Nota
«ESFINGE» Y NUESTRO DICCIONARIO


Boletín de la Real Academia Española
[BRAE · Tomo XCVI · Cuaderno CCCXIII · Enero-Junio de 2016]
http://revistas.rae.es/brae/article/view/144
La esfinge es uno de los tres monstruos hembra que la diosa Hera envió a la tierra para desgracia de los varones: en el caso de la esfinge, sobre todo de los homosexuales. Hay varios mitos al respecto. Monstruos hembra de este tipo, enviados también por Hera para castigo de los varones, son las Harpías y las Sirenas. Las Harpías (de ἁρπάζω ‘arrebatar’) descienden en vuelo y con sus garras se llevan alimentos y objetos diversos; las Sirenas logran con sus cantos que los pilotos lleven a su barco a chocar con los escollos. Odiseo sólo lo evitó haciéndose atar al mástil y echar cera en los oídos.

Nótese que Hera, esposa de Zeus, aparece en la IIíada en frecuente enfrentamiento con él. Paralelamente, protege a las mujeres contra hombres que merecen castigo, enviando a éstos esos monstruos.

El tema de la esfinge, en Grecia y después hasta ahora, merece una revisión.

Continúo con esto otras aportaciones mías a los helenismos del español, que revisé para la última edición del DRAE, la 23, de 2014. Dentro de esta línea presento la que podría ser la base de una propuesta para mejorar el artículo ESFINGE de la última edición del DRAE, que es en realidad, en este caso, ofrece una mera herencia de las ediciones anteriores del DRAE desde 1950 –que modificaron mucho las anteriores ediciones, que eran fieles a la línea griega de la esfinge como doncella, línea que luego cambió, pasó a ser un varón.

Hasta esa fecha el DRAE definía a la esfinge, como era usual desde los griegos, y luego en fuentes latinas, medievales y posteriores a éstas, tanto en España como en otros países, como un monstruo femenino, especie de ave con garras y a veces con alas. Desde luego, con cabeza, cuello y pecho de doncella o simplemente de mujer. Así también hacían las ediciones del DRAE hasta la fecha indicada.

La esfinge aparece como monstruo hembra desde Hesíodo, Teogonía 326, donde se la llama «muerte para los tebanos», en especial para los homosexuales, también en mitos tebanos y en referencias a los mismos en Arqueología y Literatura, sobre todo en el Edipo Rey de Sófocles. Aquí el tema está muy alterado: el homosexual muerto es Layo, padre de Edipo, y éste es el causante, en un accidente, de su muerte. La esfinge quiere matar a Edipo, pero es ella la muerta al contestar bien Edipo a la conocida pregunta de la esfinge sobre cuál es el ser que anda primero con cuatro pies, luego con dos, finalmente con tres. Es el hombre, se sabe. El que contesta mal es víctima de la esfinge, pero Edipo contesta bien... y la esfinge se suicida.

La esfinge era representada o descrita como mujer o ave: cabellos, pechos, a veces garras, a veces también alas: viene de σφίγγω, ‘estrangular, ahogar’. Pues bien, el DRAE, ed. 23, de 2014, dice que el término es f., de género femenino: sigue así la antigua tradición.

Pero es notable que el artículo añade que la esfinge es ‘monstruo fabuloso, generalmente con cabeza, cuello y pecho humanos y cuerpo y pies de león’. Es decir, el tema original ha cambiado: decir «humano» evita el señalar que es mujer, de esto sólo queda el género femenino, en el comienzo del artículo, ¡y resulta que añade que la esfinge tiene pies de león, un macho! Un gran absurdo, ¿de dónde viene esto, no, desde luego, de los griegos? ¿Y qué hacer, sin embargo, con ese género femenino, que se ha mantenido desde el comienzo hasta ahora? La esfinge hembra ha cambiado o semicambiado, pues, ya no es una doncella.

El género femenino es lo único que queda de la antigua tradición –y también el hecho de que el DRAE reciente (y sus predecesores próximos) proceda con una cierta timidez: elimina los rasgos físicos de la hembra– pero conserva ese género f. Elimina el pecho de doncella, pero se contenta con decir «humano», algo equívoco que esquiva la verdadera cuestión: ¿pecho de varón o de mujer?

Pero antes de entrar en el verdadero problema, el porqué de la desfeminización de la esfinge, hemos de insistir en que la versión original de los griegos, la esfinge hembra, se ha mantenido en el Diccionario académico hasta la fecha citada de 1950. He revisado todas las ediciones. Cierto que con variantes aquí o allá, cuando hablan de gata o mona o ave.

Ya ven: ahora nada de ave, pechos, etc. Eso ha sido borrado por el DRAE que, de edición en edición, cada vez ofrece menos rasgos femeninos y menos comparaciones con aves o gatas, menos alas. Puede cualquiera repasar las sucesivas ediciones. El caso es que han crecido paso a paso los elementos masculinos, sobre todo los propios de animal, muchos del león y cada vez más ajenos a la antigua esfinge, la que según la etimología griega era especialista en «ahogar» o «estrangular» a sus víctimas, traduzco el verbo griego σφίγγω de donde viene «esfinge».

Al menos, la última edición del DRAE y las precedentes hablan de «pecho humano», ya que no de mujer, para no extrañar del todo a los lectores; pero poco queda de la antigua esfinge griega, esfinge más bien animalesca, una hembra entre gata o ave carnicera y voladora, enemiga del homosexual, repito. Pero sigue hablándose de género gramatical femenino, eso sí.

La esfinge griega aparece en mitos y en representaciones arqueológicas varias, sobre todo en Tebas. Y en Literatura: sobre todo, lo dije ya, en Hesíodo y en el Edipo Rey, donde el poeta se permite una gran libertad: la esfinge quiere matar a Edipo, a quien acusan de haber matado a su padre Layo, pero Sófocles desvía, pinta la muerte de Layo como una especie de accidente de tráfico con su hijo Edipo; en todo caso, Edipo resuelve el enigma de la esfinge, ésta, frustrada, se suicida.

Edipo era hijo de Layo, que era homosexual, pero unido luego a una mujer, Yocasta, reina de Tebas. Unido a ella llegó a ser padre de Edipo y éste a ser rey, como hijo de él. Sófocles juega con los mitos.

Pero volvamos a la esfinge en la tradición que recoge cada pocos años nuestro Diccionario: han ido entrando en ella cada vez más elementos masculinos. Aunque se dice f., femenino, ya dije, se habla de cabeza, cuello y pecho «humanos», no se atreven a decir «de mujer», como en fecha anterior; y para el cuerpo y los pies se pasa a lo animalesco masculino: «Cuerpo y pies de león». ¿Qué ha pasado?

Porque la tradición anterior seguía la línea femenina. Covarrubias, en el siglo xvi, en el léxico fundamental del «español o castellano» antes del de la Academia1, dice: ‘cabeza y cuello y pecho de doncella, alas de ave’. Igual Alberto Magno, en el siglo xii: las esfinges son ‘especie de monas de cabellos largos, dos tetas grandes... y una cola larga que tira a negro’.

O sea: históricamente van desapareciendo de la lexicografía los rasgos femeninos (se prefiere «humanos») y entrando algunos masculinos tomados del león. Por lo demás, en la lengua común el uso es sobre todo figurado: alguien es una esfinge o una harpía o una sirena.

¿Por qué? Desde el siglo viii a. C. los griegos fueron hallando en Egipto, que frecuentaban sobre todo como mercenarios, esculturas de personajes con rasgos ya humanos masculinos, ya de león. Se trata de esculturas en sepulcros de faraones o generales, representaban a éstos divinizados o bien con imágenes de divinidades que los habían protegido en sus batallas. Hay siempre el masculino.

El ejemplo más conocido es el de la llamada esfinge, en un templete junto a las famosas pirámides. Representa, quizá, al faraón Quefren.

El hecho es que cuando los griegos vieron estas esculturas de héroes o dioses, buscaron una correspondencia dentro del mundo griego –se sabe cómo los griegos solían considerar a sus dioses como equivalentes a los de otros pueblos, el egipcio, por ejemplo. El parecido de esas esculturas egipcias con el mito griego de la esfinge hembra no es grande, pero su nombre egipcio, que todavía podemos leer, sin ser egiptólogos, en su transcripción fonética, suena próximo al de la esfinge griega. Y a ésta prestó la «esfinge» egipcia una parte de su imagen entre divina y animalesca pero ya francamente masculina: la del melenudo león con pies, además, de tal. Parece claro que la identificación de estas esculturas egipcias con la esfinge griega tuvo por consecuencia la atribución a ésta de rasgos humanos masculinos. O bien de león, símbolo del poder del faraón.

Así se comprende la forma cambiante de la esfinge griega, cada vez menos femenina y con más elementos ya del león ya animalescos en general. Todo dentro del dominio de lo sagrado, sea animalesco o humano.

O sea, la masculinización de la esfinge griega a lo largo de los años procede de su confusión, en un cierto momento, con la esfinge egipcia. Esto se ha propuesto alguna vez, pero es cada vez más evidente y debe decirse en el artículo del DRAE, cuando se reedite.

Imposible si no comprender toda esta variedad multiforme, cambiante además según las edades, de la esfinge griega y sus descendientes. Nuestro Diccionario académico debe mantener, por supuesto, la indicación de f., femenino, pues esto se ha dicho siempre en todas las lenguas. Pese a esa masculinización.

Pero queda una cuestión: ¿dónde y cuándo se introdujo en nuestro uso, sobre todo en los diccionarios, el influjo de la esfinge masculina, y ello desde mediados del siglo xix?

Pienso que la única circunstancia histórica que ha podido masculinizar en nuestros Diccionarios la antigua esfinge femenina es el conocimiento por los europeos de la esfinge egipcia. Y este conocimiento fue especialmente notable en la época de las intervenciones militares francesas e inglesas en Egipto, sobre todo desde comienzos del siglo xix. La invasión napoleónica, los enfren­tamientos anglofranceses y la posterior conversión de Egipto en colonia británica hicieron que en Europa penetrara la versión egipcia de la esfinge originalmente griega, la que llamaban «esfinge», con su nombre griego, usado en Europa sin interrupción, pero ahora modificada en el ambiente egipcio. Lo que bien pronto fue acogido en Europa, gradualmente, en el siglo xix. En nuestros diccionarios, desde el año 50 de ese siglo.

Alguna indicación sobre esto debería, pienso, recoger los Diccionarios y, concretamente, el DRAE.

Porque esta transformación de un ser imaginario que es mujer en la vieja tradición griega, en un ser igualmente imaginario pero macho y guerrero, es la que poco a poco se introdujo en Europa y en España. El repaso de las sucesivas ediciones del DRAE, que personalmente he hecho, nos hace ver cómo y cuándo y por qué influjo cambió de sexo el monstruo. Cierto, quedó algún resto de lo antiguo: el género f. y algo del mito, al lado la imagen parcialmente masculina. Llegó luego, también, el uso figurado como el de harpía o sirena.

Conviven, pues, en nuestros Diccionarios dos imágenes míticas (y sus dos usos figurados), que se mezclan a veces. En general, repito, desde c. 1950, se ve repasando las ediciones del Diccionario académico.

Habría que decir, propongo:

ESFINGE. Personaje mitológico mortífero, nacido del mito griego, pero con dos acepciones fundamentales, luego:

  1. Una primera acepción; figura mitológica femenina, mortífera para castigar a ciertos hombres, sobre todo a los homosexuales. Se representa y describe con rasgos de mujer, de ave o animales hembra.

  2. Una segunda acepción con rasgos masculinos heroicos de grandes animales macho o de grandes héroes.

Creo que esta podría ser una solución.

Francisco Rodríguez Adrados

ILC, CSIC


  1. Sebastián de Covarrubias, Tesoro de la lengua castellana o española, Madrid, 1611.