el monosílabo que se pronunciare con alguna mayor detención, o pausa, como y …» (RAE, 1754, Ortografía de la lengua castellana, Madrid, Imprenta de D. Gabriel Ramírez, págs. 102-103).

    11. También en esta circunstancia se parte de los monosílabos: «Las voces que teniendo más de una significación se pronuncien con mayor pausa en una que en otra, se acentuará aquella en que la detención en su pronunciación sea mayor, así él (pronombre) a diferencia de el (artículo), (pronombre) para distinguirlo de mi (adjetivo)…» (RAE, 1763, Ortografía de la lengua castellana, Madrid, Antonio Pérez de Soto, pág. 111).

    12. «Por último, deberá ponerse acento en las palabras que, como, cuando, quien, cual, donde, cuanto, siempre que den principio á una cláusula de interrogacion ó de admiracion; v. g. qué me quieres? dónde has estado? cuándo te vas? quién lo creyera! cuánto disparate ensartó! cómo llueve! Aunque no haya interrogacion ni admiracion, se señalarán tambien con acento dichas palabras en los casos en que, para dar la debida entonación á la frase, sea preciso detenerse algo mas que lo ordinario en la pronunciacion de las sílabas acentuadas; v. g. ya sabes cuánto te estimo; resta decir cómo el infante D. Fernando llegó á ser rey de Aragón; no sé dónde pasaré la noche; veremos en qué viene á parar esto; dime con quién andas y te diré quién eres» (RAE, 1844, Prontuario de la ortografía castellana, dispuesto de Real Orden para el uso de las escuelas públicas por la Real Academia Española, Madrid, Imprenta Nacional. págs. 26-27).

    13. Se escriben sin tilde el relativo y la conjunción como. No se marca la forma como del verbo comer, a pesar de que es tónica y de que puede generar algunas anfibologías: Como en casa.

    14. Cual solo es átono cuando funciona como conjunción (Lo contó cual lo había visto) o elemento correlativo (Es tal cual lo ves). Es, en cambio, tónico cuando funciona como relativo acompañado de artículo (el cual, la cual, lo cual, los cuales y las cuales). Se mantiene la tilde en el interrogativo por analogía con el resto de los miembros de su sistema y, especialmente, porque puede evitar en la lectura confusiones con la conjunción cual.

    15. En esta clasificación existe un error inadvertido por el Prontuario de la RAE de 1844. El relativo cual es tónico cuando va acompañado de artículo. Sin embargo, en usos correlativos y cuando es conjunción, esta voz es átona: tal cual lo ves; la saludo cual si fuera un rayo de tu mirada (Castelar).

    16. Simultáneamente, la RAE publica una nueva edición renovada del Prontuario de ortografía de la lengua castellana, que adopta una estructura discursiva de preguntas y respuestas: RAE (1870): Prontuario de la ortografía castellana en preguntas y respuestas, arreglado por la Real Academia Española, Madrid, Imprenta de José Rodríguez.

    17. Lo que era coherente con la concepción tradicional de la gramática, que consideraba la ortografía una de sus partes esenciales (analogía, sintaxis, prosodia y ortografía).

    18. Sin embargo, actúa bajo el principio general de evitar la potencial ambigüedad gráfica causada por la existencia de formas homógrafas tónicas y átonas.

    19. RAE, 1870: Gramática de la lengua castellana, pág. 330.

    20. Se incorpora a la distinción ya existente (pronombre) / mi (posesivo).

    21. Se incorpora a la distinción ya existente (pronombre reflexivo) / si (conjunción).

    22. RAE, 1870: Gramática de la lengua castellana, pág. 334.

    23. Id., pág. 334.

    24. «Sobre como sustantivo (sobre de carta) no suele ir acentuado» (§ v.).

    25. En realidad la Gramática de 1880 no hace referencia a las omisiones que efectúa de algunos acuerdos de la Gramática de 1870, ni, por supuesto, da ninguna explicación. Se limita a realizar una descripción de los casos en los que es prescriptiva la tilde diacrítica:

      «Acentúanse también ortográficamente ciertos monosílabos que en la cláusula se pronuncian con acento prosódico, para diferenciarlos de otros que en ella no suenan como acentuados; v.gr.: el, artículo; y él, pronombre; mi, tu, pronombres posesivos; y , , pronombres personales; mas, conjunción adversativa; y más, adverbio de comparación; si, conjunción condicional; y , pronombre y adverbio de afirmación; de, preposición; y , tiempo del verbo dar; se, pronombre; y , persona de los verbos ser y saber» (RAE, 1880: Gramática de la lengua castellana, Madrid. Gregorio Hernando, capítulo de Ortografía, pág. 367).

    26. Ibid.

    27. RAE, 1880: Gramática, pág. 367.

    28. Publicadas como Capítulo III de la Parte IV (Ortografía) de la Gramática de la lengua castellana (1870: págs. 364-368) y en el Prontuario de ortografía de la lengua castellana en preguntas y respuestas, 1870.

    29. Será publicado ese mismo año: Julio Casares, 1951: «Problemas de Prosodia y Ortografía en el “Diccionario” y en la “Gramática”», BRAE, 31, págs. 371-452, y BRAE, 32, págs. 7-26. La RAE lo incluirá al año siguiente, con el título de Informe en Nuevas normas de prosodia y ortografía de 1952, págs. 25-112. En nota se especifica: «Presentado a la R. Academia Española en la Junta de 8 de noviembre de 1951 por el académico D. Julio Casares».

    30. «…pero ya se dijo (§ 8) que así como dentro de una palabra puede haber sílabas tónicas y átonas, también cabe distinguir en la frase palabras fuertes y palabras débiles. Las fuertes, salvo raras excepciones, conservan siempre su tonicidad, de igual manera que las débiles su atonía; pero, en ocasiones, una palabra fuerte y otra débil tienen la misma forma sin más diferencia que la intensidad, diferencia cuya expresión en la escritura se ha encomendado a la tilde; v. gr.: “el lujo para él y mi pobreza para ”. Otros casos de índole semejante regulados en la Gramática son, entre los monosílabos, tu, posesivo, y , pronombre; mas, conjunción y más, adverbio; que, conjunción, y qué, pronombre, etc. Hasta aquí el procedimiento no presenta graves inconvenientes» (Casares, 1951:§ 52.2, pág. 423).

    31. Casares, 1951, § 52.2, págs. 424-425. Recoge también otras propuestas de inclusión que afectaban a las voces don, para, luego, di (de decir y de dar).

    32. Casares, 1951, § 52.3, pág. 425.

    33. Casares, 1951, § 52.2, pág. 424.

    34. Desde la Gramática de 1880, el texto ya citado: «La mayor acentuación prosódica que en la cláusula toman determinadas voces, cuando se emplean ya separadas de aquellas á quienes se refieren, ya con énfasis, ya en tono interrogativo ó admirativo, pide acento ortográfico también, innecesario por regla general en las mismas palabras. Tales son: este, esta, ese, esa, aquel, aquella, cual, cuyo, cuya, quien, cuanto, cuanta, y sus plurales; que, como, cuando, cuan, cuanto, donde». Es decir, pone en paralelo la diferencia fónica que separa interrogativos de relativos con la que considera existente entre pronombres y adjetivos demostrativos.

    35. J. Casares, 1951, § 52, 2, pág. 425; recogido en J. Casares, 1952, § 52, 2, pág. 81.

    36. Id., § 52, 2, pág. 80.

    37. Este supuesto no es compartido por L. Gómez Torrego: «… la tilde en el adverbio solo (frente a su ausencia en el adjetivo y en el sustantivo homónimos) ayuda, sin duda, a no vacilar en la lectura de un texto a primera vista; y es que la cesura (una brevísima pausa) se hace tras solo cuando es adjetivo, y delante cuando es adverbio». Pensamiento que repite poco más abajo: «En consecuencia, mantener la tilde en el adverbio solo… evita ambigüedades molestas y, lo que también es importante, ayuda a leer sin vacilaciones. No olvidemos que los signos de puntuación tienen entre una de sus finalidades ayudar a leer bien: con el acento de algunas palabras (acento diacrítico o no) pasa lo mismo» (L. Gómez Torrego, 2013, «Comentarios a algunos cambios normativos recientes de la Real Academia Española y de la Asociación de Academias de la Lengua Española y la previsión de futuros cambios», Español Actual, 100, pág. 67). Baste, como respuesta, decir que no conviene atribuir a la tilde funciones para las que no ha sido creada. Su misión se reduce a marcar la posición de la sílaba de mayor intensidad en las palabras tónicas. La existencia o no de la citada cesura ni es regular, ni está regulada. Por otra parte, la aplicación de este criterio obligaría a multiplicar los casos de la tilde diacrítica, como se verá más adelante.

    38. Se trata de una secuencia ambigua, sí, pero la ambigüedad es de orden gramatical (los sentidos de solo se relacionan con diferente categoría: adjetivo/adverbio) y de orden sintáctico (cada sentido de solo se corresponde con diferente función). La ortografía no utiliza la tilde diacrítica para evitar ambigüedades gramaticales ni léxicas.

    39. Julio Casares (1951, § 52.4, págs. 425-426) y Julio Casares (1952ª, § 52.4, págs. 81-82).

    40. Incluidas en el volumen del mismo título: RAE (1952) Nuevas normas de prosodia y ortografía, págs. 15-24.

    41. RAE, 1952: Nuevas normas, pág. 24.

    42. RAE, 1952: Nuevas normas, pág. 21.

    43. RAE, 1952: Nuevas normas, pág. 21.

    44. Publican reseñas sobre ellas J. Mallo, A. García Elorrio, R. Ragucci, R. Restrepo, L. Alonso, A. Berro García, A. Junco, H.I. Bock, A. Rosemblat… (cf. A. Esteve Serrano, o. cit., pág. 456).

    45. Contestaron las academias de Colombia, Ecuador, México, Chile y Costa Rica. (cf. A. Esteve Serrano, o. cit.: pág. 457).

    46. RAE-ASALE: ORAE69, pág. 25.

    47. Así se refiere a la necesidad de tilde en los demostrativos: «Como pronombres, tradicionalmente se escriben con tilde (acento ortográfico) las formas masculinas y femeninas: Me quedo con ésta; Éstos han llegado hoy. Pero esta acentuación, que no tiene ninguna justificación fonética ni semántica como diferenciación respecto al adjetivo, sí estrictamente gramatical, es innecesaria y ha dejado de ser obligatoria» (Manuel Seco, Diccionario de dudas y dificultades de la lengua, este, págs. 205-206).

    48. Manuel Seco: Diccionario de dudas, solo, pág. 417.

    49. RAE, 1973: Esbozo para una nueva gramática de la lengua española, Madrid, Espasa Calpe, pág. 5.

    50. RAE, 1973: Esbozo, pág. 140, nota 43. El texto al que se adjunta la nota es el siguiente:

      Determinados monosílabos, prosódicamente acentuados, los escribimos con tilde para diferenciarlos de homófonos suyos, también prosódicamente acentuados, que pertenecen a otra categoría o subcategoría gramatical. Así, los demostrativos sustantivos éste, ése, aquél, y sus femeninos y plurales, suelen escribirse con tilde, frente a los demostrativos adjetivos este (libro), esa (mujer), etc. Las formas neutras de estos pronombres, que tienen exclusivamente categoría de pronombres sustantivos, se escriben siempre sin tilde. Igualmente se suele escribir con tilde el adverbio sólo (= solamente), frente al adjetivo solo.

    51. RAE-ASALE, 1999 (cit. OLE99): Ortografía de la lengua española, Madrid, Espasa.

    52. RAE-ASALE, OLE99, pág. 49. En realidad, con el mismo derecho podría llevar la tilde diacrítica la voz mañana. En un caso es adverbio y en el otro sustantivo. La palabra tarde también podría llevar la tilde para deshacer la ambigüedad de Viene esta tarde (con las interpretaciones de adverbio y de sustantivo) o en Me temo que esta tarde (con los valores de sustantivo o de verbo).

    53. RAE-ASALE, OLE99, pág. 51

    54. RAE-ASALE 2005 (cit. DPD): Diccionario panhispánico de dudas, Madrid, Santillana.

    55. RAE-ASALE, DPD, pág. 637.

    56. Obsérvese que, al incluir en el sistema a los demostrativos y a solo, el criterio secundario (pertenecer a categorías diferentes) pasa a ocupar el primer lugar. El criterio de tonicidad se convierte en secundario, ya que no se cumple siempre («en general»).

    57. Obsérvese que este criterio no aparece en la definición recogida al principio de este apartado.

    58. RAE-ASALE, DPD, pág. 637.

    59. RAE-ASALE, DPD, pág. 639.

    60. RAE-ASALE, 2010 (cit. OLE10): Ortografía de la lengua española, Madrid, Espasa.

    61. RAE-ASALE, OLE10, pág. 239.

    62. «En todas ellas la función de la tilde no es, por tanto, la de indicar cuál es su sílaba tónica (función prosódica), sino la de señalar que la palabra que la lleva es tónica y no debe confundirse con otra formalmente idéntica, pero de pronunciación átona (función diacrítica)» (OLE10, pág. 239).

    63. RAE-ASALE, OLE10, pág. 239.

    64. RAE-ASALE, OLE10, pág. 239.

    65. RAE-ASALE, OLE10, pág. 239.

    66. RAE-ASALE, OLE10, pág. 240.

    67. Con el fin de facilitar «su adecuada interpretación, evitando posibles ambigüedades».

    68. «Todas las voces que integran esta nómina tienen en común ser palabras de empleo frecuente, lo que explica que el sistema de acentuación gráfica haya considerado relevante, incluso en contra de lo que estipulan las reglas generales, distinguirlas en la escritura de las correspondientes átonas mediante el uso de la tilde, con el fin de facilitar su identificación rápida, la correcta lectura de los enunciados en los que aparecen y su adecuada interpretación, evitando posibles ambigüedades» (RAE-ASALE, OLE10, pág. 240).

    69. «El carácter extraordinario de la tilde diacrítica dentro del sistema acentual y el respeto al principio de economía por el que se rige este sistema recomiendan no aumentar el número de palabras escritas con este tipo de tilde y limitar sus casos a los que, estando ya consolidados por la tradición, cumplen estrictamente las condiciones prosódicas y de frecuencia requeridas (esto es, que sirva para distinguir una voz tónica de otra átona grafemáticamente idéntica en pares de palabras de uso frecuente)» (RAE-ASALE, OLE10, págs. 240-241).

    70. «Como esos usos distinguidores no se ajustan a todos los requisitos de la tilde diacrítica (pues, tanto en un caso como en el otro, no se oponen palabras tónicas a otras átonas formalmente idénticas), desde 1959 las normas ortográficas restringían la obligatoriedad del acento gráfico únicamente a las situaciones de posible ambigüedad» (RAE-ASALE, OLE10, pág. 241).

    71. RAE-ASALE, OLE10, pág. 269.

    72. RAE-ASALE, OLE10, págs. 269-270.

    73. RAE-ASALE, OLE10, pág. 241.

    74. RAE-ASALE, OLE10, pág. 269.

    75. La redacción de las entradas de los demostrativos este, ta; ese, sa; aquel, la es semejante: «En las aceps. 4-6. Las formas aquel y aquella, y sus plurales respectivos, pueden escribirse con acento (aquél, aquélla, etc.) cuando existe riesgo de ambigüedad».

    76. Álex Grijelmo expresaba este sentimiento ante la posibilidad de que desaparezcan las tildes en los demostrativos y en solo: «Sin embargo, quienes hemos nacido con esas tildes forzaremos cualquier argumento para defenderlas. Opondremos por ejemplo que se necesita ese rasgo en textos de apenas tres o cuatro palabras, como sucede en los titulares de prensa, en la publicidad o en los títulos literarios o cinematográficos. No es lo mismo Solo en casa que Sólo en casa. Si la tilde no nos ayuda, el público no entenderá de qué va la película (nunca mejor dicho)» (Álex Grijelmo: «La tilde sentimental», El País, 30-09-2015).

    77. Pedro Álvarez de Miranda, 2014: «La tilde en los demostrativos y en solo», Rinconete, Instituto Cervantes, abril de 2014, recogido en Pedro Álvarez de Miranda, 2016: Más que palabras, Madrid, Galaxia Gutenberg, págs.240-245. La cita se encuentra en la pág. 240.

    78. Durante el siglo xx la ortografía (disciplina normativa y, además, sobre el lenguaje escrito) pasó de ser una de las cuatro materias canónicas de la gramática tradicional al mayor de los olvidos por parte de los gramáticos. Fueron escasas las reflexiones teóricas y las investigaciones sobre el tema (si se exceptúan los trabajos de corte historiográfico).

    79. Eran bastante comunes definiciones como la que formula E. Sabaté: «El acento diacrítico sirve para distinguir dos vocablos iguales, pero de diferente significado» (Emilio Sabaté 1950: Para escribir correctamente, Barcelona, Editorial Juventud, S.A, pág. 17. En semejantes términos aparece descrito por Amado Alonso y Pedro Henríquez Ureña: «Las palabras que conviene distinguir de otras, iguales en la forma, pero diversas en significado» (Alonso, Amado - Henríquez Ureña, Pedro, 196925: Gramática castellana. Primer curso, Buenos Aires, Losada, pág. 201).

    80. Cf. Carmelo Muro Leal (1935): Obra completa de Gramática Castellana, Madrid, Academia Muro, págs. 200-201.

    81. Recuérdense las palabras ya citadas de Casares («… lo significativo del caso es que sea posible tal discrepancia entre especialistas acerca de un precepto cuya aplicación se supone asequible a los profanos concederla») y del P. Félix Restrepo («una norma tan difícil de cumplir no tiene razón de ser»).

    82. «Aquel, aquella, ese, esa, este, esta y sus plurales, tal vez necesitan acento cuando aparecen en la oración separados de las voces á que se refieren» (RAE, 1870, Gramática, pág. 334).

    83. «Por costumbre se acentúa la palabra solo, cuando es adverbio, y no si es sustantivo ó adjetivo: Sólo me deleita el estudio. Acabo de ganar un solo en el tresillo. Un solo reparo le detiene» (RAE, 1880, Gramática, pág. 367).

    84. Se destacan en sombreado las obras y decisiones que carecen de valor normativo.

    85. Esta decisión implicaría extenderla a otras distinciones semejantes (aqueste y aquese, otro, esotro, estotro, unos, algunos, muchos…) (cf. Julio Casares, 1951, pág. 423). Observa que los correctores de imprenta «se las ven y se las desean a menudo para saber si un demostrativo está usado como adjetivo o como pronombre» (Id. pág. 424). Y argumenta: «No interesa en este momento decidir de qué parte está la razón; lo significativo del caso es que sea posible tal discrepancia entre especialistas acerca de un precepto cuya aplicación se supone asequible a los profanos» (Id., pág. 424).

    86. «En vista de lo expuesto, nuestra opinión se inclina a resolver las dificultades advertidas suprimiendo el problema, es decir, prescindiendo del uso de la tilde en los demostrativos» (Id. pág. 424).

    87. J. Casares, 1951, pág. 425.

    88. «Será lícito prescindir de la tilde cuando de ello no resulte anfibología.» (RAE, 1952: Nuevas normas de prosodia y ortografía, Madrid, Imprenta S. Aguirre Torre, regla. 26, pág. 21). Se extiende la opcionalidad de esta tilde a otros pares de indefinidos: otro, algunos, pocos, muchos, etc. (Ibid.).

    89. «En la regla c, núm. 540 se suprimirán las palabras “Por costumbre”, a fin de que sea preceptivo acentuar gráficamente el adverbio sólo» (RAE, 1952, regla 28.ª).

    90. «Los pronombres éste, ése, aquél, con sus femeninos y plurales, llevarán normalmente la tilde, pero será lícito prescindir de ella cuando no exista riesgo de anfibología» (RAE, 1959: Nuevas normas de prosodia y ortografía, declaradas de aplicación preceptiva desde 1.º de enero de 1959, Madrid, regla 16.ª).

    91. «La palabra solo, en función adverbial, podrá llevar acento ortográfico si con ello se ha de evitar una anfibología» (RAE, 1959, regla 18.ª).

    92. «Los pronombres éste, ése, aquél, con sus femeninos y plurales, llevarán normalmente tilde, pero será lícito prescindir de ella cuando no exista riesgo de anfibología» (RAE, 1969, § 38. d), pág. 25).

    93. «La palabra solo, en función adverbial, podrá llevar acento ortográfico si con ello se ha de evitar una anfibología» (RAE, 1969, cit. ORAE69): Ortografía. Publicación que incorpora al texto tradicional las Nuevas Normas declaradas de aplicación preceptiva desde 1.º de enero de 1959, Madrid, Imprenta Aguirre, § 38. c), pág. 25).

    94. Como el riesgo de ambigüedad es ínfimo, no se aplica la tilde en ningún caso.

    95. «Los pronombres éste, ése, aquél, con sus femeninos y plurales, llevarán normalmente tilde, pero será lícito prescindir de ella cuando no exista riesgo de anfibología» (RAE, 1973, Esbozo, § 38. d), pág. 27).

    96. «Así, pues, solo cuando en una oración exista riesgo de ambigüedad porque el demostrativo pueda interpretarse en una u otra de las funciones antes señaladas, el demostrativo llevará obligatoriamente tilde en su uso pronominal» (RAE-ASALE, 2005, (cit. DPD): Diccionario panhispánico de dudas, Madrid, Santillana, pág. 639).

    97. «Ahora bien, cuando esta palabra pueda interpretarse en un mismo enunciado como adverbio o como adjetivo, se utilizará obligatoriamente la tilde en el uso adverbial para evitar ambigüedades» (RAE-ASALE, DPD, pág. 639).

    98. Algunos autores, como L. Gómez Torrego, no consideran conveniente aplicar esta tilde a los demostrativos: «En cuanto a no poner la tilde en los pronombres demostrativos masculinos y femeninos, nos parece que está justificado, pues en este caso sí es cierto que los casos de ambigüedad son “raros” y “rebuscados”» (Leonardo Gómez Torrego, 2013, pág. 68).

    99. Leonardo Gómez Torrego (2013, op. cit., pág. 66) aporta una nueva lista de casos de posible ambigüedad (se señalan con tilde los usos adverbiales):

      • Ese verbo solo/sólo puede desempeñar funciones especiales.
      • Él solo/sólo aprendió inglés.
      • Pedro camina solo/sólo por el pueblo.
      • El niño jugaba solo/sólo con la pelota.
      • El presidente se presentó solo/sólo ante los empresarios.
      • El profesor Chapin estará solo/sólo un mes.
      • El gigante vende solo/sólo 35 pisos al día.
    100. Cf. Dan Sperber & Deirdre Wilson, 1986: La pertinence. Communication et cognition, Paris, Minuit, 1989, págs.274-277.

    101. No siempre es fácil determinar si un demostrativo es pronombre o es adjetivo. Recordemos la observación de Casares: «… lo significativo del caso es que sea posible tal discrepancia entre especialistas acerca de un precepto cuya aplicación se supone asequible a los profanos» (Julio Casares, 1951, § 52.2, pág. 424). También ocurre con solo. J. Martínez de Sousa recoge una anécdota del P. Restrepo: «… en una reunión de ocho académicos, repartió hojas con ocho ejemplos de solo y les rogó que atildaran tales ejemplos conforme a las reglas de la Academia: solo en uno de ellos coincidieron todos en la manera de acentuarlo»; y concluye: «Si esto pasa con los académicos, todos ellos escritores ilustres y estudiosos de problemas gramaticales, ¿qué no pasará con los periodistas, que tienen que escribir a la carrera, y con el grueso público. Una regla tan difícil del cumplir no tiene razón de ser» (José Martínez de Sousa, 2008, pág. 165). No existe, por otra parte, acuerdo entre los gramáticos a la hora de decidir si los determinantes demostrativos y los pronombres demostrativos pertenecen a clases distintas. La Nueva gramática de la lengua española, aunque considera válidas las dos opciones, opta por considerarlos una sola clase (RAE-ASALE, 2009: Nueva gramática de la lengua española, NGLE09, 17.2g-17.2j, págs. 1278-1279).

    102. Recuérdese que la Gramática de la RAE de 1870 había propuesto diferenciar con tilde diacrítica el adverbio luego (tónico) de la conjunción luego (átona). La decisión era coherente con el criterio de distinguir voces homógrafas tónicas de sus correspondientes átonas.

    103. Como en el poema titulado precisamente «Calambur» de Ángel González:

      «Dore mi sol así las olas y la
      espuma que en tu cuerpo canta
      y canta –más por tus senos que por tu garganta–
      do re mi sol la si la sol la si la» (Ángel González, 19943: Palabra sobre palabra, Seix Barral, pág. 298).

    104. La RAE (1952) había propuesto tildar estos pronombres indefinidos: «El uso del acento ortográfico en este, ese, aquel, con sus femeninos y plurales cuando tienen carácter de pronombre, podrá extenderse a otros vocablos que, a semejanza de los demostrativos, pueden tener, a más de función adjetiva, otra pronominal: otro, algunos, pocos, muchos, etc. Será lícito prescindir de la tilde cuando de ello no resulte anfibología» (Regla 26.ª, pág. 21).

    105. En algunas ocasiones pueden incluso coincidir con demostrativos o con pronombres sumando su doble sentido para formar secuencias ambiguas: Habla de este bien/Habla de este bien.

    106. Quienes consideran que la diferenciación mediante la tilde ayuda en la escritura encontrarían aquí un buen argumento para extender la tilde diacrítica a estos casos: cuando es adverbio la entonación es descendente; cuando es adjetivo, al finalizar seguro se realiza una semianticadencia. La misma observación se podría aplicar a varios de los casos que se tratan en este apartado. Nosotros consideramos, como ya se ha dicho, que no es una función de la tilde marcar pausas y entonaciones, sino simplemente marcar la tonicidad de palabras y de sílabas.

    107. La ambigüedad de la secuencia sin tilde diacrítica Llegó esta tarde puede deberse a dos hechos: el doble valor del demostrativo y de tarde. Aplicando el mismo criterio, la tilde diacrítica podría recaer, con igual derecho, en esta o en tarde.

    108. R. Restrepo propuso en 1952 incluirlo entre los dobletes diferenciados por esta acentuación (cf. José Martínez de Sousa, 20082: Ortografía y ortotipografía del español actual, Gijón, Trea, pág. 159).

    109. R. M.ª Ragucci (1956) propone su inclusión en la nómina de dobletes con tilde diacrítica (cf. José Martínez de Sousa, 2008, pág. 159).

    110. Recordemos que el error había sido desvelado por T. Navarro Tomás en 1925 y por Julio Casares en 1951.