NOTAS SOBRE LA DONACIÓN
A LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA
DE UN FRAGMENTO DE UN CRÁNEO ATRIBUIDO AL CID CAMPEADOR

Covadonga de Quintana

Archivo de la Real Academia Española


Boletín de información lingüística de la Real Academia Española
[BILRAE · 11 · Marzo de 2019]
http://revistas.rae.es/bilrae/article/view/283


En su artículo «La mesura del claro varón», Rafael Lapesa da testimonio de la reacción de Ramón Menéndez Pidal cuando una comisión de académicos que le visitaron en su casa con motivo de su noventa y nueve cumpleaños, le presentó un fragmento del cráneo del Cid que, por mediación de Camilo José Cela, su propietaria había decidido donar en la Academia1: «Sentado en un sillón de ruedas, casi paralizado el cuerpo, pero no el espíritu, nos acogió cariñosamente, dirigiendo a cada uno de nosotros frases inequívocamente destinadas al respectivo interlocutor; y cuando le hablamos de la reliquia y se la enseñamos, guardó conmovedor silencio y la besó devotamente»2.

La visita de la comisión a Chamartín tuvo lugar el 13 de marzo de 1968. Días antes, el 21 febrero, Camilo José Cela había escrito desde Palma de Mallorca al secretario de la Corporación, Rafael Lapesa, una carta en la que transcribía otra que había mandado al director en funciones, Vicente García de Diego, sobre el hallazgo del hueso.

Se trata del primer documento que se conserva en el Archivo de la Academia que versa sobre esta donación. El expediente en el que está integrado consta de cuatro documentos más: además de esta carta autógrafa de Camilo José Cela, tres copias sin firma de oficios del secretario y un acta de la Comisión para el estudio del hueso del Cid que se constituyó al efecto3. Lo tratado en los documentos del expediente queda reflejado de forma somera en las actas de 7 y 14 de marzo de 19684.

Merece la pena reproducir de forma parcial la carta de Cela:

Mi muy querido y respetado don Vicente,

Le ruego que no me tome por loco, pero creo que he encontrado un trozo del cráneo del Cid, que se llevaron los franceses en 1808. La historia es larga pero, en síntesis, podría reconstruirse así:

En Le correspondant, Recueil Périodique, de París, año 1886, 1.ª entrega de 10 de julio, pág. 34-38 (Bibliothèque National, ref. Z 21417-144), aparece un artículo de Arthur de Ganniers titulado Cid et ses çendres. En él se dice:

«En 1808 el cuerpo legislativo francés comisionó a los diputados Príncipe de Salm-Dick5, Conde de Girardin6 y M. de Lamardelle7, para que se trasladaran a España al objeto de felicitar a Napoleón por sus victorias en Burgos y en Somosierra.

El príncipe de Salm hizo que le entregaran las cenizas del Cid, que se llevó a París.

El príncipe se quedó con ellas y su heredero, otro Salm-Dick, se las dio al príncipe Hohenzollern para ser depositadas en el museo de Sigmaringen.

Por mediación del académico Sr. Jubino (¿)8 la Academia de Madrid (¿quizá la de la Historia?) obtuvo del Príncipe Hohenzollern una copia legalizada del acta que relataba la embajada del Príncipe de Salm en 1808; en ella, que llevaba fecha de 10 de abril de 1811, el Príncipe, el Conde de Girardin y M. de Lamardelle relatan la forma en que se llevaron las cenizas del monasterio de San Pedro Cardeña.

En el diario del Conde de Girardin [Memoires de Stanislas Girardin, París, chez Michaud, 1834,] se reflejan todas estas circunstancias.

El Sr. Jubino (¿) convencido de que el féretro de Sigmaringen contenía los restos del Cid y de Jimena, pidió audiencia al rey Alfonso XII, a quien informó de los hechos. Algunos días después –y provisto de las oportunas credenciales y una carta autógrafa del Rey– el Sr. Jubino recibía del Príncipe de Hohenzollern las reliquias. Un mes más tarde se las entregó al rey; esto acontecía a fines de 1884.»9

Hasta aquí el relato de Ganniers. El rey murió en 1885 y a las cenizas les perdí el rastro. La casualidad –y el tener amigos hasta en los infiernos– me puso en la pista de la Condesa Thora Darnel-Hamilton, quien en carta a mi también amiga la Sra. Beppo Adul-Wahab10, me hace llegar dos fotografías del hueso en el que, con tinta negra, se leen dos inscripciones, ambas claras, de las cuales la más interesante dice: «Offért à Monsieur de Labensky par le soussigné, Delamardelle». Este señor de Labensky es bisabuelo de la Condesa Thora, quien asegura que en su casa siempre hubo la tradición oral de que el hueso pertenecía al Cid.

Pues bien: la Condesa quiere devolver el hueso a España y, a cambio de ello, nada pide. En un principio había pensado devolverlo a la tumba del Cid pero, a través de la Sra. Abdul-Wahab la convencí de que se lo entregase a la Academia y en eso está. Creo que nosotros podremos conservarlo mejor y pienso también que es el más emocionado homenaje que podemos brindar a nuestro director.

A continuación, Cela anunciaba su visita a la Academia el 7 de marzo, jueves, a las 6 de la tarde, en compañía de las citadas señoras y de la reliquia, y sugería algunas pautas procedimentales: la extensión de un recibo provisional para la condesa Thora; la designación de una comisión de estudio de la donación formada por Vicente García de Diego en su calidad de director en funciones, Rafael Lapesa como secretario, Laín Entralgo como médico, García-Valdecasas como jurista, Martín de Riquer como medievalista, Dámaso Alonso y él mismo, que debían redactar un acta y someterla a la aprobación de la Academia. Añadía la posibilidad de recabar del gobierno una condecoración para la condesa y otra menor para la Sra. Abdul-Wahab.

Todo sucedió como Camilo José Cela había programado. El 7 de marzo de 1968 el secretario daba cuenta a la junta de la donación del hueso; en dicha sesión se nombró a una comisión formada por el director accidental y los señores Laín Entralgo, Cela, García-Valdecasas, Guillén y Lapesa para que estudiase la autenticidad y el destino de la reliquia y se acordó mostrársela al director, Menéndez Pidal, en la visita que se le haría el 13 de marzo con motivo de su cumpleaños.

En la sesión siguiente del 14 de marzo, el secretario dio cuenta de la visita de una comisión reducida de académicos a su director, Menéndez Pidal. Cuando le fue mostrada la reliquia del Cid, deja consignado el secretario en el acta, «con lágrimas en los ojos, besó la reliquia y manifestó su deseo de que se una a los restos del héroe conservados en la catedral de Burgos»11.

Según el acta de la Comisión para el estudio del hueso del Cid, de 30 de mayo de 1968, Vicente García de Diego realizó unas gestiones privadas cerca del alcalde de Burgos para explorar la posibilidad de incorporar la reliquia a los huesos allí depositados, en cumplimiento del deseo del director, pero el Ayuntamiento de Burgos no se mostró partidario de abrir el sepulcro del Cid12. Ante la insistencia del señor Cela de que la reliquia fue donada por la condesa Thora a la Academia, donde debía permanecer, la comisión resolvió así por unanimidad13.

Desde entonces, el fragmento del cráneo pertenece a la colección patrimonial de la Real Academia Española, con el número de inventario O00001.

Fotografía de un fragmento de un cráneo (endocráneo)

FICHA TÉCNICA

Ángel Fuentes Domínguez

Profesor titular de Arqueología. Universidad Autónoma de Madrid

Miriam Rodríguez Domínguez

Becaria de la Universidad Carlos III en el Archivo de la Real Academia Española

DESCRIPCIÓN TÉCNICA

Fragmento de calota correspondiente a la sutura lambdoidea del occipital, de la que se conservan dos ramas, perteneciente a un individuo de sexo masculino que, por la robustez del fragmento, rondaría los cincuenta años de edad.

Aparentemente, el cráneo se mantuvo intacto durante la inhumación y fue desencajado del resto del cuerpo durante la exhumación, rompiéndose por la sutura craneal.

Antes de recibir la inscripción, el fragmento fue cortado con una sierra de dientes pequeños dándole la forma de pentágono irregular que observamos. Dos de los lados pertenecen a la sutura lambdoidea, mientras que los otros tres son artificiales, producto del corte con la sierra desde el endocráneo al exocráneo, excepto el más largo. Se conservan las incisiones en perfecto estado.

La observación de la pieza con luz ultravioleta nos ha permitido detectar restos de erosiones en la tabla ósea del exocráneo que afectan directamente a la superficie de la calota; no son, sin embargo, apreciables en el endocráneo.

A vista de microscopio, hemos podido concluir que la pieza estuvo semienterrada –hemos observado la existencia de restos de raíces adventicias en su superficie–, circunstancia que ha provocado una diferencia de tonalidad en el hueso: la parte que estuvo enterrada presenta un tono más claro y la que quedó completamente al descubierto, un color más oscuro.

El fragmento se encuentra en buen estado de conservación. El díploe se conserva completamente y pueden apreciarse los agujeros nutricios, por donde pasaron las venas.

La superficie del fragmento sufrió un impacto y presenta un brillo o una impregnación que podría tratarse de algún tipo de cola natural cuya finalidad sería la protección de la tinta de la inscripción firmada por el fedatario de la exhumación y del corte del cráneo.

DIMENSIÓN

Longitud máxima: 69 mm

Anchura máxima: 57 mm

Espesor:

INSCRIPCIÓN

Endocráneo

«os du crâne/ de Rodrigue/ pris en 1808 dans son tombeau/ a la Chartreuse prés Burgos en pré-/ = sence de Mrs le prince de Salm-Dick, le Cte=/ Stanislas de Girardin, le Bon= Dellamardelle/ membres du corps législatif, le Bon= Denon Dr/ gal. du musée, et le Bon= Desgenetes [sic] medecin en/ chef de l’armée d’Espagne.»

Exocráneo

«offert/ à monsieur/ de Labensky par/ le soussigné/ M. Delamardelle» [firma y rúbrica]

Fotografía de un fragmento de un cráneo (exocráneo)

REFERENCIAS

Archivo de la Real Academia Española, Fondo Real Academia Española

Donación de un fragmento del cráneo del Cid, 1316/33.

Libro 52 de acuerdos, actas de 7 y 14 de marzo de 1968, fols. 257v-261v.

Lapesa, Rafael. «La mesura del claro varón», Boletín de la Real Academia Española, xlix, 1969, disponible en http://revistas.rae.es/brae.

Pérez Villanueva, Joaquín. Ramón Menéndez Pidal, su vida y su tiempo, Madrid: Espasa Calpe, 1991.

Zamora Vicente, Alonso. La Real Academia Española, Madrid: Fundación María Cristina Masaveu Peterson y Real Academia Española, 2015.

Créditos de las imágenes

© Banco de imágenes del Archivo de la Real Academia Española. Fotógrafo, Pablo Linés.


NOTAS
  1. También relata el mismo suceso Alonso Zamora Vicente en La Real Academia Española, Madrid: Fundación María Cristina Masaveu Peterson y Real Academia Española, 2015, pág. 263.

  2. Lapesa, Rafael. «La mesura del claro varón», Boletín de la Real Academia Española, xlix, 1969, pág. 392. Estas líneas también han sido reproducidas en Pérez Villanueva, Joaquín. Ramón Menéndez Pidal, su vida y su tiempo, Madrid: Espasa Calpe, 1991, págs. 499-500.

  3. Los cinco documentos están descritos en la herramienta de consulta en línea del archivo y han sido recientemente digitalizados (http://archivo.rae.es/index.php/bwq8f). Están integrados en el Fondo institucional. Para citarlos: ARAE, FRAE, Donación de un fragmento del cráneo del Cid, 1316/33.

  4. ARAE, FRAE, Libro 52 de acuerdos, actas de 7 y 14 de marzo de 1968, fols. 257v-261v.

  5. El príncipe Joseph de Salm-Dick (1773-1861), fue un botánico alemán, senador y diputado.

  6. Alexandre Louis Robert de Girardin, conde de Girardin (1776-1855), fue un militar y diputado francés.

  7. Pierre de Lamardelle, barón de Lamardelle (1770-1884), fue un procurador general y diputado francés.

  8. Se trata, en realidad, del miembro de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando Francisco María Tubino y Oliva (1833-1888), interesado por la arqueología prehistórica, el arte y las antigüedades, que hizo importantes donaciones al Museo Arqueológico Nacional.

  9. En un artículo publicado en el suplemento Crónica del diario El Mundo, el 30 de abril de 2006, «El verdadero destierro del Cid», Nieves Concostrina se detiene en el recorrido seguido por las reliquias del Cid que le tocaron en el reparto al príncipe de Salm-Dick e imagina el destino de las que se quedó el barón de Lamardelle.

  10. Freda Marjorie Clarence Lamb (1899-1989), artista británica, tomó el nombre de Beppo Abdul-Wahab cuando contrajo matrimonio con el príncipe tunecino Jilani Florens Abdul Wahab.

  11. ARAE, FRAE, Libro 52 de acuerdos, acta de 14 de marzo de 1968, fol. 261v.

  12. No hemos podido identificar en el archivo ningún documento que haga referencia a las gestiones con el alcalde de Burgos. Al ser privadas, quizá se tratasen de llamadas telefónicas.

  13. ARAE, FRAE, Acta de 30 de mayo de 1968 de la comisión constituida para el estudio del hueso del Cid donado a la Academia por la condesa Thora Darnell-Hamilton, 1316/33/5.