LA RELEXICALIZACIÓN
EN EL DISCURSO POLÍTICO ACTUAL:
EL EJEMPLO DE POPULISMO
A TRAVÉS DE LA PRENSA ESPAÑOLA *


Boletín de la Real Academia Española
[BRAE · Tomo XCV · Cuaderno CCCXII · Julio-Diciembre de 2015]
http://revistas.rae.es/brae/article/view/118

Resumen: Populismo y populista son términos que a lo largo de la historia no han tenido mucha presencia en el lenguaje político español. Solo con la instauración de ciertos regímenes políticos en Hispanoamérica, en los últimos años del siglo xx, comenzó a tener una mayor presencia y, fundamentalmente, con la irrupción de Podemos en el panorama político español, el término se convirtió, durante algunos meses, en protagonista de la vida política y paso a formar parte del léxico político activo del español. En este artículo recogemos el envilecimiento semántico de este término durante esos meses hasta variar su significado originario y convertirse en un término demonizado que se emplea como arma de destrucción política.

Palabras clave: Pragmática; lenguaje político; populismo; lexicología.

THE RELEXICALIZATION IN POLITICAL DISCOURSE: THE EXAMPLE OF POPULISM THROUGH THE SPANISH PRESS

Abstract: The terms populism and populist have not been widely used in Spanish political language. Only with the onset of certain political regimes in Latin America at the end of the 20th century did both start to be relatively commmon. In Spain, with the arrival of Podemos, a new political party on the Spanish political , “populism” turned for a few months into a key term in the political discourse and became an integral part of Spanish political lexicon. This article explores the gradual stigmatisation of the term during those moths. During that period “populism” changed meaning and became a a weapon to destroy a political opponent.

Keywords: Pragmatics; political language; populism; lexicology.


La relexicalización1 es un proceso lingüístico habitual en el discurso político. Ya hemos tenido oportunidad de estudiar los radicales cambios que tuvieron lugar en la Transición española a la democracia2 con conceptos como socialismo o nacionalidad cuyos contenidos cambian abiertamente y sin pudor siguiendo los intereses políticos de quién los mueve. También hemos estudiado este tipo de relexicalizaciones en otros ámbitos distintos al político. Tal es el caso de términos que tienen que ver con el mundo del comercio, términos normalmente de prestigio, que acomodan sus contenidos por razones empresariales: no es lo mismo el significado social de zumo, yogur, aceite de oliva o ibérico, como adjetivo de jamón, que lo que administrativamente significan:

De acuerdo con la legislación que afecta al etiquetado de estos productos, podemos denominar Ibérico a un cerdo que sólo posee un 50% de tal raza, con lo cual, ya no es ibérico, es medio ibérico. Por otro lado, está el ibérico de bellota que, como es evidente, no sólo come bellotas. Sólo lo hace en la época de la montanera, y si la temporada no es buena, pocas bellotas come. Y si no es de bellota, puede ser de recebo o de cebo, con lo que la calidad va bajando irremisiblemente. La cuestión es que cuando nos ofrecen en un restaurante un plato de ibéricos muchas veces nos estamos comiendo un jamón que procede de un cerdo que sólo tiene la mitad de ibérico y que no ha visto el campo ni por la ventana, ya que ha sido cebado dentro de un establo3.

La relexicalización en la comunicación persuasiva siempre es interesada, y, en este ámbito, no suele venir propiciada por razones expresivas, sino por razones algo más perversas.

Populismo y populista son términos que, en la actualidad, se emplean en el discurso político, por lo tanto, y por definición, están al albur del uso y abuso que se pueda hacer de ellos desde los intereses políticos que persigue quien los emplea; pertenecen a este tipo de palabras de las que se puede abusar, que se pueden violar, vaciar de contenido, arrojarlas al adversario, al antagonista, palabras que nunca pueden ser neutrales, y más en un momento político como el actual.

Pero todo tiene su historia, y hasta las palabras tienen un relato que justifica su vida.

La aparición de populismo/populista en España

Ciertamente, populismo y populista no han sido términos muy empleados en la política española, al menos en los últimos 100 años4 (y esto es ya un dato relevante; ya se sabe que el vocabulario político tiene muchas claves que explican la realidad social, histórica o política de un país: el léxico es un espejo de la realidad). García Santos apenas lo cita en Léxico Político de Segunda República5, y no recoge declaración de político alguno que la contenga. Durante la dictadura del general Franco, tampoco6, a pesar de que es poco antes, en 1936, cuando el diccionario de la RAE incluye por primera vez el término. No es de extrañar, dadas las circunstancias de ausencia absoluta no solamente de un debate político público, sino también de un debate privado, lo cual elimina toda posibilidad de hablar de populismo en términos técnicos o de emplearlo, como veremos más adelante, como término que se arroja al contrario más que como término que adorna la política de un determinado grupo.

Curiosamente, en la Transición política a la democracia española tampoco se emplea en absoluto7. Probablemente, las circunstancias de renacimiento democrático no eran las más apropiadas o, simplemente, se denominaba de otra forma a lo que ahora se llama populismo8. Como apuntaba Francesc Serés en El País (26-06-2014),

Herencia de la dictadura y utilísimo, desde 1982 hasta aquí, hemos tenido un populismo normalizado, incrustado en el día a día y, eso sí, como siempre, controlado desde arriba. El populismo que molesta es el que no se acaba de controlar y si algo no se puede controlar, acaba siendo calificado de populista.

El populismo siempre son los demás. El gobierno del PSOE de los ochenta lo utilizó constantemente, Convergencia se jactaba hasta no hace mucho de ser un movimiento más que un partido y Aznar subió al poder en los noventa azuzando las bajas pasiones con lo de «paro, terrorismo y corrupción». Aumentó, además, con el visto bueno de todo lo fáctico y de una oposición tan servil al Ibex como el propio Gobierno, el populismo económico y moral de la cultura del pelotazo, asignatura obligatoria en la vida de cada español. De construir puentes aunque no haya ríos hemos pasado a construir vías y poner trenes aunque no haya gente. No debería visitarse una hemeroteca sin llevar un par de copas en el cuerpo: volverán a leer que Zapatero regaló en vísperas de las elecciones de 2008 cuatrocientos euros a cada contribuyente. La medida se acabó en 2009.

O José Luis Álvarez en el mismo periódico (18-02-2014):

El populismo no ha sido ajeno al PSOE. Incluso Felipe González recurrió a él —bien es verdad que pudiendo hacerlo más, dadas sus capacidades, no lo hizo— con aquel «OTAN: de entrada, no», populismo que necesitó uno de sus posibles instrumentos, el liderazgo carismático, para salir del embrollo.

(…)

Las élites políticas y económicas abandonaron al PSOE de Zapatero a cuyo populismo sonrojante, como el cheque-bebé, se acumulaba su desinterés por la gobernación.

O el Huffingtonpost (21-09-2014):

Ariel Jerez se remonta más en el tiempo y añade que «cuando Aznar nos dijo durante tantos años que España va bien, retrospectivamente podemos decir que España no iba tan bien. Creo que ese fue un periodo altamente populista pero que no identificamos como tal», afirma.

Pero no solamente no se identificó como tal, sino que entonces no se llamaba así, aunque ya se aplicaba a ambos lados del espectro político: todos hacían populismo en el sentido valorativo que definiremos más adelante.

Alex Grijelmo (El País, 27-07-2014) ha llevado a cabo una búsqueda en las bases de datos de la RAE para rastrear la frecuencia de aparición de dichos términos en el último siglo con resultados sorprendentes:

El banco de datos de la Academia documenta el primer uso de “populista” en 1923, tomado de un libro del peruano José Carlos Mariátegui, quien se refería a la política alemana y traducía el Volkspartei como “partido populista” (más adelante denominado en español “Partido Popular Alemán”). En ese texto no parece expresarse la palabra de forma despectiva.

Encontraremos otros usos positivos o neutrales de “populista” y “populismo” si buscamos en los más de 200 millones de registros del corpus académico anterior a 1975 (conocido como CORDE). En él figuran sólo 20 menciones de “populista”, en 13 obras, y esos ejemplos nos dan idea de que nació sin matiz peyorativo. En cambio, el corpus de finales del siglo xx (el CREA, con otros 200 millones de registros) muestra ya 541 usos de “populista” en 395 documentos, la mayoría periodísticos. Y ahí se nota con claridad una nueva tendencia, acentuada en nuestros días. Vemos así cómo se tildó de “populista” al panameño Omar Torrijos o al ecuatoriano Abdalá Bucaram…; y cómo empiezan a unirse el sustantivo “retórica” y el adjetivo “populista”, y cómo este término va adentrándose en el campo semántico de la demagogia.

(…)

Hoy en día se suele asociar el populismo, en efecto, con políticas (de izquierda o derecha) dirigidas a satisfacer los deseos más primitivos de una colectividad, aun a costa a veces de sus consecuencias éticas o económicas. Pero otras teorías tienden a identificar el populismo con decisiones legítimas destinadas a fortalecer el papel del Estado frente a los individuos o a la iniciativa privada sin que ello signifique establecer un sistema comunista9.

En lo que a España se refiere, el uso del término desciende considerablemente; las 20 menciones de populista en el CORDE (anterior a 1975) pasan a ser 4 en España, y en el caso de populismo pasan a ser 3. En todas sus apariciones, son palabras empleadas más en el ámbito literario, ya que existe un populismo como escuela literaria «en la que priva una gran preocupación social, una confluencia para el público de la literatura y la sociología». Luego es normal que no aparezca en la II República ni en la Dictadura ni en la Transición, ya que, prácticamente, no existía en su vertiente valorativa, en esa que se lanza al adversario para dañar su imagen, y solo se empleaba técnicamente en ámbitos literarios o en ámbitos políticos (como es el caso de un denominado Partido Populista), pero sin valor evaluativo.

En el Corpus CREA, como hemos visto, sus apariciones son más abundantes, y ya empiezan a aparecer los valores negativos que lo van a caracterizar a partir de los años 90, lo cual viene a coincidir con la aparición de movimientos políticos en Latinoamérica que comienzan a anteponer las aspiraciones del pueblo dentro de ese discurso político que describiremos más adelante. En definitiva, su presencia en España viene ligada, en un principio, a la descripción y valoración de esos regímenes de países latinoamericanos o de partidos políticos que nacen al abrigo de la crisis en Europa.

Por último, una búsqueda en el CORPES XXI10 viene a confirmar la tendencia de crecimiento que ya se observaba en los corpus anteriores. Las cifras del CORPES son reveladoras, tanto en número como en distribución geográfica.

Tabla 1: POPULISMO: Frecuencia absoluta: 496 Documentos: 305 Frecuencia normalizada: 2,54 casos por millón.

Distribución por zonaDistribución por países
ZonaFreqFnorm.PaísFreqFnorm.
España1341,95España1341,95
México y Centroamérica962,54México632,64
Río de la Plata752,86Argentina542,95
Caribe continental733,66Venezuela495,44
Andina483,94Chile373,02
Chilena373,02Colombia242,19
Antillas302,12Ecuador234,93
Estados Unidos31,08República Dominicana204,65
Bolivia195,01
Nicaragua195,68
Distribución por período
PeríodoFreqFnorm.
2001-20051562,27
2006-20102412,52
2011-2012993,22

La palabra, por tanto, en su uso más político, comienza a hacerse fuerte en la década de los 90 y sigue una progresión ascendente hasta el momento actual. Abunda, como decíamos, en las repúblicas de la América hispana donde se han instalado gobiernos de perfil populista (Venezuela, Bolivia, Ecuador, etc.) y se va afianzando con el paso de los años, como se puede observar en la frecuencia normalizada por período que nos ofrece el CORPES XXI.

En España, la eclosión total surgirá en el año 2014. Solo en este año, la frecuencia de uso aumenta de forma espectacular. Una búsqueda de populismo/populista en cualquier periódico digital da como resultado cientos de artículos donde aparecen las palabras tanto en su uso descriptivo como valorativo. Por ejemplo, en el buscador de El País, el artículo que aparece con el número 257 afirma que «Los socialistas hablan de ‘populismo penal’ y critican que se cambie la ley sin hablar con nadie» (14-09-2014), con ese valor de hacer las cosas de cara a la galería para responder a las expectativas y a las reclamaciones de los electores, pero alejándose de la responsabilidad política; hay cientos de artículos más.

Tabla 2: POPULISTA: Frecuencia absoluta: 757 Documentos: 495 Frecuencia normalizada: 3,88 casos por millón.

Distribución por zonaDistribución por países
ZonaFreqFnorm.PaísFreqFnorm.
España2123,08España2123,08
México y Centroamérica1824,82México974,06
Caribe continental1145,72Argentina723,94
Río de la Plata953,63Venezuela687,55
Andina776,33Nicaragua5115,26
Antillas32,54Colombia464,21
Chilena332,70Chile332,70
Estados Unidos72,54Ecuador316,65
Guine Ecuatorial11,15Bolivia297,65
República Dominicana225,12
Distribución por período
PeríodoFreqFnorm.
2001-20052303,35
2006-20103924,10
2011-20121354,40

La defensora del lector en El País, Lola Galán (2-10-2014), apuntaba cifras que, en proporción, superan con mucho lo señalado por los corpus de consultados:

Podemos ha revolucionado la escena política española, y El País, consciente del interés que este movimiento despierta en sus lectores, le ha dedicado amplio espacio. Prueba de ello es el despliegue realizado entre el 18 y el 28 de octubre, coincidiendo con la celebración de la asamblea constituyente de la plataforma, y posterior proceso de votación de las ponencias sobre estructura interna y estrategia por parte de sus bases. Si no he contado mal, se han dedicado a este capítulo nueve crónicas informativas, seis artículos de opinión y un editorial. Eso por lo que respecta a la edición impresa. En la digital, la cifra se incrementa considerablemente con aportaciones multimedia.

Que el término ha tenido una aparición vertiginosa en los últimos años es evidente, y más aún en los últimos meses o en el último año en lo que a España se refiere. Casi cabría poner fecha al momento de irrupción invasiva de populismo/populista en el panorama político español: el movimiento Podemos se presentó oficialmente el 16 de enero de 2014 en el Teatro de Barrio, en el barrio de Lavapiés de Madrid11. Efectivamente, no cabe ninguna duda de que la aparición de Podemos en el panorama político español ha sido la responsable de que dicho término, por lo que hemos podido comprobar, haya adquirido especial protagonismo en el momento actual12, más por la calificación que recibe por parte de sus opositores políticos que por una completa ortodoxia populista. Pero si bien es cierto que el término se ha aplicado con frecuencia a dicho grupo, también lo es que, por simpatía, ha comenzado a emplearse como un instrumento más de ataque al adversario político de cualquier signo13. La palabra empieza a rellenarse con connotaciones negativas y comienza su proceso de relexicalización. De nuevo, los significantes vuelven a ser cáscaras vacías que se llenan al albur de los intereses políticos. Poco va a importar qué es el populismo como forma de hacer política, porque nadie querrá ser tildado de populista, dada la carga de negatividad que ya acumula. La selección léxica del término busca estimular un marco cognitivo concreto para obtener una respuesta de demagogia y miedo al caos que produce el dejarse llevar por las pasiones del pueblo.

Efectivamente, una rápida búsqueda en alguno de los periódicos de referencia en España nos da una idea del auge del término y de su contenido, con una frecuencia de uso más que sobresaliente, no solo en cuanto a la explicación del término en sí, sino en cuanto al uso como término político con un claro sentido despectivo, como arma arrojadiza para atacar al oponente, al adversario político. La búsqueda en periódicos como El País, El Mundo, ABC, La Razón, Público, El Faro de Vigo o La Vanguardia, en sus versiones digitales, da como resultado un aluvión de artículos de opinión sobre el populismo y populista y otros tantos de uso de la palabra en términos negativos dirigido al adversario político.

Parece evidente que dichos términos no estaban, pero han venido para quedarse; su efectividad parece fuera de toda duda, lo cual es argumento suficiente para que pasen a formar parte del léxico político actual.

Significado y uso de populismo/populista

Quizá porque las palabras están también abiertas a las modas o quizá porque las circunstancias políticas que han devenido en numerosos países del mundo han hecho que aparezcan gobiernos que han dado protagonismo y definición a un tipo concreto de discurso político, un término neutro como populista, que todavía recogía la RAE14 en 2001 como «Perteneciente o relativo al pueblo», ha ido variando su contenido o adquiriendo connotaciones que ha provocado que se haya pasado de la definición del Pequeño Larousse (1988) como «Actitud política que consiste en reclamarse del pueblo, de sus aspiraciones profundas, de su defensa contra los diversos perjuicios de que es objeto» a la del Diccionario del Español Actual (1999), dirigido por Manuel Seco, que define populismo como «Tendencia a prestar especial atención al pueblo y a cuanto se refiera a él», pero añade que su uso frecuente en política tiene «intención despectiva», al igual que populista. El diccionario digital de Mª Moliner, por su parte, define populismo como la «Doctrina política que pretende defender los intereses de la gente corriente, a veces demagógicamente», coletilla añadida gracias al modo de hacer de algunos gobiernos de América del Sur y de ciertos políticos europeos y que, como veremos más adelante, ha calado hondamente en la sociedad y, por tanto, en el uso del término. La edición del diccionario de la RAE de 2014 ya se hace eco de este proceso de creación de significado. Así, introduce ya populismo remitiendo a popularismo en una primera acepción, y definiendo una segunda como «Tendencia política que pretende atraer a las clases populares», pero añade que se emplea con sentido despectivo. Es decir, la propia definición de la RAE ya deja entrever el sesgo negativo que ha ido adquiriendo el término, no solo por el sentido despectivo que señala, sino por la propia definición, un poco lejos ya del valor neutro con que la definían los diccionarios de Moliner y Seco. De «prestar atención al pueblo» o «defender los intereses del pueblo» se pasa a «atraer a las clases populares» donde, en cierta forma, se asume un interés perverso en la estrategia populista15.

Toda esta connotación negativa con la que carga ha de proceder, por un lado, de las desviaciones sobre las promesas electorales que llevan a cabo los gobiernos que enarbolan la bandera del pueblo y, por otro, de la apreciación negativa que se ven obligados a hacer los que, siguiendo la dinámica del discurso político, son adversarios de aquellos con el fin de desprestigiar la palabra, el movimiento y la persona que lo defiende.

Como sabemos, hay dos claras acepciones del término que se ven representadas en la prensa aunque con distinto peso; una definición objetiva, neutra, que pretende describir una forma de hacer política, tal y como lo presenta Ignacio Sotelo en El País (30-06-2014):

El objetivo del populismo es corregir de inmediato la desigualdad, favoreciendo a los más pobres, al hacerles llegar la sanidad y las escuelas con un apoyo económico que les permita sobrevivir. En suma, el origen del populismo está en la desigualdad, así como su propósito es reducirla a una dimensión tolerable.

O Carlos de la Torre (Director de Estudios Internacionales de la Universidad de Kentucky):

El populismo se basa en la promesa democratizadora de devolver el poder secuestrado por las élites a los ciudadanos.

(…)

Los populismos prometen una mejor forma de democracia en que la participación ciudadana remplace el manejo de lo público por élites partidistas.

(…)

Cuando los sistemas políticos son vistos como cerrados y que silencian voces alternativas emergen populistas que prometen terminar con el dominio de las élites.

(…)

El discurso populista concibe que las diversidades de intereses y propuestas de una población compleja se agrupan en dos campos que se enfrentan antagónicamente: el pueblo contra las oligarquías.

(…)

Los populismos, por lo general, construyen a un líder como la encarnación del pueblo. En un mensaje a la Asamblea Nacional Chávez aseveró, “no soy yo, soy el pueblo”.

(…)

Si bien los populistas buscan la democratización de la sociedad, cuando llegan al poder muchas veces construyen regímenes autoritarios. La visión populista de la política transforma a los rivales democráticos en enemigos antagónicos.

El País, 14-08-2014

Y una segunda acepción, más emocional, derivada de la anterior, y que recibe su contenido del incumplimiento, de la desviación de los objetivos políticos hacia un mundo de promesas incumplidas o de ofertas irresponsables. Es aquí donde el término empieza a envenenarse, donde se impregna de matices negativos, y es aquí donde nace para emplearse de forma valorativa, donde se empieza a convertir en arma contra el adversario, independientemente de su forma de hacer política. Es el significado que aporta Josep Ramoneda (El País, 4-03-2014):

¿Qué es el populismo? Es una estrategia política que se funda en promesas que se sabe que no se podrán cumplir.

(…)

Populismo es también coger la parte por el todo, presentarse portador de las aspiraciones del verdadero pueblo, como si las demás no existieran.

(…)

Populismo es la apelación a las bajas pasiones de la ciudadanía, el resentimiento (que en este momento tiene a bancos, políticos e inmigrantes como principales destinatarios) como modo de movilización política.

(…)

La acusación de populismo es una manera de mantener latente la idea de que la ciudadanía, poco formada y vulnerable, puede ser engañada por cualquier embaucador, y que, por tanto, hay que limitar el espacio de la representación.

(…)

El populismo es un problema y un peligro, pero no se combate cerrando el sistema político sino todo lo contrario: abriendo la democracia, incorporando a la ciudadanía, sin tener miedo ni a ella ni a su voto.

O el editorial de El País del 2 de noviembre de 2014, el mismo día que Podemos empieza a aparecer como la primera fuerza política en intención de voto en el estado español:

Seísmo político

El catastrofismo de Podemos arrastra a una ciudadanía harta; motivo de reflexión para todos

Todo esto no justifica dejar a la sociedad en manos de Pablo Iglesias y de Podemos, es decir, de un grupo de diagnóstico catastrofista y voluntad descalificadora, que niega ser de izquierdas ni de derechas para ocultar lo que en realidad es: simple y vulgar populismo como el que, con otras apariencias ideológicas, aparece en diversas partes de Europa. El sondeo muestra que los votantes potenciales de otros partidos, por críticos que sean hacia estos, tampoco creen en Podemos como la única opción en que se puede confiar. Una cosa es criticar y otra muy distinta ofrecer soluciones solventes y realistas a una sociedad necesitada de buena gestión. Hasta el momento, las únicas recetas que hemos escuchado en boca de los líderes de Podemos son viejas, fracasadas o delirantes.

Las declaraciones de Mariano Rajoy son contundentes (El País 11-04-2015):

Rajoy promete frente al populismo “cosas de seres humanos normales”.

Detrás de los demagogos y populistas de todo signo hay millones de personas que no lo son, que quieren las cosas de los seres humanos normales.

Así pues, como resume muy bien Enrique Gil Clavo (El País, 4-03-2014), hay un populismo bueno y un populismo malo:

Y es que, como ocurre con el colesterol, hay que distinguir entre un populismo bueno (afín al capital social universalista que genera confianza positiva) y un populismo malo (capital social particularista que segrega desconfianza negativa). El populismo malo o negativo es el de Berlusconi y demás caudillos afines: un padrino mafioso que secuestra a sus seguidores para explotarlos en beneficio propio. Y el populismo bueno o positivo (teorizado por Ernesto Laclau) es el de los girotondi, los indignados, el 15-M y el M5S: un movimiento universalista e integrador, capaz de articular e interconectar una pluralidad de redes sociales heterogéneas para organizarlas en una sola movilización colectiva dispuesta a elevar en común la voz de toda la sociedad civil.

El significado que aporta Josep Ramoneda es la base del contenido que va a estabilizarse dentro del uso de populismo en el discurso político como argumento que arrojar al adversario. De nada sirve que haya un populismo bueno; ya nadie quiere el término, está demasiado envenenado como para presentarlo como mérito. Ciertamente, ese será este su significado social16, el significado más disponible al que se accederá por pura economía cognitiva quedando el otro en el olvido, como podemos observar en el uso que se hace en la vida política. Como apunta Charaudeau17, «Dans l’usage courant, a perdu de sa spécificité: il est souvent employé comme un équivalent de démagogique, de poujadiste, parfois de raciste ou même de fasciste – amalgames qui ne peuvent apporter de grande lumière sur son sens».

Efectivamente, en casi todos los casos que hemos podido rastrear, populismo mantiene un contenido que tiene que ver con ofrecer soluciones falsas a problemas reales para mantener contento al pueblo, hacer promesas que no se pueden cumplir, ofrecer al pueblo lo que reclama, pero hacerlo de forma irresponsable, tomar decisiones de cara a la galería para conformar al pueblo, etc.

Sin mencionar, como es su costumbre, el nombre del emergente partido de Pablo Iglesias, el líder socialista se ha referido a Podemos como “populistas”, es decir, “aquellos que ofrecen soluciones falsas a problemas reales”, y ha alertado a los españoles de los “peligros del populismo”.

La Razón, 17-09-2014

Aquí se ve que, más allá de la demagogia partidista que suele utilizar a los pensionistas con promesas populistas de imposible cumplimiento, la revalorización de las pensiones debe hacerse con realismo y responsabilidad porque no se trata de que el Estado pague las de hoy, sino también las de mañana. En conclusión, el Gobierno ha presentado unos Presupuestos creíbles que transmiten confianza en 2015.

La Razón, 7-10-2014

“La viabilidad que ellos ven en sus propuestas conllevaría un enorme sacrificio para los ciudadanos”, apunta el economista Carlos Rodríguez Braun. Y es que “Podemos es el clásico partido populista y antiliberal que promete el paraíso a corto plazo”.

La Razón, 8-10-2014

El académico canadiense, Michael Ignatieff, reivindica la política y defiende cambios en el sistema tras su sonado fracaso electoral.

Los populistas, de derechas o de izquierdas, ofrecen soluciones falsas a problemas reales. En Europa hay grandes problemas. Crisis económica, desempleo, enfado con los inmigrantes…, pero la gente siente que los partidos tradicionales no les ofrecen soluciones reales. La democracia no sobrevive sin soluciones a los problemas reales.

El País, 15-06-2014

Sin embargo [El presidente del PP-A, Juanma Moreno], ha entendido que el PSOE se desliza “por un camino resbaladizo, oportunista, e incluso diría que bastante populista, hablando de la reforma de la Constitución, que no sabemos dónde nos lleva”.

La Razón, 20-07-2014

Aparte de la inexperiencia a su llegada al liderazgo del PSOE, el nuevo secretario general comparte con el expresidente el gusto por el populismo, los enunciados vacíos y, a veces, la irresponsabilidad.

ABC, 06-10-2014

El alcalde de la localidad vallisoletana de Tordesillas,  el socialista José Antonio González Poncela, ha criticado hoy el “populismo” del secretario general de su partido, Pedro Sánchez, por censurar el Toro de la Vega en el programa ’Sálvame’.

Público, 21-09-2014

El líder socialista considera “patética” la medida y acusa al alcalde de recurrir al “populismo para ocultar las carencias del gobierno”.

El Faro de Vigo, 3-06-2014

Los términos que lo acompañan y que, por tanto, aparecen agrupados junto a él por proximidad de significado tampoco son nada positivos, como no puede ser de otra manera. Destaca, por encima de todos, demagogia:

Liderazgo y democracia frente a la demagogia y el populismo. Continuidad frente a la fractura. Tradición frente a la improvisación. Reforma frente a la revolución. Virtudes cívicas que no son solo las de una mayoría actual, sino también las que inspiran esta vieja y protectora civilización que no podemos volver a echar a suertes.

Fernando García de Cortázar, ABC, 15-07-2014

El parlamentario de UPyD ha dicho que la actuación del alcalde de Vitoria en este asunto desde que comenzó la polémica en verano ha sido “triste, lamentable e irresponsable”, porque lo único que busca es “sacar la cabeza, crear una polémica y buscar votos a través de la demagogia y el populismo”.

El Mundo, 08-10-2014

“Demagogia y populismo no son artes de gobierno”, ha destacado el diputado de Cultura para quien “el PSOE, que no ha hecho nada en treinta años por revitalizar la figura de Federico García Lorca, no duda en manipular las cifras a su antojo para atacar a quienes apostamos por la acción política desde el sentido común y en beneficio del interés general”.

La Vanguardia, 28-08-2014

La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, ha advertido de que, “al igual que España”, el PP “no se rinde” y ha alertado de que, en la actualidad, “lo más peligroso” es “el populismo y la demagogia”.

El Faro de Vigo, 4-05-2013

La presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre , ha exigido un Parlamento europeo “comprometido con la libertad” y que “colabore con España para acabar definitivamente con el terrorismo” para alertar, a renglón seguido, contra “lo más pernicioso que amenaza a Europa”, la “demagogia del populismo” manifestada a través del “nacionalismo excluyente”18.

La Vanguardia, 9-05-2104

“Pero también debemos reconocer que las respuestas no son fáciles, sino complejas y, por tanto, alejadas del populismo y de la demagogia”, ha apuntado.

Ramón Espadaler (UDC), La Vanguardia, 13-07-2014

Los nacionalistas consideran que el portavoz popular “se ve abocado al más lamentable populismo y demagogia” tras los resultados de las elecciones europeas y le exigen que “ponga cordura en un tema tan sensible y trascendental como es la lucha contra la pobreza”.

La Vanguardia, 18-06-2014

Populismo y populista empleados como mandoble a diestro y siniestro, y a diestra y siniestra; nadie quiere cargar con el sambenito populista. Zapatero acusa de populismo y Zapatero es acusado de populismo mientras Saenz de Santamaría (PP) golpea a Pedro Sánchez (PSOE) con él:

El expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero ha remarcado hoy que “necesitamos denunciar el populismo y la xenofobia” de los partidos de la extrema derecha que atacan y quieren destruir la Unión Europea.

“Ante unas elecciones europeas donde hay tentaciones, donde hay partidos y donde hay riesgo de que crezcan el populismo, el nacionalismo xenófobo y la demagogia poniendo en cuestión el proyecto europeo, necesitamos más que nunca una convicción, una determinación y una fuerza europea en pro de la seguridad, la libertad y la democracia”, ha subrayado.

La Vanguardia, 10-05-2014

Las élites políticas y económicas abandonaron al PSOE de Zapatero a cuyo populismo sonrojante, como el cheque-bebé, se acumulaba su desinterés por la gobernación.

José Luis Álvarez, El País, (18-02-2014)

El calificativo de “populista”, uno de los más usados por el Gobierno y el PP, pero para referirse a Podemos, pasa ahora a extenderse también al PSOE. La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, ha utilizado ese término para calificar el dado ayer por Pedro Sánchez, líder del PSOE, sobre el artículo 135 de la Constitución, reformado en 2011 con un acuerdo entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, entonces en la oposición.

El País, 25-11-2014

Y lo que es más llamativo aún; incluso Pablo Iglesias, Secretario general de Podemos, partido que entró en el espectro político español de la mano de un discurso claramente populista y que recibió tal calificativo de agravio por parte de la mayor parte de los partidos políticos, emplea el término con el sentido despectivo que ya va a ser difícil de eliminar:

P. ¿Apoyaría el pacto antiterrorista de PP y PSOE?

R. A mí me parece que no es propio de estadistas. Creo que apostar por fórmulas de populismo punitivo es algo serio. Nosotros creemos que los problemas no se resuelven con populismos ni con propuestas efectistas para los medios, sino trabajando seriamente. El PP y el PSOE no suman juntos según las encuestas más del 50% de los votos. Esto no es un pacto de Estado, es un pacto entre dos partidos.

El País, 18 de enero de 2015

El populismo, pues, se sienta junto a la demagogia, la improvisación, la irresponsabilidad, los enunciados vacíos, los extremos, la revolución, la antidemocracia, la manipulación, la complacencia hacia el pueblo, xenofobia, fascismo, es un virus que recorre Europa…

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha defendido este viernes que “Podemos es populismo”. Ha recalcado que lo que busca este movimiento es “convertir a España en Venezuela” y ha asegurado que “con el populismo” su partido no va a pactar “ni antes, ni durante ni después” de las próximas elecciones.

Público, 12-09-2014

No deja de ser irónico que un politólogo español devenido en político llegue a América Latina para legitimar el propio vocablo “populismo” y, más aun, para sugerir que adoptará algunos de esos rasgos. Habrá que ver que hace con el término una vez de regreso por Europa, donde ser populista quiere decir ser bastante xenófobo, racista y algo nostálgico del fascismo.

Héctor E. Schamis, El País, 5-10-2104

Alfredo Pérez Rubalcaba habla sobre la peligrosidad del auge de los populismos en la Unión Europea.

(…)

Pero el virus del populismo no ha sido debelado y recorre Europa con renovada vitalidad. Aunque ya no sirva como atizador de irracionales impulsos bélicos, sí tiene todavía capacidad de causar serios daños a las sociedades europeas.

Andrea Rizzi, Madrid El País, 28-02-2104

El vicesecretario de Organización del PP, Carlos Floriano, ha arremetido, en referencia a Podemos, contra el “populismo bolivariano de telepredicador” que quiere “subvertir la democracia”.

Público, 11-07-2014

Populismo es dar a la gente lo que de manera inmediata, emocional y simple quiere (…)

El populismo actual antidemocracia indirecta es antigubernamental, por eso es también anti-PSOE. Y a él se añade, imparable, un nuevo tema populista: la desigualdad.

El País, 18-02-2104

Estas elecciones han puesto de manifiesto que los charlatanes del artefacto populista venden humo tanto como quienes tratan de convencernos de que somos tan solo unas décimas de déficit.

Irene Lozano ( UPyD), El País, 28-05-2014

Está claro que trata de salir del eje tradicional derecha/izquierda, pero no deja de dar motivos para pensar que se trata de populismo, entendido como la estrategia política que enfrenta al pueblo con las instituciones, aunque estas sean democráticas.

(…)

Por lo demás, nadie puede atribuirse el papel de vigilante de la ética general como si estuviese dotado de un poder superior. Todo suena a lo mismo: personalismo, populismo, manipulación.

El País. Editorial. 19-10-2014

Almunia dice en su despedida que los argumentos de Podemos son “antipolítica” y “antidemocráticos”.

Europa Press, 31-10-2014

Del Pozo anda en lo cierto. España no va camino de caer en manos de los “bárbaros neocomunistas”.

El Confidencial, 03-11-2014

Izquierda Unida quiere llevar la batuta en la iniciativa política contra los escándalos de corrupción, que según Cayo Lara son “la antesala del populismo y en muchos países del fascismo”.

El País, 3-11-2014

Los comentarios de Esperanza Aguirre (PP) son un verdadero resumen de la demonización del término:

La presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, ha manifestado este miércoles en una entrevista en RNE, recogida por Europa Press, que los “discursitos” de Podemos, caracterizados por ser “mesiánicos y populistas”, buscan acabar con la alternancia en el poder.

Aguirre les ha afeado que no expresen claramente lo que buscan y que se escabullan cuando se les pregunta “colocando una serie de discursitos”.

También ha confesado su “miedo” a que hagan lo que hizo el venezolano Hugo Chavez, asesorado por el cubano Fidel Castro, relata, que pasa por “llegar al poder por métodos democráticos” y, una vez en él, “acabar con los mecanismos de control que les puedan desplazar”.

La estrategia de los de Pablo Iglesias, en opinión de Aguirre, se centra en acabar con la “alternancia de poder”, lo que supondría “el fin de la prensa libre, de la justicia independiente y acabar con cualquier institución que favorezca que vengan otros”. “Pretenden perpetuarse con un discurso mesiánico y populista”, ha sostenido.

www.la vozlibre.com. Europa Press, 22 de octubre de 2014

Y los argumentos populistas pueden resumirse con la ejemplificación práctica de lo que se entiende por populismo activo:

Por eso, todos, si quieren ganar, se arriman al populismo. Pocos ejemplos más elocuentes que la “reacción” ante la crisis. Según cuenta Mariano Guindal en El declive de los dioses, poco antes de la victoria electoral del PSOE, en 2004, el futuro ministro Miguel Sebastián se franqueó con unos periodistas: “Menos mal que no vamos a ganar porque la que viene sobre España es gorda. [Estamos] peor que mal. Tenemos una burbuja inmobiliaria y es inevitable que estalle, y cuando esto ocurra se lo va a llevar todo por delante incluyendo los bancos (...). El Gobierno del PP ha sido un irresponsable. En lugar de frenar la concesión de créditos hipotecarios a través del Banco de España, ha echado más gasolina al fuego con las desgravaciones fiscales”. Ante la pregunta de por qué no abordaban el problema, la respuesta fue una clase de política práctica: “No es un programa electoral para gobernar, sino para que José Luis obtenga un resultado lo suficientemente bueno salir reelegido secretario general del PSOE en el próximo congreso. Después ya haremos un programa económico en serio para gobernar”. Ganaron las elecciones e ignoraron el problema, porque había que seguir ganando.

Felix Ovejero en El País, (11-08-2014)

El programa [de Podemos] es una maravilla desde el punto de vista de las relaciones públicas y el marketing, pero rezuma populismo por todos los costados. (…)

Pues bien, la respuesta desde Moncloa ha sido, ni más ni menos, más populismo. El Gobierno de Rajoy ha debido pensar que a populismo de izquierdas electoralmente exitoso debe responderse con populismo de derechas. Y más cuando las elecciones se acercan. Hace unos días el ministro Montoro presentó las directrices de la que será su reforma fiscal. Sus líneas generales son dobles y claras. Por un lado, bajar los tipos impositivos del impuesto de la renta y sociedades, y eliminar algunas de sus deducciones fiscales (aunque creando otras y dejando vigentes las más importantes); y por el otro, no tocar el IVA.

(…)

Puede que haya quien piense que para ganar unas elecciones es imperativo ser populista, que no hay otra opción. Pero lo cierto es que en muchas ocasiones los gobiernos se han tenido que enfrentar a situaciones difíciles sin tirar de la receta populista.

José Ignacio Conde-Ruiz, El País, (15-07-2014)

Es más, el populismo es una degeneración progresiva de la democracia misma y, si llega a ganar unas elecciones, siempre intenta hacerse con todo el poder del Estado y cambiar las reglas del juego político para instaurar un sistema distinto que, probablemente, ya no puede ser denominado democrático.

Por todo esto, en España el populismo pone en cuestión la Transición política, considerándola un simple cambio cosmético del franquismo, una mera continuidad del mismo, y se propone iniciar un nuevo proceso constituyente cuyo fin es aprobar una nueva Constitución. El populismo, así, no es una nueva manera de entender la democracia, sino un movimiento que pretende acabar con ella.

(…)

Lo común a todo populismo no es una ideología substancial — derechas o izquierdas, por ejemplo— sino una estrategia para acceder y conservar el poder, lo cual le permite cobijar ideologías muy distintas, siempre que coincidan en que la causa de todos los males es una y sólo una, sea el zar o el rey, la propiedad, la religión, la oligarquía financiera, las élites políticas o la opresión nacional. Siempre debe ser una causa simple, emocionalmente sencilla de entender y racionalmente difícil de explicar con buenos argumentos.

(…)

Se trata de contraponer los malos a los buenos: el mal está en las élites, el bien en el pueblo; el objetivo es que dejen de gobernar las élites y pase a gobernar el pueblo.

El Estado populista tiende a ser totalitario, es decir, sabe de antemano aquello que conviene a estos individuos y utiliza su poder para tomar las decisiones oportunas sin necesidad de utilizar procedimientos para consultarlos. No se trata, pues, de dos formas de gobierno distintas, sino de dos formas de Estado diferentes: la una, democrática, y la otra, no.

Francesc de Carreras, El País, 9-04-2015

Populismo del malo. Esta es la razón por la que populismo significa lo que significa y se entiende ya como una estrategia aplicable en ciertas circunstancias políticas.

Desde el punto de vista del discurso político, importa mucho menos la definición descriptiva, técnica de lo que significa populismo/populista (doctores tiene la RAE que seguro que encontrarán el punto justo para describir tal forma de hacer política)19, que su uso valorativo que, sin lugar a dudas, va a tener mucho mayor protagonismo en la vida política y una frecuencia de uso infinitamente mayor.

Así las cosas, parece que la definición y el uso de populismo se hace tóxico. Efectivamente, hoy en día, populismo y populista son términos negativos ligados a «demagogia», un brindis al público de forma irresponsable con propuestas que suenan bien, pero que son, la mayoría de las veces, o inviables o perjudiciales para la economía del país, según acabamos de ver en las declaraciones analizadas de definición y uso. El término se ha ido emponzoñando y se emplea ya como estilete frente al otro. Es, de nuevo, un término que viene a formar parte de la lucha de estereotipos, del maniqueísmo propio del discurso político20. Su uso, no cabe duda, es eficaz en la denigración del oponente como lo demuestra el hecho que forme parte del diccionario que se emplea a ambos lados del espectro político para definir la política del adversario21.

¿Sería posible un populismo que cumpla las promesas que hace al pueblo? Puede que sí, pero entonces no sería ya populismo, habría que cambiarle el nombre porque ha llegado a tal grado de degradación que ya no puede significar con limpieza. El camino hacia el marco cognitivo que estimula está tan horadado que ya es imposible sacarlo de ese cauce para que signifique otra cosa. No será ya populismo, habrá que buscarle otro nombre22.

Javier de Santiago Guervós

Universidad de Salamanca


* Este trabajo ha sido realizado dentro del proyecto I+D Emoción y lenguaje en acción: la función discursiva emotiva/evaluativa en distintos textos y contextos dentro del mundo del trabajo: proyecto persuasión. FFI2013-47792-C2-2-P

  1. Como señala Beatriz Gallardo Paúls (Usos políticos del lenguaje. Madrid, Anthropos, 2014, p. 62ss) «el discurso político se caracteriza por las constantes licencias léxicas bien identificadas en la bibliografía, que encubren procesos de:

    —relexicalización, utilizando significantes gramaticalmente impropios para ciertos conceptos;

    —desemantización, utilizando los términos aparentemente adecuados, pero desprovistos de ciertos rasgos semánticos definitorios.

    La relexicalización supone desprender a cierta palabra de su significado dándole una acepción matizada, frecuentemente mediante connotaciones; el uso de palabras-clave se apoya en la repetición, que es también desemantizadora. Dentro de los fenómenos de relexicalización vemos que los términos se especializan tanto para convertirse en disfemismo («recorte», «antisistema», «rescate», «sobresueldo»), como en eufemismo («reformas», «medidas», «soluciones», «ayudas», «ajustes», «racionalización del gasto», «reestructuraciones»).

    El uso especializado puede suponer la incorporación de semas (por ejemplo «sobresueldo» pasa a incorporar el sema de ilegalidad, o de corrupción) o su pérdida (se llama «reformas» a cambios que solo suponen reducciones presupuestarias, «afectados» a las víctimas de una estafa financiera, o «gasto de representación» a un pago fijo mensual). Otras veces, la relexicalización incorpora un cambio de connotaciones («subcontrata» por «privatización»; llamar «izquierda radical» a una manifestación de personas mayores estafadas por entidades bancarias; o «privilegios» a los derechos laborales). Todas estas alteraciones desfiguran las relaciones léxicas en las que participan las palabras».

  2. Javier de Santiago Guervós, El Léxico Político de la Transición Española, Salamanca, Universidad, 1992.

  3. Javier de Santiago Guervós, «La selección léxica en la comunicación persuasiva: manipulación y uso del significado para la descodificación y la inferencia», en Español Actual, 89, 2008, pp. 111-122, p. 113.

  4. Los trabajos de Mª Paz Battaner Arias (Vocabulario político y social en España, 1869-1873. Madrid: Anejos del Boletín de la Real Academia Española, 1977) y Mª Teresa Godoy García (El léxico del primer constitucionalismo español y mejicano. 1810 y 1815. Granada, Universidad de Granada, 1999) tampoco recogen los términos que estudiamos.

  5. Juan Felipe García Santos, Léxico y política de la Segunda República, Salamanca, Studia Philologica Salmanticensia, 1980.

  6. No aparece en los trabajos de Miguel Ángel Rebollo Torío, (Vocabulario político, republicano y franquista (1931-1971). Valencia, Fernando Torres, 1978).

  7. Javier de Santiago Guervós, El Léxico Político de la Transición Española, Salamanca, Universidad, 1992.

  8. En el estudio que lleva a cabo Francisco J. Sánchez García (Retórica parlamentaria española. Madrid, Síntesis, 2012) en los Debates sobre el Estado de la Nación entre 1983 y 2011, aparecen dos casos de populismo empleados por la izquierda en los debates de 1987 y 1997, y otros dos en la derecha en los debates de 1987 y 2007.

  9. Como veremos a continuación, un populismo bueno y un populismo malo…

  10. http://web.frl.es/CORPES/view/inicioExterno.view. ISSN 2340-941X Corpus del español del siglo xxi. La primera fase del proyecto, que es la que hemos consultado, finalizará en diciembre de 2014. Los textos procederán del período comprendido entre 2001 y 2012. Suponemos que en este momento, habrá unos 200 millones de formas (había 180 millones en agosto). Versión 0.7.

  11. https://es.wikipedia.org/wiki/Podemos_(partido_pol%C3%ADtico)

    El origen de Podemos se encuentra en el manifiesto Mover ficha: convertir la indignación en cambio político, presentado el fin de semana del 12-13 de enero de 2014 y difundido por la publicación digital Público, que firmaban una treintena de intelectuales, personalidades de la cultura, el periodismo y el activismo social y político, entre los que se encontraban Juan Carlos Monedero, profesor de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid (UCM); el actor Alberto San Juan; Jaime Pastor, profesor de Ciencias Políticas en la UNED; el escritor y filósofo Santiago Alba Rico; el sindicalista de la Corriente Sindical de Izquierda Cándido González Carnero; o Bibiana Medialdea, profesora de Economía Aplicada en la UCM. En este manifiesto se expresaba la necesidad de crear una candidatura que concurriese a las elecciones europeas de mayo de ese año, con el objetivo de oponerse, desde posturas de izquierda, a las políticas de la Unión Europea para la crisis económica. Aunque no era uno de los firmantes del manifiesto, el 14 de enero se anunció que el profesor de Ciencia Política de la UCM y analista político televisivo, Pablo Iglesias, encabezaría el movimiento.

  12. En la encuesta del CIS de noviembre de 2014 aparece como la primera fuerza política en intención de voto.

  13. Josep Ramoneda (El País 4-03-2014) señalaba:

    Desgraciadamente, el populismo es una enfermedad bastante bien repartida entre la clase política. Pero el uso de la palabra populismo, por parte de los gobernantes (y de las élites en general) tiene otro sentido: es populista todo aquello que va contra los planes del complejo político-financiero que nos gobierna, parafraseando la expresión de Eisenhower. Dicho de otro modo, todo aquel que pone en cuestión al poder establecido. Y por extensión todo el que se mueve. Así es populista la extrema derecha xenófoba y antieuropeísta, pero también los movimientos sociales que cuestionan democráticamente los dispositivos de poder existentes. Incluso Izquierda Unida o Iniciativa, perfectamente integrados en el sistema, son a veces tildados de populistas. Y un partido tan conservador como Convergència recibe la etiqueta de populista cuando sale de la vía principal para incorporarse a un movimiento que cuestiona el marco de juego, como es el independentismo.

  14. LA RAE no recoge populismo en esta edición.

  15. También recoge el Diccionario de la RAE populista en dos acepciones:

    1. Perteneciente o relativo al populismo.

    2. Partidario del populismo. Apl. a pers. U.t.c.s. U. m. en sent. despect.

  16. Entendemos por Significado social aquel el significado más disponible, el que descodifica cualquier destinatario en sus intercambios comunicativos, el que forma parte del acervo social. Este significado a veces no coincide con Significado lexicográfico, el que aparece en el diccionario de la RAE o en diccionarios de uso o el Significado político-administrativo, el que viene definido por las leyes, que está basado en intereses comerciales y políticos y que busca aprovechar las connotaciones positivas de ciertos términos a favor de intereses particulares crear definiciones al margen de la descodificación social. Son neologismos semánticos. No es lo mismo el significado social de zumo que el administrativo, por ejemplo. (Javier de Santiago Guervós, «La selección léxica en la comunicación persuasiva: manipulación y uso del significado para la descodificación y la inferencia», en Español Actual, 89, 2008, pp. 111-122. P. 113).

  17. Patrick Charaudeau, «Réflexions pour l’analyse du discours populiste», en revue Mots, n.o 97, Les collectivités territoriales en quête d’identité, pp. 101-116, ENS Éditions, Lyon. Artículo traducido al español en Patrick Charaudeau, «Reflexiones para el análisis del discurso populista», Discurso & Sociedad, 3 (2) 2009, págs. 253-279.

  18. Es el voto del miedo:

    Los partidos tradicionales temen a los populistas porque son conscientes de su tirón al tiempo que tratan de emularles, porque saben que sus programas reflejan las preocupaciones de millones de europeos. Por último, se han empleado a fondo en las últimas semanas en utilizar el desembarco populista como arma asustadiza, en un intento desesperado de frenar su sangría de votos. “Vótenos a nosotros si no quiere que venga el lobo feroz (populista)”, vienen a decir.

    Ana Carbajosa, El País, 18-05-2014

  19. También existe este significado:

    Cornejo ha dejado claro que «populismo» es un término “de pueblo y genérico” que él no va utilizar para calificar a ninguna formación política.

    ABC, 13-09-2014

    Porque todos los partidos pretenden defender al mismo tiempo sus propios perfiles. Y todos, prisioneros de la presión populista de la calle, quieren evitar ser el primero en desdecirse de una consulta legalmente suspendida —y que saben imposible—, no sea que le carguen el sambenito de traidor a la causa.

    El País, 4-10-2014

  20. Pero, a veces, no basta con un término, no es suficiente para degradar al oponente o para asustar a los votantes ante lo que puede venir si apoyan a un grupo determinado. La estrategia del PSOE cuando Podemos empieza a moderar su discurso hacia una ideología socialdemócrata, abandona el látigo populista para buscar términos más dañinos y más plásticos, términos más reconocibles por los ciudadanos, como por ejemplo, extremista, para identificar al oponente:

    Los socialistas van a tratar de situar a Podemos en la extrema izquierda —la orden de la dirección será que no les tilden de populistas, sino de extremistas— y situándolos en el espacio —“quizá ampliado”— que ha ocupado tradicionalmente Izquierda Unida. No en el “centro del tablero”, como propugna su líder, Pablo Iglesias.

    (…)

    ¿Los ciudadanos votan mayoritariamente a un partido extremista? No es habitual y por eso se insistirá en esa denominación, aunque el fondo teórico sea el populismo, según los autores del texto. “Extremista es un término más adecuado para tratar a la dirigencia de Podemos que el acostumbrado populista”, por mucho que “los profesores de Podemos aceptarían estar aplicando el manual del populismo para llegar a una mayoría amplia de españoles”.

    El País, 30-11-2014

  21. La extraordinaria creatividad del lenguaje político y la importancia de los términos estudiados hacen que ya hayan aparecido nuevos neologismos que heredan el valor negativo: podemistas (La Razón, 19-10-2014), ciudadanistas (Antonio Elorza, «Podemos: la conquista del estado», en Cuadernos de Razón Práctica, 236, septiembre-octubre de 2014, p. 51, citando el borrador para la Asamblea de Podemos) o movimientista. El Confidencial (3-11-2014) ya conjuga el verbo podemizar y despodemizar:

    España se ha podemizado y va camino de acabar con un Parlamento a la griega y un escenario de imprevisibles consecuencias. Mi compañero Javier Caraballo se preguntaba si, vista la desafección de la ciudadanía y el descrédito de la clase política, habría alguien capaz de despodemizar El País….

    Francisco Moreno Fernández (Spanish Revolution: ensayo sobre los lenguajes indignados. Valencia, Uno y Cero Ediciones, 2014, p. 33) recoge el termino quinceemismo para hablar del movimiento 15M.

  22. En esta línea van las declaraciones de la Presidente del gobierno de Chile: «Yo decía: se puede ser popular sin ser populista (…) Eso es no ser populista: comprometerse con la ciudadanía».

    El País, 30-10-2014